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Abril 04, 2019 08:15 hrs.

Moisés Sánchez Limón › diarioalmomento.com

Política ›


En enero del año pasado, Andrés Manuel López Obrador andaba en campaña y con los momios a su favor, en declaraciones en el estado de Veracruz con la largueza y la impunidad de ofrecer hasta el maná en busca del voto ciudadano se refirió a las baladronadas del presidente estadunidense Donald Trump y ofreció responderlas puntualmente, algo así como una respuesta espejo.

En esos días como hoy, Trump se empecinaba en alzar el muro de la ignominia en la frontera con México, que hoy ha amagado con cerrarla en aras de frenar la migración indocumentada, aunque fiel a sus estados de ánimo ha matizado de pronto y hasta reconoce que la administración lópezobradorista ha contenido esa ola que viene del sur.

No cabe duda que la asunción al poder cambia realidades, instala en su justa dimensión a los aspirantes, los vuelve a la realidad aunque ésta les pegue como un insulto recordándoles que son demagogos, vendedores de sueños y engañabobos. La lección no es fácil de digerir y mucho menos cuando la persistencia en llegar al máximo cargo de elección popular en México se vuelve el sueño palaciego con ese despertar de madrugada y saberse el jefe máximo.

¡Ah, el poder! Sí, éste poder máximo y supremo que envanece y permite levitar al señorpresidente que nunca se equivoca y si lo hace se vuelve a equivocar y en la corte palaciega no hay quien se atreva a decirle que pisa las baldosas terrenales porque el poder es prestado, a menos que logre consumar la aspiración reeleccionista, de cuya negación nadie le cree.

Así la demagogia, así la venta de sueños y del paraíso terrenal, la caída del maná que acabará con la pobreza y permitirá al señorpresidente hablar de tú a tú con su contraparte que es el máximo representante de la primera potencia del mundo, pero…

Cuando la realidad le llega como viento frío del invierno en Palacio Nacional asume que no, siempre no puede responder de tú a tú a Trump porque hay un acuerdo, el mismo que su yerno Jared Kushner, asesor de la Casa Blanca, vino a recordar hace unos días en casa de don Bernardo Gómez, vicepresidente ejecutivo de Televisa.

Porque, pese a que López Obrador dijo que en el encuentro no se tocó el tema del muro fronterizo, cándidamente deslizó que se abordaron dos asuntos, uno relacionado con las inversiones de Estados Unidos como estrategia para generar empleos en la región y desalentar, sí, desalentar la migración –ésta que es factor del amago de Trump para cerrar la frontera, ni más ni menos—y dizque unos pendientes asociados con el tratado comercial, el mismo que el Congreso estadunidense no aprobará mientras no haya reforma laboral en México. ¿Nada sustancial en el encuentro López Obrador-Kushner? ¡Ajá!

Pero, además agréguele esa referencia de que el encuentro sirvió para avanzar en negociaciones para impulsar un programa bilateral para el desarrollo regional del sureste mexicano y en países centroamericanos. ¿Causas suficientes para no responder a los insultos y amagos de Trump? ¡Vaya cambio de modales, señorpresidente! ¿De cuándo acá tan fifí?

Mire usted. En enero de 2018 el entonces precandidato presidencial de la coalición Juntos haremos historia, integrada por Morena y el PT, a la que se sumó el PES, Andrés Manuel López Obrador, acusó a Trump de usar el tema del muro con México como propaganda reeleccionista.

Y advirtió que, de ganar la elección presidencial lo pondría en su sitio, respondiéndole en similares espacios, es decir, en las redes sociales.

’Vamos a respetar al presidente Donald Trump –dijo--, pero va a tener que respetarnos. No va a agarrarnos siempre de escarnio; no es que se levantó en la mañana y voy a poner en mi Face: los mexicanos son muy malos, porque se lo recomendaron sus publicistas. Cuando diga algo va a tener una respuesta. No es que le voy a mandar a decir con el canciller. No. Yo también le voy a mandar a decir lo que pienso (por Twitter).

’(…) Todavía no son las elecciones y ya está haciendo propaganda con el muro. Si fuese real lo que está diciendo, ya hubiese construido el muro, y se ha dedicado nada más en estarlo proclamando, y no hay intención real, es nada más propagandístico’.

Incluso, ese día de enero de 2018, López Obrador sostuvo que el hecho de que Trump diga que México es el país más peligroso del mundo, afecta a la imagen de nuestra nación.

Y, más en esa campaña, dijo que el entonces presidente Enrique Peña Nieto no contestaba porque ’lo asustó Trump desde que le habló por teléfono. Le alzó la voz, lo calló, pero con nosotros es distinto. Sin faltarle al respeto, lo vamos a poner en su sitio, lo vamos a hacer entrar en razón’.

A esa breve distancia de poco más de un año, investido Presidente de México López Obrador ha cambiado abismalmente su postura. Dejó de lado la bravuconería y asumió una salpicada de sospechosismo, que entraña la consideración de acuerdos soterrados en los que es evidente que su gobierno asume la responsabilidad de contener a la ola indocumentada que viene del sur, e incluso ha promovido reformas a la Ley de Migración, apenas aprobadas ayer en la Cámara de Diputados, para asistir a los migrantes ilegales que llegan a México y no generar problemas domésticos.

Y, en ese ánimo de no molestar a Trump, alzó las manos con el peace and love, en vivo y en directo desde Palacio Nacional, para no dejar duda desde el centro mismo del máximo poder público de México de que lo dicho en enero de 2018 se perdió junto con el rubor.

Con un discurso que pretendió ser un tanto respondón, manifestó que el cierre de la frontera no conviene a nadie. Y, en el extremo, hasta y celebró que su homólogo estadounidense, Donald Trump, reconozca que su naciente e imberbe gobierno está ayudando en el tema migratorio.

Vaya, hasta dijo que seguirá ayudando a Estados Unidos porque ’no nos conviene, a nadie, el cierre de fronteras’.

’Yo celebro que ya el gobierno de Estados Unidos esté reconociendo que nosotros estamos ayudando. Lo vamos a seguir haciendo. Vamos a seguir apoyando, con mucho cuidado, con mucha cautela porque se trata de un fenómeno que surge por la desatención a la gente’, dijo con aplomo el licenciado López Obrador.

Y, poco después de la conferencia mañanera, desde el Senado le enmendaron la plana. Conforme a lo previsto en el artículo 76 constitucional, Fracción I, los coordinadores de las ocho bancadas que integran la Junta de Coordinación Política de la Cámara alta acordaron y firmaron una carta que enviaron a sus contrapartes del Senado de los Estados Unidos, Mitch McConell, líder de la mayoría, y Chuck Shumer, líder de la minoría.

El texto es en respuesta al agravio de Trump al gobierno de México, a los mexicanos y a la comunidad migrante, a los que acusa y descalifica y amenaza con cerrar la frontera.

Un párrafo es muestra del ánimo senatorial y, sin duda, de la inmensa mayoría de los mexicanos, aunque no del licenciado López Obrador. A saber:

’En respuesta a ese agravio, el Senado de la República repudia las expresiones vertidas por el Presidente Trump, mismas que degradan la histórica amistad que ha caracterizado la relación bilateral e ignoran el espíritu de cooperación que el Estado mexicano ha demostrado siempre para encontrar soluciones a los retos compartidos que se derivan de vínculos tan intensos y relevantes para ambos países’.

¿Peace and love, Presidente? ¿La otra mejilla junto con la demagogia proselitista? De pena ajena. Digo.

JUEVES. Por cierto. Tal vez el tema fue abordado en ese desayuno que ayer miércoles compartieron Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal Ávila. Pero…

Veamos. Si alguien duda de la cercanía entre López Obrador y Monreal, además de compartir militancia y convicciones morenistas, comparten el pan y la sal.

Y ayer, concluido el desayuno con el Presidente en Palacio Nacional, el líder de la mayoría en el Senado, dijo que el encuentro fue sólo para mantener cercanía, porque la política y los conflictos internos de Morena no son temas que él o López Obrador aborden.

Monreal, preside la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta y acotó que está dedicado en pensamiento, palabra y acción, estrictamente a las tareas senatoriales y no se permite ninguna clase de distracción, menos algún canto de sirenas o invitación a asuntos partidistas o electorales.

’No tratamos asuntos de partido –refirió--, yo estoy totalmente alejado del partido, he decidido de manera seria no involucrarme en asuntos partidistas, lo dije hace un mes y lo estoy cumpliendo, no hay ninguna posibilidad de que yo esté involucrado en asuntos de partido y no lo voy a hacer mientras mantengo mi disposición en el Senado’.

De Alejandro Rojas Díaz Durán, su hoy excoordinador de asesores, comentó que actúa por su cuenta y a motu proprio… Conste.

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¿Paz y amor, Presidente?

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