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Noviembre 14, 2019 09:12 hrs.

Alejandro Cea › diarioalmomento.com

Cultura ›


SR. DIRECTOR:
Con ánimo de una reflexión común sobre lo que pasa en la vida poltica te mando estas reflexiones. Surgen por la petición de un buen amigo y muy brillante joven estudioso. Me han permitido ordenar lo que pienso. Te las participo. Me ha quedado claro que escribir ayuda mucho a saber lo que pensamos y dejar de lado lo que nada ayuda: el insulto, la repetición de lo que otros dicen y la incapacidad para a lo menos tratar de cambiar en algo nuestras vidas para hacerlas un poco más cristianas por decirlo de alguna forma. .
Un abrazo
Alejandro.

SOBRE EL PRIMER AÑO Y MEDIO DEL GOBIERNO DE ANDRÉS MA-NUEL LÓPEZ OBRADOR.

Para mi admirado y querido RCMyT quien pro-voco estas líneas y las que siguen.

Ha pasado casi un año desde su toma de posesión y año y medio en que con muy escasa elegancia y discreción tomó el poder. Especifican su gobierno más de 500 días de exposi-ción a los medios; el hablar sobre temas controvertidos y estar en el centro de las preocupa-ciones y pláticas de toda una sociedad.

Un joven y muy brillante amigo me ha solicitado mi opinión sobre López Obrador. Este amigo por su trabajo profesional sabe del fracaso económico y en seguridad; conoce de las diarias mentiras; tiene información de las corruptelas de este régimen. De ahí que estos te-mas se eviten aquí y se ofrezca una opinión sobre las oportunidades de este régimen, tema no muy tratado, sobre las facetas morales del discurso del Presidente.

Estas líneas no son, como ocurre con todo lo referente a López Obrador, para recibir nega-ciones o aplausos producto del sentimiento más que dé la razón. Sus finalidades son: res-ponder a una petición de un amigo que mucho estimo y mostrar el impacto moral de su ac-tividad.

Será en líneas posteriores en las que presentaré alguna explicación sobre las razones del surgimiento de un régimen como el actual y sobre la responsabilidad que tenemos, en parti-cular, los egoístas e idólatras del dinero y éxito personal, en su surgimiento y fortaleza.

De entrada se aclara que es difícil hacer juicios sobre este gobierno a través de la evalua-ción sobre el cumplimiento de metas de la planeación nacional pues a esta le la falta estruc-tura, objetivos, metas. El Plan Nacional de Desarrollo más asemeja un discurso de cam-paña.

Descubrir la posición del gobierno también se dificulta con el análisis de su discurso pues este se constituye por la repetición permanente de frases hechas: la corrupción, las falsas reformas, la bondad del pueblo, etc., y por un enorme conjunto de ambigüedades y menti-ras.

Además, la centralización en la persona del presidente hace muy difícil el tener algunas apreciaciones del funcionamiento de sus principales burócratas que, con excepción de algu-nos como los Secretarios de Relaciones Exteriores y de Seguridad Pública, están desapare-cidos y sólo se muestran cuando son requeridos para hacerle coro al propio presidente de la

República. A falta pues de algo mejor utilizaré como criterios de juicio las expectativas que ha despertado este gobierno.

UNA CAPACIDAD DE CONVOCATORIA DESAPROVECHADA.

Al llegar a la Presidencia con más de la mitad de los votos emitidos y con una gran popula-ridad, sería esperable el aprovechamiento de esa gran convocatoria para la realización de acciones en temas relevantes de la vida pública. El surgimiento de un gobierno con una im-portante base social abría la oportunidad de cohesionar a la sociedad y hacerla sentir partí-cipe del cambio. Pero la sociedad no recibió ninguna convocatoria: recibió becas y recursos económicos que casi en nada obligan. Se desaprovechó esa gran oportunidad.

Al convocar a todos se une a la sociedad: las divisiones políticas se diluyen en el ámbito de la política, del bien común, del desarrollo de la nación. Ocurrió lo contrario, con un dis-curso chabacano se privilegia a las divisiones sociales y se impide la confluencia de las for-talezas de la sociedad para atender algún gran tema prioritario.

Imaginemos si el Presidente hubiera convocado, por poner ejemplo, a todos los jóvenes a hacer ejercicio, desarrollar un programa de vida y ofrecer un servicio social a su nación. O, con algo de alcance más corto imaginemos a un Presidente que llamara a todos los maestros y estudiantes de México a realizar acciones para superar el aprendizaje y apoyarse mutua-mente para que ningún joven quedara sin escuela.

Es curioso pero sus posibles modelos revolucionarios después de las etapas armadas inicia-ron campañas educativas y de salud en todo el territorio ya sea de México, de Cuba, de Ni-caragua. Aquí no se propusieron más que críticas y becas.

ORGANISMOS PÚBLICOS NEGADOS.

El Presidente de la República tiene en los organismos del gobierno su principal, casi único, instrumento para el cumplimiento de sus políticas. Todos los gobiernos tienen como medios principales la reforma administrativa y la innovación en las formas de ejercicio del gasto.

El estilo de labor de este Presidente ha sido la crítica a los organismos públicos, de nuevo utilizando un lenguaje chabacano, sin datos y metas precisas y la concentración del gasto en su propia decisión.

Esto ha llevado de alguna forma al deterioro de servicios: como los de salud o al manteni-miento de su inercia como pasa con la educación. La concentración del gasto ha causado el cierre de algunos servicios y el deterioro de todos. Podría afirmarse que no existe ningún organismo público que haya mejorado sensiblemente sus servicios.

Y el gran cambio ha consistido en crear una nueva estructura en las entidades federativas, las delegaciones estatales las cuales han aumentado el gasto corriente, han creado conflictos y en nada han ayudado a mejorar la administración pública.

BUROCRACIA NEGADA.

Dentro de este proceso los empleados públicos son de gran importancia. La identificación de ese enorme grupo de personas con las políticas es esencial para el cumplimiento de las finalidades de los programas de gobierno. Muchos de los empleados votaron por actual Pre-sidente.

Pero al igual que pasa con la sociedad, el Presidente no ha aprovechado el apoyo posible de este grupo. Todo ha sido crítico, negación. Predominan los ceses intempestivos, la crítica a la corrupción y la falta de motivación con ideales y aumento del sentido de participación. Difícilmente esto atrae la lealtad y le quita al gobierno mexicano la oportunidad de contar con el apoyo de un grupo calificado. Los conflictos con los presidentes municipales que han llegado hasta la violencia provocan el rompimiento de una estructura concreta, cercana a la realidad con el Poder Ejecutivo Federal.

En cambio, dentro de las burocracias el Presidente López Obrador privilegió a los docentes disidentes. Estos grupos después de obtener beneficios gremiales han vuelto a sus prácticas de presión. En ningún momento han sido, ni serán grupos capaces de apoyar la implanta-ción de las políticas educativas.

AUSENCIA DE PROYECTO DE NACIÓN.

En el fundamento de esta incapacidad para proponer los logros que unifican a una sociedad se encuentra la ausencia de un proyecto de nación y, en cambio, la presentación de una de-nominado cuarta transformación cuyo único contenido es muy limitado: la honradez, la au-sencia de corrupción. La equiparación de la cuarta transformación con los ideales y logros de la Independencia, la Reforma y la Revolución la hace, por decir lo menos, ridícula. Lo más grave: la vaciedad del discurso suple las propuestas concretas sobre aquello que la Na-ción puede alcanzar.

A diferencia de los otros grandes movimientos sociales que construyeron una ideología y convocaron al compromiso de los mexicanos, la cuarta transformación oculta, si es que la tiene, su ideología y no pide ningún compromiso: por lo contrario, exige únicamente acep-tar una beca. Esta cuarta transformación está constituida por la negación de lo ocurrido an-teriormente: ’la falsa reforma educativa, el seguro que no es ni popular ni seguro, el neoli-beralismo como síntesis de todos los males.’

En síntesis tenemos en Andrés Manuel López Obrador un presidente que convenció a la mayoría para que votara por él y por los candidatos de su partido al Poder Legislativo pero que ha tirado por la borda las oportunidades para convocar a la sociedad a acciones concre-tas para superarse y participar en el cambio; que ha dejado de lado: trastocado y desarbo-lado al aparato estatal y humillado a sus servidores públicos y que no ofrece ningún pro-yecto claro de Nación excepto en que no está de acuerdo con todo lo que ha pasado.

SOBRE EL ESTILO DE GOBIERNO. LA MORAL DE LOS FARISEOS.

De los gobernantes quedan modas, estilos de vida, formas de hablar y actuar. El estilo de muebles de Luis XV, las conferencias en el radio de Roosevelt, los discursos de Castro, los dispendios y casonas de Miguel Alemán, la sencillez del que fue presidente de Uruguay, los mesianismos de Evita Perón son en un listado desordenado a propósito de las posibles he-rencias del gobernante. Los gobiernos pasan, usualmente dañan y mucho a la vida de la so-ciedad, pero dejan como herencia algunas costumbres.

Quizá el estilo que heredará López Obrador será no únicamente el de la verborrea y perso-nalismo; es decir el mucho hablar y el todo centrarlo en su persona: Mussolini, Castro, en-tre otros son modelos más fuertes. No, quizá su herencia propia, innovadora será el uso de la moral como excusa, como justificación, como arma política, como cortina de humo. En fin, como medio principal de una política y una administración fracasadas.

Como fundamento de las leyes, de las costumbres, de los juicios de las personas, las fami-lias, la sociedad y los gobiernos está lo que ’debe hacerse’. A través de la historia se va conformando un carácter moral que dicta, primero confusamente y después con claridad y para todos, lo que es bueno y malo. Esta moral se concreta, en ocasiones en leyes. Así, por ejemplo, se fue desarrollando en la sociedad la obligación de respetar la diversidad sexual. Con el tiempo este deber se concretó en leyes.

La ética fija ideales mismos que señalan las mejores potencialidades de las personas y de la sociedad. Los ideales de justicia, de tolerancia, de paz, etc., dan sentido a los esfuerzos de la sociedad y a las políticas públicas. Esos ideales se expresan en pocas palabras: ’debemos ser una nación justa’: ’la violencia es inadmisible’; ’todos tenemos derecho a el mejor desarrollo’, etc.

Andrés Manuel López Obrador heredará algo extraordinariamente dañino: el uso de la mo-ral, no como ideal, ni como fundamento; sino en su más pobre vertiente: como medio de re-presión, de negación o de justificación de los amigos y socios. Esta herencia, sin embargo, tiene como justificación la inmoralidad de una sociedad como la nuestra.

De hecho, sus decisiones sobre ejercicio del gasto, asignación de puestos, justificación de acciones, etc., están fundadas en un discurso moral que, entre otros defectos tiene el de la arbitrariedad de definiciones. Así una institución puede ser negada y dejada sin presupuesto porque ’hubo corrupción’ y un funcionario con negro historial es absuelto por el sólo he-cho de ser leal al Presidente.

De tener como primera obligación la de la aplicación de la Ley el actual Presidente se pre-senta como el primer árbitro de la moral no sólo actual sino de la historia. El y sus segun-dos no aceptan ninguna crítica por la falta de ’capacidad moral’ de quienes las emiten.

Este uso de la moral que ha sido denominado tradicionalmente como ’farisaica’, es decir de los fariseos que condenaban a todos desde su pretendida bondad provoca graves daños pues deja en la indefensión a una sociedad que requiere el imperio objetivo de la ley.

Si el éxito de López Obrador está en su discurso moral será conveniente preguntarse si la falta primordial de nuestra sociedad es la de una inmoralidad brutal que no sólo consiste en la corrupción del gobierno sino en la falta de solidaridad, de amor, de misericordia de los que muchos tenemos para quienes poco tienen. La respuesta a esta pregunta es quizá clave para explicar el por qué de lo que pasa y para asumir las propias culpas.

ALGUNOS RESULTADOS CONCRETOS.

Con un año de gobierno legal y de año y medio de gobierno real los resultados están a la vista: en lo económico el crecimiento es nulo, la inversión prácticamente parada, la venta de bonos de gobierno en auge y, con seguridad, la balanza de los pagos comenzará a ser deficitaria.

En las prioridades gubernamentales la obscuridad es total: los avances en la salvación de PEMEX, desconocidos y los vaivenes de la política energética quitan seguridad a la inver-sión y hacen temer que México quede aumente su rezago en el uso de energías limpias.

Respecto de los servicios para el bienestar educación y salud no se encuentra ningún avance y sí serias dificultades en el abasto para los servicios de salud y nulas actividades para la mejora dela educación.

Es evidente, además, el fracaso del modelo de seguridad y la indefinición de la operación de la llamada Guardia Nacional.

Por último, todo el sistema de becas y donativos al parecer no muestra efectos. Los datos sobre los contratados en el programa Jóvenes construyendo en futuro son ridículos y predo-mina la obscuridad sobre el impacto en el programa de reforestación.

La administración del actual gobierno tiene un punto positivo: no ha endeudado más al país, ni provocado una devaluación o una espiral inflacionario. Tiene, como ya se dijo un problema: la negación de todo lo anterior que quita continuidad, confianza y acuerdo social a los programas y actividades del gobierno.

Esta falta de resultados difícilmente podrá revertirse pues en el discurso de la propia satis-facción moral, no cabe la autocrítica y, como se verá a continuación, en ese discurso se ase-gura la permanencia de la popularidad.

ACEPTACIÓN PÚBLICA.

Se expresa, por especialistas que el Presidente López Obrador vende y vende bien espe-ranza. Disiento de esta creencia. López Obrador vende la respuesta a un resentimiento y a

un sentimiento generalizado de carencia. Me explico: la sociedad mexicana ha ido constru-yendo una conciencia crítica a todo lo que pasa en el gobierno y en los servicios públicos. En poco o nada valoramos lo que el estado mexicano ofrece en materia educativa, de salud, de caminos, etc., y menos lo que ofrece en materia de estabilidad financiera.

Dicho de otra forma: nos quejamos de todo. Con el discurso de oposición panista, con las propias deficiencias de los servicios, con los escándalos de la clase gobernante y con una mentalidad hecha menos para la propia responsabilidad y más para la exigencia a los demás, existe una cultura de resentimiento contra el gobierno.

En particular los grupos privilegiados han conformado una cultura de negación de todo lo ocurrido en el país y de las debilidades de sus instituciones prácticamente igual a la concep-ción de López Obrador. El linchamiento de Peña Nieto es un ejemplo entre muchos.

López Obrador ha aprovechado magníficamente esta crítica para obtener votos. A esta con-ciencia resentida le dio no conceptos ni ideas claras, le ofreció lemas: el PRIAN, el neolibe-ralismo, las falsas reformas, el robo de miles de millones, los altos sueldos, los organismos caros, etc. Creo el monstruo que le da justificación a su fracaso.

De ser esperanza pronto perdería popularidad, pero él no ofreció esperanza, ofreció justicia y esta es infinita. De ahí que perdure su nivel de popularidad.

CONCLUSIÓN.

Lo que aquí se ha procurado es establecer un perfil de un gobierno que está cambiando la conciencia de un pueblo. Sin proponer ideales, sin mejorar a nadie está incidiendo en la conciencia moral fortaleciendo el resentimiento y escudando su fracaso en la negación total de la historia y de quienes se le pudiesen oponer.

Al terminar estos renglones me explico a un López Obrador como la mejor respuesta a un México con grupos sociales enriquecidos formados por egoístas, frívolos y groseramente ignorantes. López Obrador responde a una sociedad agraviada, desigual, depauperada, res-puesta en frases, en lemas, sin soluciones, pero a fin de cuentas una respuesta que quizá im-pide que como en Chile o en Bolivia las multitudes salgan a destruir a los que con nuestras vidas los hemos insultado durante años y lo peor, sin siquiera darnos cuentas, sino con nuestra buena conciencia.
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