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Septiembre 23, 2017 10:33 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


Desde la perspectiva del poder la sociedad organizada se convierte en un peligro para la preservación de sus privilegios. Tal y como sucedía en el tiempo de las monarquías.
Asomarse temerosamente por la ventana del poder que conforma esas cuatro reducidas paredes del televisor y ver que las calles de los mexicanos están tomadas por los mexicanos y la salvación de la población afectada está cargo de la sociedad, debe asustar a los miembros de poder.
El gran esfuerzo por arrebatar la vanguardia de las acciones de rescate con el pretexto de ver la realidad en ’tiempo real’, sólo sirvió para que las autoridades mostraran su descrédito y su bien merecido calificativo de autoritaria.
Las instituciones se han desgastado como nunca en los últimos cinco años. Los hombres que las ocupan han colapsado la credibilidad de la población hacia ellas.
La Marina y sus mandos, por ejemplo, peleando el protagonismo a los rescatistas, tratando de aparecer a cuadro en la televisión comercial, irrumpiendo en un largo proceso de rescate a riego de que las vidas que pendían de un hilo concluyeran.
Esta vez el poder mostró una conducta de temor, su participación no sólo fue mediocre y timorata sino oportunista y negligente. Debe sentirse una gran vergüenza ver que la población realiza su trabajo mejor que ellos que nada hacen y debe sentirse un gran miedo ver sustituidos sus nombres por seres que en el anonimato salvaban vidas sin esperar siquiera las gracias.
Así se mostraron al mundo más de un uniformado, más de una autoridad, más de un burócrata de Protección Civil. No hay nada que le infunda más miedo a un gobierno autoritario que una sociedad organizada. Y así pudieron verlo desde la comodidad de sus escritorios los políticos que sabían que en ese momento su cargo y su preservación viviendo del presupuesto estaban padeciendo un sismo.
Deben saber los hombres del poder que a la sociedad no es una masa amorfa, ni una abstracción de la teoría política que se mueve sin dirección ni orden. Tiene sus propios métodos y la mejor manera de comunicar sus necesidades e inquietudes se ubica en la identificación con otros con las mismas necesidades e inquietudes. Lo está demostrando en este momento en los edificios colapsados, en la calles, en las ciudades, en los pueblos.
La simple acción de la sociedad cuestionó las estructuras del poder y las instituciones que muestran su decadencia dentro de este sistema político que mostrado su agotamiento a causa de sus excesos permanentes.
Desde la represión que protagonizan la Marina, principalmente, la Policía
Federal y los militares hasta el desvío de ayuda a bodegas del gobierno de Morelos, que gobierna el PRD para colocarles la etiqueta de ese partido y de ese gobierno, con un oscuro personaje como Graco Ramírez, son algunos de los puntos que quedaron al descubierto en medio de una actuación que debió ser no sólo responsable sino honesta y no pudo ser.
El hecho de arriesgar sus vidas para salvar otras, de abandonar la rutina diaria para ocuparse de transformar parte de la realidad que ofende y lacera a los mexicanos es motivo de temor de los políticos, de todos los partidos, sobre todo en vísperas de lecciones reñidas sonde el voto de castigo se impondrá de manera proporcional a la corrupción en el gobierno y sus delincuentes de cuello blanco.
La sociedad despierta ante la alarma que anuncia el desastre, sabe que la tragedia en México es cosa de todos los días. Conoce las causas del gran drama y a sus instrumentadores. Ubica al enemigo, lo conoce, es predecible y convencional, no le teme. La sociedad mexicana ya no tiene sueño, ni siquiera bosteza.

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Sociedad sin bostezo

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