* LÓPEZ OBRADOR CONTRA ANDRÉS MANUEL

En los primeros quince años de este siglo, un hombre que ha saltado de un partido político a otro, pero solo ha cambiado de bandera y de colores. En todos lados, desde sus inicios en la política mexicana, ha terminado mal sus relaciones personales. Es impetuoso, no gusta de polemizar sino que lo escuchen y le den la razón. Fue presidente estatal en el PRI y en el PRD tuvo la dirigencia nacional; llegó a jefe de Gobierno del Distrito Federal, sin cumplir el requisito de cinco años de residencia. Se cobijó con “partidos chiquitos” y terminó creando el suyo, donde impera su voz y no la democracia que tanto alude.

El tabasqueño Andrés Manuel López Obrador no infunde miedo ni temores, porque esto es lo que se especula. Él siente que las cosas no se dan como lo desea, partiendo de que debe ser, siempre, la figura central y nadie más. En la última campaña electoral lo demostró a plenitud, pues ningún candidato de Morena apareció en las pantallas de televisión, solamente vimos a López Obrador, quien sigue con la misma pauta, porque en el 2018 “la tercera es la vencida” en su programa contra “la mafia del poder”. Su obsesión es vivir, no despachar, en Palacio Nacional.

Acaba de asumir la presidencia de Morena, acróstico de Movimiento de Regeneración Nacional, sin opositor y la votación fue levantando el brazo en señal de aprobación. ¡Claro!, no es posible que alguien se oponga a los designios de “El Peje” y quien lo intente, es traidor y sale del partido. A quienes critican que no hubo elección democrática, la contestación es que al dirigente del PRI lo designa el Presidente de la República, sin que haya comentarios en contra. ¿Ya se olvidó cómo fue su arribo a la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática?

López Obrador se encarga de vapulear a Andrés Manuel. Quince años han pasado, dos derrotas consecutivas al buscar ser Presidente de México, no lo llevan a vislumbrar nuevos horizontes. No expone nuevos programas. No hay nuevas ideas. Como decía aquel locutor, Paco Stanley, “una tras otra” y como oímos frecuentemente en la calle: “más de lo mismo”. Andrés Manuel no necesita enemigos, porque él hace sus propios rounds de sombra, insiste en sus ataques a las televisoras pero le gusta aparecer en las pantallas. Mantiene su bandera contra el PRI y el PAN, como lo hace también, pero con menor fuerza, hacia el PRD.

La emprende contra Manlio Fabio Beltrones Rivera, como ya lo ha hecho mucho, acusándolo de estar ligado al narcotráfico. El New York Times publicó informaciones contra el entonces gobernador de Sonora, en los años noventas, señalando al priista por proteger a los mafiosos de la droga; después el mismo diario hizo las aclaraciones del caso, exculpando al sonorense. López Obrador las utiliza ahora, después de que Manlio Fabio pidió se reglamente la campaña político electoral y que López Obrador no continúe promoviéndose para el 2018, pues los demás partidos no lo hacen.

No le pareció que la licenciada Margarita Zavala Gómez del Campo esté trabajando para lograr la candidatura del PAN para competir en las elecciones federales del 2018. La insultó al llamarla apéndice del expresidente Felipe Calderón Hinojosa. Como tampoco es aceptado que califique al gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, porque tenga tratos con el gobierno federal, con el Presidente Peña Nieto y sobre todo porque “El Peje no logró triunfos en su propio Estado.

Lo bueno de este asunto, es que ya todos conocen a López Obrador y que éste debe comprender que su tiempo ya se pasó. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano sufrió tres derrotas en elecciones presidenciales, tampoco entiende que cada hombre, cada político, tiene sus tiempos y él, como octogenario, ya debería estar tranquilito en alguno de sus ranchos.

PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿Cuál será su nueva bandera, después de que fracasó con la de apoyar a sus paisanos que no cubrieron sus cuotas, por consumo de energía eléctrica, a la CFE?

jherrerav@live.com.mx