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Julio 10, 2017 14:56 hrs.

Mario Andrés Campa Landeros › diarioalmomento.com

Religión ›




La respuesta es obvia: no estaba en la voluntad de Dios; aunque Moisés fue un gran profeta y hombre de Dios, ’muy manso más que todos los hombres de la tierra’ (Núm. 12:3; Dt. 34:10-12), tuvo un momento de ira, en el que no dio a Dios la gloria que le debía, desobedeciéndole. Veamos la narración y las circunstancias en que se produjo:
Números 20:5-13: ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber. (6) Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos. (7) Y habló Jehová a Moisés, diciendo: (8) Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. (9) Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. (10) Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? (11) Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. (12) Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. (13) Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.
Notemos que Dios mandó a Moisés no que golpeara la peña como en Horeb (Éxodo 17:6), sino que hablara a la peña ’y ella dará su agua’; esta peña o roca simboliza a Cristo (1ª Corintios 10:4), ’la Roca de su salvación’ (Dt. 32:15; Cf. Sal. 89:26), y el agua representa al Espíritu Santo (Juan 4:14; Cf. Juan 7:37-39). Por eso, era importante obedecer las instrucciones de Dios, para Su gloria; el hecho sobrenatural de sacar el agua de una roca nunca debió apropiárselo Moisés como algo que estuviera en sus manos el realizar, sino que debería haber servido para mostrar el cuidado, misericordia de Dios a Su pueblo y también Su infinito poder, para que nunca más dudasen de Él.
1 Corintios 10:4: y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
Juan 4:14: mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Juan 7:37-39: En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. (38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Apocalipsis 22:17: Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Sin embargo, Moisés en lugar de hablar a la peña como Dios le había ordenado, le dio dos golpes, pero además interpeló al pueblo diciendo ’¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?’, como si se tratase de una obra que estaba en sus manos el hacerla; es decir, Moisés atribuyó a sí mismo y a su hermano Aarón el poder que solo corresponde a Dios.
Como consecuencia ’Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado’ (Núm. 20:12); lo que quiere decir, que ni Moisés ni Aarón entrarían en la tierra prometida. Y así fue; porque Dios le dijo, ’…Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás a ella (5) Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová [ …] (7) de edad de ciento veinte años’ (Deuteronomio 34:4-7).
3. Aunque Dios no le concedió la patria terrenal le proporcionó una mejor, esto es, celestial.
Aunque Dios no le concedió la patria terrenal le proporcionó una mejor, esto es, celestial (Hebreos 11:16). Pues Moisés fue resucitado como primicias de la resurrección que habrá en la Segunda Venida de Cristo en gloria.
Esto lo hemos deducido puesto que Moisés se aparece a Cristo en el monte de la Transfiguración. Allí Elías aparece junto con Moisés –se sobreentiende que corporalmente, en cuerpos espiritualizados– en el monte donde Jesús se transfigura –’…y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz’ (Mateo 17:2)– delante de los discípulos –Pedro, Jacobo y Juan–, que pudieron ver a dos varones (o hombres s/NBJ,1998), y oír que hablaban con Él. Los evangelistas, tanto Mateo como Marcos y Lucas, identifican a estos hombres con Moisés y Elías (Mateo 17:1-9; Marcos 9:2-8; Lucas 9:28-36). Lucas especifica que aparecieron en gloria o rodeados de gloria según versiones. Si hubieran sido espíritus no hubieran sido visibles. Además, el apóstol Pedro, propuso enseguida hacer tres enramadas –tiendas, según NBJ,1998–, ’una para ti, una para Moisés, y una para Elías’(17:4); se supone que los espíritus no necesitan tiendas para habitar, pues no tienen ’carne ni huesos’ (Lucas 24:39).
La transfiguración
Mateo 17:1-9: Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; (2) y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. (3) Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. (4) Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. (5) Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia;(B) a él oíd. (6) Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. (7) Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. (8) Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. (9) Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
Nos puede extrañar que aparezca Moisés en el monte de la Transfiguración, pues sabemos que la Biblia dice ’que murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. (6) Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. (7) Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. (8) Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés’ (Deuteronomio 34:5-8).
San Judas apóstol en su epístola universal da a entender que Moisés fue resucitado y llevado al cielo (Judas 9). Enoc y Elías tipifican a los salvos que, estando vivos cuando aparezca el Señor en gloria, y que serán transformados, –quiere decir, convertido lo corruptible en incorruptible, el cuerpo animal, en cuerpo espiritual (1ª Corintios 15:44,51,53)– son arrebatados al cielo a recibir a Cristo (1ª Tesalonicenses 4:13-17). Y Moisés representa a los salvos muertos, que cuando aparezca Cristo en su segunda venida, serán resucitados, y transformados sus cuerpos a semejanza del mismo cuerpo glorioso de Cristo.
En mi opinión, si Moisés no hubiese resucitado no habría podido presentarse corporalmente, junto con Elías en el monte de la transfiguración, porque no existe la vida después de la muerte sin el cuerpo. El ser humano es corporal y físico, y convertirse en espíritu sería adoptar una naturaleza para la que nunca fue creado, y que no le corresponde de ninguna manera. Por eso, la Palabra de Dios dice expresamente en Judas 9, que el cuerpo de Moisés fue rescatado por ’el arcángel Miguel [cuando] contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés’.
Judas 1:9: Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
¿Qué pretende revelarnos la Palabra de Dios con la descripción de esa contienda por el cuerpo de Moisés? ¿Para qué le iba a servir a Dios rescatar un cuerpo muerto, más o menos corrompido o incluso convertido en polvo?
Lo que quiere decirnos la Palabra, con la lucha por el cuerpo de Moisés entre dos entidades celestiales que se lo disputan, no es que Dios precisara el cadáver de Moisés para poder resucitarlo. Lo que se estaba disputando es el derecho a la vida eterna de Moisés, puesto que, como todo ser humano, había pecado, y la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23); y todavía Cristo no había muerto en su lugar, para pagar la deuda de sus pecados, por lo que era reo de muerte, y por tanto, no tenía el derecho de ser absuelto y volver a la vida. De ahí la oposición del diablo, que podía alegar que resucitar a Moisés, o cualquier otra persona, sin que se hubieran saldado sus deudas, significaba una injusticia por parte de Dios, pues el pecado quedaba impune. Sin embargo, la perspectiva de Dios es diferente, pues, Cristo había sido destinado desde antes de la fundación del mundo, para ser el Cordero sin mancha y contaminación, que por medio de su sangre preciosa, en el sacrificio de su vida, rescataría a todo aquel que en Él creyera (1ª Pedro 1:18-20; Juan 3:16).
Para Dios, que vive en la eternidad, no hay tiempo, Él vive un presente eterno. El sacrificio redentor de Cristo, como paga de la deuda del pecado, es válido desde la eternidad, porque Él se ofreció al Padre, antes de la fundación del mundo, para ser la víctima propiciatoria, el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo (Juan 1:29). Por ese motivo, todos los creyentes que murieron antes de Cristo han recibido el derecho a la vida, a ser resucitados para vida, en el día final. Pero solo los personajes citados viven en el cielo, y posiblemente también los resucitados como primicias de la resurrección de Cristo, y que cita el Evangelio de san Mateo:
Mateo 27:52-53: y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; (53) y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
4. Conclusión
Dios no permitió a Moisés entrar en la Canaán terrenal, porque éste cometió un error grave (Números 20:5-13), pero es seguro que Dios quería para él –el más grande profeta de Israel, que conoció a ’Jehová cara a cara’ (Dt. 34:10)– lo que más le convenía, pues, aunque murió a la edad de ciento veinte años (Dt. 34:7), Dios lo resucitó, y lo llevó a la Canaán Celestial. De igual manera actúa Dios con todos los que confiamos en Él, dándonos siempre lo mejor, lo que más nos conviene en cada momento (Romanos 8:28).
Romanos 8:28: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Por otra parte, el episodio de la Transfiguración registrado en los Evangelios (Mateo 17:1-7; Marcos 9:2-13; Lucas 9:28-36), y por el texto de Judas 9, prueba bíblicamente que ni Moisés ni Elías estaban durmiendo en el sueño de la muerte en el sepulcro, y que tampoco eran espíritus desencarnados, sino hombres cuyos cuerpos fueron transformados en cuerpos celestiales o espirituales a semejanza del cuerpo resucitado de Cristo. Los seres humanos no pueden vivir desencarnados, como espíritus puros, porque esa dimensión es extraña a la naturaleza humana, y a su esencia como criaturas de Dios distintas a los ángeles, que sí son espíritus puros.
Esperando haber respondido satisfactoriamente a su pregunta, quedo a su disposición para lo que pueda servirle.
SEGÚN OTRO ESTUDIO
Moisés cometió una seria equivocación. El examinar este incidente nos ayuda a entender mejor, no solo la posición privilegiada que tenía Moisés, sino también su gran responsabilidad ante Jehová como caudillo y mediador de la nación. Debido a la escasez de agua, el pueblo empezó a protestar amargamente contra Moisés, culpándolo de haberlos sacado de Egipto al desierto árido. Moisés había aguantado mucho: tuvo que soportar la terquedad y rebeldía de los israelitas, compartir sus dificultades e interceder a favor de ellos cuando pecaban, pero en esa ocasión perdió momentáneamente su mansedumbre y su genio apacible. Exasperados y amargados de espíritu, Moisés y Aarón se levantaron ante el pueblo como Jehová había mandado. Pero en vez de dirigir la atención a Jehová como el Proveedor, hablaron con brusquedad al pueblo y asumieron un protagonismo que no les correspondía. Moisés dijo: ’¡Oigan, ahora, rebeldes! ¿Es de este peñasco de donde les sacaremos agua?’. Luego Moisés golpeó la roca y Jehová hizo que fluyera suficiente agua para la multitud y sus rebaños. No obstante, Dios estaba disgustado con la conducta de Moisés y Aarón. No cumplieron con su responsabilidad principal, a saber, magnificar Su nombre. ’Actuaron en desacato’ contra Jehová, y Moisés ‘habló imprudentemente con sus labios’. Más tarde Jehová decretó: ’Porque ustedes no mostraron fe en mí para santificarme delante de los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto ustedes no introducirán a esta congregación en la tierra que yo ciertamente les daré a ellos’. (Nú 20:1-13; Dt 32:50-52; Sl 106:32, 33.)

Moisés, siguiendo el mandato de Jehová, subió al monte Nebo para ver la Tierra Prometida desde esta posición elevada, y luego murió. (Dt 32:48-51; 34:1-6.)

Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando falleció. La Biblia dice con referencia a su fortaleza física: ’Su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido’. Jehová lo enterró en un lugar que nunca se ha descubierto. (Dt 34:5-7.) Probablemente se hizo así para impedir que los israelitas cayeran en la adoración falsa convirtiendo su tumba en un santuario. Parece que el Diablo deseaba valerse del cuerpo de Moisés para algún fin semejante, pues Judas, el discípulo cristiano y medio hermano de Jesucristo, escribió: ’Pero cuando Miguel el arcángel tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a llevar un juicio contra él en términos injuriosos, sino que dijo: ‘Que Jehová te reprenda’’. (Jud 9.) Antes de cruzar hacia Canaán acaudillado por Josué, Israel observó treinta días de duelo en memoria de Moisés. (Dt 34:8.)

La antigua Tierra Prometida era un regalo para la vista. Bien se la ha descrito como una tierra ‘que manaba leche y miel’. (Génesis 13:10; Éxodo 3:8.) Moisés la llamó ’una buena tierra, tierra de valles torrenciales de agua, manantiales y profundidades acuosas que brotan en la llanura-valle y en la región montañosa, tierra de trigo y cebada y vides e higos y granadas, tierra de olivas de aceite y miel, tierra en la cual no comerás pan con escasez, en la cual no te faltará nada, tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas extraerás cobre’. (Deuteronomio 8:7-9.)

Si Jehová pudo dar a su antiguo pueblo un hogar tan rico y hermoso, de seguro podrá dar a sus siervos fieles de la actualidad un glorioso paraíso que abarque toda la Tierra, con montañas, valles, ríos y lagos. Sí, la antigua Tierra Prometida, con toda su diversidad, no fue más que un anticipo del paraíso espiritual de que gozan sus Testigos hoy día y del futuro Paraíso del nuevo mundo, donde se hará realidad la promesa de Salmo 37:29: ’Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella’. Cuando Jehová dé tal hogar paradisíaco a los humanos obedientes.

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¿Por qué Moisés no entró a la tierra prometida?

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