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Octubre 24, 2018 08:25 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


Los partidos políticos en México no viven de las cuotas de los militantes sino del subsidio del gobierno que es proporcional a la aceptación electoral en los resultados de los comicios inmediatos anteriores.

Entre las condiciones para integrarse a la planilla de precandidatos en todos los partido políticos del país está la de pagar las cuotas que deben, es decir hay militantes del PRI y del PRD, sobre todo, que deben años de cuotas, sin afectarlas finanzas de su organización. Ahora las finanzas de esos partidos requieren urgentemente de esas cuotas.

El hecho de que entre las condiciones para ser candidato sea estar al corriente en el pago de sus cuotas exhibe a México como un país que consiente demasiado un sistema de partidos donde cada uno de ellos es una especie de secretaría de Estado, a juzgar por el momento de su presupuesto, proveniente de los contribuyentes.

La puntualidad en las cuotas de los militantes nunca fue una preocupación para los partidos en México. Ahora es una situación indispensable, urgente.

Los hábitos hacen leyes o vicios. Dependencias o círculos viciosos.

En el caso del PRI varios funcionarios en el ejercicio del poder se hacían los desentendidos con el pago de las cuotas que por obligación debían pagar, mientras en nombre de su partido se despachaban con la cuchara grande del presupuesto asignado a sus dependencia. No pagaban cuotas ni siquiera por agradecimiento por ponerlos donde había posibilidad de tomar dinero, ya no dejaron nada. Ya no hay.

Desde el momento en que los partidos dependían de un subsidio los hermanaba con dependencias de un gobierno con un líder, con una estructura y con un partido político en el poder. De ahí que la democracia se ve afectada seriamente a la hora de cuestionar al poder desde la oposición partidista.

La firma del Pacto por México, en las primeras horas del gobierno de Peña Nieto es un ejemplo de la sumisión de los partidos al poder; si el subsidio los partidos no existiera la autonomía de los partidos de oposición hubiera impedido esa firma que representó la esterilidad ideológica de la oposición.

El sistema de partidos tiene una perversión en su operación, porque en nuestro país ni siquiera opera como un clásico esquema de este proceso sino como una manera de acomodar el modelo de partidos a una estructura vertical donde el poder emane siempre del ejecutivo, sin importar la ideología, la tendencia, la postura que debe identificar a las organizaciones políticas desde las campañas.

El subsidio proveniente de una instancia de dudosa imparcialidad como el INE, provocó que las ideologías, los programas de acción y los estatutos de los partidos políticos se fusionaran. La población no identificaba en los hechos, quiénes estaban en un partido u otro, simplemente tenían curul o cargo. Y eso era suficiente para los protagonistas de la administración pública que ubicados en lugares estratégicos daba lo mismo pertenecer a un partido o a otro.

En México el INE no es nada sin los partidos políticos subsidiados como si fueran dependencias de gobierno, por ello sus consejeros dependen de los partidos a la hora de ser nombrados, para luego hacer como que los partidos depende de la autoridad electoral denominada INE.

Los partidos como están no dan forma a la democracia, ni ésta puede existir en el actual esquema. Los partidos deben entender los tiempos y no mirar atrás sino innovar su propia sobrevivencia de acuerdo a las normas más elementales de la democracia.

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