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Octubre 23, 2019 23:14 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


El PAN supura una especie de políticos no sólo protagónicos sino narcisistas, que consideran el país todavía no está preparado para vivir sin ellos.

Este pensamiento producto de la alucinación puede tener un origen muy claro. El primer ex presidente de ese partido, Vicente Fox, es adicto a la mariguana; el segundo, es dipsómano. Pero ahí no acaban sus similitudes peculiares, las esposas de ambos quieren ser presidentas de la República y en ningún momento ocultaron sus intenciones.


No cabe duda que el PAN es uno de los partidos con mayores contradicciones, por ejemplo, se erigen como defensores de la vida, pero demandan penalmente al Presidente de la República porque no procedió contra un delincuente a pesar de que los habitantes de algunas unidades habitacionales estaban en peligro.


Ahí había mujeres, hombre, niños, ancianos que hubieran perdido la vida. No se trata de una claudicación a ejercer el monopolio de la violencia como están acostumbrados los gobiernos más conservadores sino de la protección de los mexicanos, sin integridad física y mental, prioridad de todo gobierno que se digne de serlo.

Porque Calderón, de extracción panista, llevó a la muerte a cientos de miles de mexicanos en una guerra que declaró unilateralmente a la delincuencia, donde el fuego cruzado arrojó más muertes de civiles que de narcotraficantes.


Sin embargo, la sistemática crítica que se expresa prácticamente sin memoria ni pensamiento desde los micrófonos del PAN, inevitablemente los hunde no sólo en una contradicción sobre sus principios sino que les resta credibilidad cada vez que tratan de desgastar al contrincante en lugar de lanzar una propuesta propia por simple o ingenua que ésta sea.

Ahora que quieren que se preserve la reforma educativa que aprobaron hace un par de años, se les olvida que hace 50 años, cuando ese partido contaba con 30 años, sus militantes visitaban a los habitantes de los estados del norte, de casa en casa, pidiendo firmas contra la aparición de los libros de texto gratuitos porque carecían de un espacio destinado a los valores religiosos; en realidad querían impedir el desarrollo de la educación pública porque competía con las escuelas particulares que surgían como hongos en esa parte del país como respuesta a la educación del Estado, cuyos egresados comenzaban a llenar el mercado de trabajo, sobre todo los profesionales del Politécnico, cuya educación consideraban diabólica.


Si para los panistas un operativo es sinónimo de Estado podemos explicar muchos de los errores cometidos no sólo en el discurso sin en la práctica partidista y, lo que es peor en la administración pública.


Pero en el PAN no sólo hace falta memoria, sino congruencia y sobre todo, inteligencia. El simple hecho de que dirija ese partido un contador público como si el partido fuera una tienda de conveniencia. Los politólogos están ausentes de ese partido, las profesiones humanistas son erradicadas del PAN, las virtudes políticas parecieran pertenecer a los militantes de otros partidos, la cultura y el arte son simples tareas sin sentido para los panistas y el pragmatismo les ha convertido en un partido sin salida y en una derrota sin recuperación a la vista.

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PAN sin memoria

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