1

1,893 vistas

Agosto 05, 2019 00:27 hrs.

Alejandro Cea › diarioalmomento.com

Cultura ›


SR. DIRECTOR:
Bajo el título de Papeles desde Tulancingo te he mandado en algunas páginas síntesis de alguna lectura y alguna reflexión.
Si te regalas unos quince a veinte minutos hoy gustarás y aprenderás de "Si Esto Era un Hombre" de Primo Leví de quien conmemoramos los cien años de su nacimiento.
En este libro narra los días del campo de concentración. Muestra hasta donde podemos llegar en el odio y la irracionalidad. Y, lo más importante: nos permite tomar decisiones para evitar repetir lo que ocurrido hace apenas unos cuantos años.
Te lo envío
Yo tengo el hábito de leer y escribir que conjunto con mi amistad y el deseo de compartir contigo. Ojalá te sea útil esta lectura y las que te he mandado y seguiré mandando.
Un favor: si puedes coméntame este o los otros envíos: critica, sugiere. Es una manera de ayudarme a mejorar y de entrar en comunicación.
Te mando un abrazo. Primo Leví está en tus manos.
Olvidaba decirte que en las librerías y en Kindle está esta obra y otras, como la Tregua del mismo gran autor.

Alejandro Cea.

UNA SELECCIÓN

Si esto es un hombre, de Primo Levi

Un treinta y uno de julio de 1919 nació al norte de Italia Primo Levi. Presente y futuro los
tenía asegurados: familia, estudios universitarios, profesión, trabajo. En unos meses todo lo
perdió. En Italia, al comienzo de los años 30, surgió el fascismo. Su líder –recuperador de las
glorias de Roma diría de sí mismo –. Mussolini trastornó los lazos de la sociedad: la llenó de
odios. Tomó el poder absoluto. En esos mismos años Hitler en Alemania, con la aquiescencia
del voto popular, se convertía en dictador absoluto. Su antisemitismo era el centro de su
discurso, el origen y fin de sus odios. No lo ocultaba.
Como había ocurrido con los judíos de Alemania y de la Polonia invadida, la vida se hizo
imposible para los judíos italianos: prohibición del ejercicio de profesiones, pérdida de vivienda, temor, detenciones. Primo Levi se unió a los grupos de resistencia en contra del gobierno fascista ya en ese momento títere de los alemanes. No sabía manejar una pistola: era
hombre de paz, graduado con muchos honores en química. Su grupo fue traicionado, entregado. La orden era fusilar de inmediato a los llamados partisanos. Por decirlo de alguna manera Primo Leví se salvó: confesó que era judío y a los judíos les estaba reservado algo peor
que la muerte: el campo de concentración. Por esa razón no lo fusilaron de inmediato.
En Fossoli, cerca de Módena se avisó a los seiscientos judíos ahí detenidos que saldrían al
día siguiente. Maletas para quince días. Por cada fugado se fusilaría a diez. Así comenzó el
horror que Primo Leví relata en su libro ’Si Esto Es un Hombre’ del que en las próximas
líneas se ofrece un resumen y algunas citas.
’Si Esto es un Hombre’ señala la irracionalidad, el abismo, el odio a los que los seres humanos pueden llegar y, peor aún, pueden seguir profundizando. El libro muestra el mal descarnado, en puridad, en llama oscura. El mal sin más.
La noche de despedida se rezó, se lloró, se hizo el amor, se bebió. Locura de sentimientos:
se pasaba de la aceptación, al miedo, de ahí a la desesperación. Para subir al tren los primeros
golpes, los gritos destemplados de los alemanes. ¿Los vagones? de mercancías, cerrados.
’dentro hombres, mujeres, niños comprimidos como mercancías en docenas, en un viaje
hacia la nada, hacia el fondo.’ Varios días encerrados, apiñados. La sed, la suciedad, las
riñas. Lo hediondo del vagón y de cada uno. De Italia a Viena, después cruzar Alemania.
Cada kilómetro llevaba a paisajes desolados, las estaciones vacías. El tren hizo varios movimientos para acomodarse en una vía paralela. Fue abierta la puerta. Era de noche. Todos
abajo, los equipajes a un lado les gritaron, los jalonearon. Impresión, sorpresa: imposible la
reacción. Se abrían las puertas del infierno.
Soldados SS con frialdad, sin odio. Seleccionaban, separaban. A un lado hombres sanos jóvenes. Mujeres, niños, ancianos, enfermos en otro: ’Desaparecieron así en un instante a
traición nuestras mujeres, nuestros padres, nuestros hijos.’ Un beso de despedida, una
última mirada. Ahí en la masa negra, golpeada, apresurada se perdían los que hasta el momento era la mujer, los hijos, el padre, el abuelo. Lo más querido.
3
Los escogidos para ¿vivir? son trasladados en un camión. Aparece la puerta del campo.
Arriba la burla de un letrero: ’El Trabajo los Hará Libres’. Avanza el camión. Se detiene.
Gritos, empujones, prisa, carreras. Entran a un cuarto vacío. La sed de varios días crece. Hay
un grifo con un letrero en alemán: Prohibido beber el agua está contaminada. El agua estaba
hedionda, imbebible. ’Así sería el infierno. Una sala grande y nosotros cansados. Teniendo
que estar en pie y hay un grifo con agua que no se puede beber, y esperamos al momento
algo realmente terrible y no sucede nada y sigue sin suceder nada.’
Aparece un SS. Se les ordena desnudarse, dejar sus zapatos. Aparecen, con trajes andrajosos
a rayas, los peluqueros: a todos rapan. Desnudos, ateridos por el frío, sedientos pasan las
horas. Llegan otros presos silenciosos, fantasmales vacíos. A cada uno le avientan unos andrajos y unos zapatones de madera. ’Ya estamos transformados en los fantasmas que habíamos visto.’
’Hemos llegado al fondo no tenemos nada nos han quitado las ropas, zapatos con ellos si
hablamos no nos escucharán y si nos escuchasen no nos entenderían.’ De ahí, siempre
corriendo y con golpes a un gran cuarto con literas. Deben seguir de pie: agotados, sin comer,
con sed. Primo Leví se acerca a una ventana abierta, toma un poco de nieve. Un preso, se lo
quita: ’¿Por qué? pregunté. Me responde aquí no hay ningún porque.’ En el campo todo
está prohibido sin ninguna razón. Es el país de lo irracional. No hay causas ni efectos. Todo
es arbitrario. Aquí no se pregunta, ni se entiende. Aquí se viene morir.
En unos días se han quedado sin patria, familia, amigos; sin nombre – ahora son conocidos
por un número tatuado - . ¿A cambio? el hambre, el agotamiento, el trabajo sin sentido, los
golpes, las llagas en los pies, el ser robado por los compañeros, el hacinamiento, la Babel de
lenguas, la prepotencia de los Kappos.
’Heme aquí llegado al fondo. A borrar con una esponja el pasado. Quince días después
del ingreso tengo ya el hambre reglamentaria, hambre crónica desconocida por los hombres libres, que por la noche nos hace soñar, que se instala en todos los miembros de nuestro cuerpo. He aprendido a no dejarme robar y si encuentro una cuchara, una cuerda, un
botón me lo meto en el bolsillo y lo considero mío de pleno derecho. Ya me han salido en
el dorso de los pies las llagas que no se curan. Empujo carretillas, trabajo con la pala, me
fatigo con la lluvia, tiemblo ante el viento; ya mi propio cuerpo no es mío; tengo el vientre
hinchado y las extremidades rígidas, la cara hinchada por la mañana y hundida por la
noche; algunos de nosotros tienen la piel amarilla, otros gris: cuando no nos vemos durante tres o cuatro días no nos reconocemos.’
Este, quizá el más terrible experimento del mal, aplasta al hombre. Establece una brutal competencia no por la sobrevivencia, sino por algo más sencillo: por comer un poco de la sopa
de nabos y papás o pan; por robarse un trapo o un hilo del vecino, por tener una función que
le permita no desgastarse en el terrible trabajo a las afueras del campo. Cada quien aquí carga
y cuida permanente sus bienes: la escudilla para la sopa, la cuchara, los suecos de madera,
los andrajos de ropa.
4
En el campo de concentración la palabra mañana es la misma que la palabra nada. En cualquier momento irrumpen los SS para hacer una selección: desnudos los condenados pasan
frente a ellos y les entregan una boleta con su número. El SS ve unos segundos al preso. La
boleta pasa a cualquiera de sus ayudantes situados uno a su izquierda y el otro a su derecha.
Pocos días después, por la mañana, unos marchan al trabajo; otros ya no regresan. Pero al
mundo normal nadie regresa para ’dar las malas noticias de cuanto en Auschwitz ha sido
el hombre capaz de hacer al hombre. ’
Por la noche en el sueño, el sufrimiento se mantiene. En una pequeña litera duermen dos y
hasta tres hombres. En sueños la pesadilla hay quienes gritan; otros platican interminablemente a su familia lo que están pasando y su familia no los escucha. El ruido dominante es
el chasquido de lengua: sueñan que están en casa comiendo. Despertar en el campo es continuar, más en vivo, la peor, la insólita, la nunca creída pesadilla.
Todo en el campo es gris, obscuro. Existe entre los desposeídos una diferencia: aquellos que
han logrado sobrevivir y aquellos que sucumben rápidamente. Para sobrevivir hay que acercarse a los poderosos: a quienes los alemanes usan para dominar con golpes, gritos, delaciones y algunos, muy pocos, que tienen un oficio útil: médicos, químicos, electricistas. Y, sobreviven quienes se aferran a su dignidad: se lavan, caminan rectos, se dan tiempo para platicar algún tema serio, para orar. Pero también, indignos, sobreviven los que dejan a un lado
toda moral y se vuelven los más crueles con sus propios hermanos. De todos los que llegan
al campo la mayoría sucumbe rápidamente: vencidos por el dolor su alma, su mirada, sus
ganas de vivir quedan vacíos. El paso siguiente es el abandono y después la selección, la
cámara de gas, su cuerpo convertido en polvo fertilizante.
Para Primo Leví se conjuntaron la suerte, la profesión y la habilidad. Logra estar en el laboratorio de química de la que debería ser una fábrica de hule sintético. Ahí no había tanto frío,
no se trabajaba en la intemperie. Ahí conoció de cerca a los alemanes. El primero fue el
doctor, jefe de laboratorio quien lo entrevistó. Su mirada nunca fue la de un humano a otro
humano. Era la del dueño hacia una bestia de trabajo: vacía, sin ninguna búsqueda de comunidad. Conoció a otro alemán, su jefe cercano. Un rasgo lo pinta: al salir de laboratorio, tocó
unos cables sucios de lodo. Hizo agacharse a Levi.
En el laboratorio varias muchachas alemanas. Hablaban delante de los presos hasta de sus
intimidades: como lo harían delante de un perro. Cuando uno de ellos les dirigió la palabra
se asustaron igual que si una bestia les hubiera hablado.
El campo nulifica, vuelve nada a los presos. Todos están domados y, por tanto, no hay rebelión. ’Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido
breve pero ustedes alemanes lo han conseguido. Aquí nos quieren dóciles. De nuestra parte
nada deben temer: ni actos de rebeldía, ni palabras del desafío, ni siquiera una mirada que
los busque. Nosotros estamos destrozados, vencidos’
A finales de 1944, los rusos avanzaban en Polonia, el campo era bombardeado. Ante la llegada de los rusos, los alemanes evacuaron a casi todos los presos: decenas de miles de presos,
débiles, en el frío, sin alimentos Después se supo: fue una peregrinación sin destino. Todos
5
cayeron por el hambre, el frío, las balas alemanas. El odio de los alemanes ya derrotados se
convirtió en asesinato de todos los que estaban ahí y que podrían sobrevivir a la locura del
Tercer Reich.
En el campo quedaron los enfermos, entre ellos Primo Leví. Su relato los cierra con los días
transcurridos entre la huída de los asesinos y la llegada de los rusos. En esos días ya sin el
terror a la maldad alemana, renace la solidaridad: los que pueden caminar buscan comida
para los incapaces ya de moverse. El campo es un hormiguero: hace la diferencia entre la
vida y la muerte el encontrar papas, nabos, ropa, algún recipiente para calentar. Leví y los
pocos que podían moverse, ven morir a muchos sin poder hacer nada por ellos.
Ante la disposición de tiempo y la libertad los presos recuerdan, reflexionan, recuperan su
capacidad de satisfacción, de paz. ’Estábamos sentados fumando cigarrillos de hierbas
aromáticas encontrados en la cocina y hablando de muchas cosas pasadas. En medio de
inmensa llanura llena de hielo y de guerra, sentíamos en paz con nosotros y con el mundo.
Estábamos deshechos de cansancio pero nos parecía, después de tanto tiempo, haber hecho por fin algo útil; quizá como Dios tras el primer día de la creación.’
Esos momentos de tranquilidad, de humanidad no significa que el daño no esté hecho. Primo
Leví concluye que en ese infierno a todos se les quitó la humanidad. Ese fue el logro de los
alemanes: no sólo ellos dejaron de ser hombres. Perdieron su capacidad de reflexión, tiraron
por la borda la bondad, acabaron con el respeto al otro. Pero también los presos, con algunas
excepciones, perdieron aquello de humanidad, de bien que los distingue de las cosas.
’La última huella de civismo había desaparecido alrededor de nosotros y dentro de nosotros. La obra de bestialización de los alemanes triunfantes había sido perfeccionada por
los alemanes derrotados.
Es un hombre quien mata, es hombre quien cometió o sufrió injusticias; no es hombre
quien, perdido todo recato, comparte la cama con un cadáver o está esperando que su
vecino terminase de morir para quitarles un trozo de pan. Todos están, aunque sin culpa
suya, más lejos del hombre pensante, que el más zafio pigmeo o el sádico más atroz.
Parte de nuestra existencia reside en las almas de quien se nos aproxima: he aquí porque
no es humana la experiencia de quien ha vivido días en que el hombre ha sido una cosa
para el hombre. Nosotros (se refiere a sus amigos Arthur y Charles) fuimos en gran parte
inmunes y nos debemos por ello mutua gratitud; Es por lo que nuestra amistad resistirá el
tiempo. ’
El 27 de enero los rusos llegaron al Auschwitz. ’Charles se quitó la gorra, yo sentí no tenerla’ y termina su relato Primo Leví.
Este su libro, escrito en 1946 hasta doce años después recibió la atención mayoritaria. Primo
Leví se volvió un escritor afamado. Se ha pretendido convertirlo en un intérprete de lo ocurrido. Nunca aceptó ese papel ¿Por qué? porque lo sucedido está más allá del razonamiento,
de las causas que nos descubre la historia, de la culpabilidad de unos cuantos asesinos encabezados por un líder como Hitler.
6
’En el odio nazi no hay racionalidad; es un odio que no está en nosotros, está fuera del
hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, que está fuera más
allá de propio fascismo. No podemos comprenderlo, pero podemos y debemos comprender
dónde nace y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque
lo sucedido puede volver a suceder y las conciencias pueden ser seducidas, obnubiladas de
nuevo, las nuestras también.’
Las personas, las familias, las sociedades fueron llevadas por un ventarrón de odio, de lugares
comunes, de irracionalidad. Para los creyentes, la acción del demonio está ahí presente, visible. Para los no creyentes, como Primo Leví en lo sucedido no se encuentra racionalidad.
Para ambos queda, como bien lo dice Leví conocer de estos horrores y estar en guardia porque
pueden repetirse. El mal está ahí latente, donde se odia, donde se divide, se discrimina. El
mal acecha y quiere dominar.
Este gran libro queda como el gravísimo testimonio de lo que un hombre puede hacer a otro.
Cualquiera que sea la enseñanza de ’Si Esto es un Hombre’ recordar lo ocurrido siempre
será una oportunidad para reflexionar sobre nuestras particularidades inhumanidades y sobre
lo que aún podemos hacer para evitar el odio.

VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

Papeles desde Tulancingo

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.