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Diciembre 22, 2018 17:52 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


Diego Fernández de Cevallos le regaló al ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés un brazalete electrónico, que garantiza que el individuo no salga del país, pero podrá estar en casa mientras lo juzgan por varios delitos, pero no son los únicos que debía enfrentar.



La ex trabajadora doméstica del ex Gobernador panista, Guillermo Padrés, —ahora con un brazalete electrónico para que esté en su casa recibiendo notificaciones sobre el estado que guardan sus delitos—, Gisela Peraza Villa, estuvo presa 4 años, 2 meses y 1 semana acusada injustamente de robo y posesión de droga.

El 13 de marzo del 2011, al año y medio de ser ungido como gobernador de Sonora, la familia de Padrés acusó a Gisela de robar 450 mil pesos, así como una bolsa con joyas del gobernador y de su esposa, con valor de 150 mil pesos.

Pero el panista no quiso ensuciarse las manos con un asunto tan escabroso y ordenó a su incondicional, Luis Fernando Sánchez, director administrativo de Padrés denunciar penalmente a la empleada doméstica por robo agravado. Para entonces Gisela llevaba 9 años trabajando para la familia.

Antes de ser denunciada, por una simple sospecha, fue encerrada en una habitación de la casa del entonces gobernador, incomunicada. Posteriormente la llevaron en patrulla con rumbo desconocido. En cinco días no llegó a ninguna oficina del Ministerio Público. Apareció con signos de tortura, según acara su hermana Delma.

Gisela levantó, el 18 de marzo, una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de Sonora contra elementos de la Policía Estatal Investigadora por abusos de autoridad, detención arbitraria y tortura. Sin embargo, Aldo Saracco, primer visitador de los Derechos Humanos en Sonora, señaló las pruebas presentadas por Gisela no eran suficientes.

Una vez que trató de denunciar los hechos ante una oficina de derechos humanos de pantomima, fue detenida nuevamente por seis patrullas que rodearon el vehículo en el que viajaba, la interrogaron y torturaron.

Sin comprobarle nada fue enviada a una prisión a más de 400 kilómetros del lugar de residencia de su familia.

Gisela Peraza Villa, pidió que el ex gobernador fuera trasladado a Sonora para enfrentar un proceso iniciado por ella por daño psicológico, obtuvo su libertad porque un juez desestimó las pruebas presentadas por sus acusadores.

Desde ese entonces Padrés, quien se autodenomina preso político, fue una especie de gurú o inspiración para el jefe Diego, quien nunca dejó de alabar su valentía y heroísmo. Cuando el ex gobernador se entregó, acusado de defraudación fiscal, lavado de dinero y asociación delictuosa, no tuvo ningún sonrojo al decir que felicitaba al ex gobernador por tener el valor civil de presentarse ante un juez, ’eso es lo que tiene para mí una relevancia enorme’.

Ahora, Diego Fernández de Cevallos, incondicional admirador de su correligionario, paga la multa de 100 millones de pesos para que lleve su proceso en libertad.

La garantía que coloca ante el juez el jefe Diego para salvar su amigo y faro de luz, se basa en la hipoteca de una casa ubicada en Acapulco, Guerrero; de su propiedad, para que el proceso iniciado por una defraudación fiscal por 70 millones 415 mil pesos, sea llevado en casa.

Pero como ése no es el único delito por el que está acusado, familiares del ex gobernador debieron colocar como fianza, las hipotecas de dos casas en el Estado de México, para cubrir 40 millones de pesos, que le permitirán llevar el proceso por el delito de lavado de dinero en la comodidad de su hogar.

Que luego no se pregunten los panistas por qué pierden las elecciones.

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Padrés, político preso

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