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Octubre 08, 2017 22:14 hrs.

Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Una Colorada (vale más que cien descoloridas) Si un chico de primero de secundaria más bien delgado con buenos antecedentes académicos es convencido por su interesado maestro de deportes de participar en uno de los equipos de futbol americano a partir del argumento de que sería muy bueno para anotar debido a sus habilidades para correr, acepta este reto dejando de lado elementos objetivos, experiencia de otros y autocrítica, lo más probable es que terminará perdiendo mucho.
En el caso de mi ejemplo, los compañeros a cuyo equipo se integraría son dos años mayores que él, por supuesto su talla y peso también le superan y para colmo dejaría de entrenar en atletismo que ha sido desde muy pequeño su fuerte. El daño a este chico se aumentaría si por la misma práctica del deporte del balón ovoide, alguno de los fortachones de tercero de secundaria disfruta burlándose, criticándolo, en suma haciéndole bullyng.
Eso parece estar ocurriendo en la fase de entrenamiento del TLCAN.
Las voces altisonantes de un quarterback quejándose ’por haber sido víctima del chico de primero’ el vaivén de puntos de vista del resto del equipo descalificando al pequeño porque si bien es buen corredor lo tachan de mal receptor y hasta el alarido de porras incultas y patrocinadores interesados hacen de este juego algo de verdad desventajoso a quien mañosamente convencieron de participar.
No fueron pocos los que antes y durante la vigencia del Tratado han señalado las desventajas para México, sobre todo en lo que concierne al abandono del campo; la profundización de la brecha entre ricos y pobres; la pérdida de ingresos por impuestos sobre todo por la importación de alimentos y la expulsión de mano de obra no calificada que incluso arriesga la vida al migrar como indocumentado a los países del norte.
Abundan las opiniones y estudios que a lo largo de 25 años se han expresado en términos de las desventajas para México[1] que en otra época exportaba arroz, maíz, frutas –piña, papaya- papa y hortalizas luego de haber satisfecho el consumo interno de estos y muchos otros productos agrícolas. La zanahoria fue que bajarían los precios de granos, pero ¿podría un ama de casa imaginar que algún día los aguacates se comerciarían a 80 pesos el kilo y la tortilla a 12 pesos o más?
El desmantelamiento de una infraestructura de silos -para almacenar cosechas- el abandono y luego privatización de puertos, carreteras, aeropuertos, ferrocarriles y la banca, profundizó la pobreza e incidió en el aumento delincuencial, que hoy se organiza para robar vagones completos de trenes, tráileres de toda suerte de mercancía lo cual se agrava por la imposibilidad de contar con un empleo remunerador.
Muchas veces se exigió a las autoridades una renegociación, agregando a las evidencias que he resumido las que han derivado en el aumento de enfermedades que resultan de una alimentación basada en la producción masiva de maíz transgénico, entre muchos otros, que son la base para la producción de cereales, bebidas de toda clase, verduras enlatadas y hasta las ’frescas’ cuyo crecimiento se abona con fertilizantes que se ha probado son cancerígenos.
Hoy por encima de nuestra constitución, y luego de oídos nacionales sordos, se negocia con la espalda pegada a la pared, otra vez se buscan modificaciones, pero a favor de los Estados Unidos.
Los productores de fresas dicen NO a las condiciones de temporalidad que pretenden los freseros de Florida y los de berries en Georgia[2], lo mismo hacen los productores de leche y todos parecen olvidar lo que significó el bloqueo del atún y la cantidad de artimañas para impedir que nuestros camiones circulen por carreteras gabachas.
¿En que nos perjudicaría el que una política de recuperación de la soberanía alimentaria afectara a los monopolios del mundo? ¿Por qué después de que hicieron todo lo posible para desmantelar a nuestros sindicatos –utilizando muchas veces a los propios líderes de estas organizaciones- ahora pretenden dictar normas laborales y de organización de trabajadores? ¿Por qué no re-incentivar el desarrollo del campo? ¿Quiénes serían los perjudicados si los pequeños propietarios retoman el papel que alguna vez tuvieron, garantizando el consumo interno?
Por supuesto que así como el rechazo del niño de secundaria a ser parte del equipo de futbol americano de los grandullones de tercero no acabará con dicho juego, el levantarnos de la mesa no nos revierte a ser un país aislado y rejego al libre comercio Pero el comercio debe ser así, libre, no causal de dependencia cada vez que uno de los fortachones esté deseoso de darnos una patada, codazo o cabezazo en el estómago[3].
Investigadores en la UNAM, han señalado, la fragilidad que implica para México que el 75% de las importaciones agroalimentarias provengan, de un país cuyo líder nos deprecia y pretende humillarnos, sino es que envenenarnos masivamente con hamburguesas elaboradas con vísceras y sobras de cárnicos que ellos no desean consumir.
El TLC si tiene muchas ventajas, sobre todo para los gandules de tercero de secundaria, pero el veloz muchacho de primero está en la posibilidad de ganar medalla olímpica si en vez de ser cola de león se aplica a mejorar su condición y sacar adelante lo que son sus verdaderas habilidades. Ojala su maestro de deportes así lo entienda y lo asuma.
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[1] Rutilio Escandón Cadenas, presidente de la Comisión para el Seguimiento del Acuerdo Nacional para el Campo y al Capítulo Agropecuario del TLCAN en 1998; afirmó que dejaron de ingresar 4 mil 500 millones de dólares por importación de maíz solo en 15 años.
[2] Solo podríamos exportar en las épocas del año que ellos no producen, si lo hacemos en otro tiempo debemos pagar aranceles.
[3] Hace tres años, el 79% del arroz consumido en México fue importado; al igual que 65.2% del trigo y 38.3% de la carne de puerco.

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