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Febrero 07, 2014 08:43 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Política ›


El Papa Francisco, al que la revista Times declaró Persona del Año 2013, ha hecho cosas increíblemente progresistas para la Iglesia: que llevan a su restauración. En una política de apertura total abre las puertas de la iglesia a los no creyentes, al tiempo que lanza una severa acusación contra los excesos de nuestro tiempo: codicia, ambición, consumismo, corrupción, globalización. Reprueba el abuso a menores de edad por miembros de la iglesia católica y pide, a lo que se suma Naciones Unidas, castigo para los culpables. Es un grito desesperado para rescatar también a los pobres, que pocos gobiernos atienden, incluido el nuestro. El Pontífice rechaza la economía de la inequidad y la exclusión, y lo explica así: “No puede ser que no sea noticia que muera de frio un anciano en situación de calle. Y qué sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa”, como ayer aconteció en México. Afirma que para los pobres la alegría de vivir frecuentemente se apaga; la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Está cierto de que hay que luchar para vivir y, a menudo para vivir con poca dignidad. Entre otros muchos de sus actos de progreso podemos enumerar su crítica sobre los frívolos gastos de la Iglesia: El costo promedio de la ropa de un cardenal son casi 250.000 pesos. En octubre último, el Santo Padre pidió a sus oficiales vestir más modestamente y no derrochar tal cantidad de dinero.
Cómo enjuiciar a los homosexuales preguntó, si la Iglesia no tiene ningún derecho para interferir espiritualmente en las vidas de los gays y lesbianas. Y aunque pueda expresar opiniones de homosexualidad, cree que los cristianos no la deben juzgar o ridiculizar. En una ceremonia de semana santa en la cárcel para menores en vez de hacerla en el Vaticano, como acto de sumisión lavó y besó los pies de 12 jóvenes condenados, para conmemorar el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles. Y también rompió con la tradición eclesiástica al lavar los pies de mujeres y musulmanes. Personalmente llamó y ofreció consuelo a una mujer argentina, de 44 años de edad, violada por un policía local; ella fue una de miles que escribieron cartas al Obispo de Roma. Esta mujer se sorprendió cuando recibió una llamada telefónica de Francisco en persona, quién le dijo "No estás sola."
El sucesor de San Pedro deja regularmente el Vaticano en la noche para alimentar a los sin techo. Vestido como un sacerdote común y corriente, acompaña al arzobispo Konrad Krajewski para compartir el alimento con los pobres de Roma. "Los ateos, expresó y es su convicción, deben ser vistos como gente buena, si lo hacen bien." Después, el presidente abiertamente ateo de Uruguay, José Mujica, comparo a Francisco con un vecino amistoso. Y coincidió con él de que el sistema financiero global tiraniza a los pobres y convierte a los humanos en bienes de consumo prescindibles. Ambos creen que "El dinero tiene que servir, no gobernar"
Dejamos al final que las Naciones Unidas acepta que Francisco se convirtió en el primer Papa que toma medidas eficaces contra el abuso de menores por miembros de la iglesia católica. Y para evitar tales atrocidades modifica la ley del Vaticano para que el abuso sexual a niños sea crimen terrible, y crea el comité para luchar contra el abuso. Con la voz de la razón, el argentino conmocionó al mundo católico al afirmar que la Iglesia tiene una obsesión enfermiza con el aborto, el matrimonio gay, y la anticoncepción, antepone dogma antes que el amor y prioriza las doctrinas morales sobre servir a los pobres y marginados. Su entender al presente, sin duda, nos lleva a un futuro de más amor y aceptación. Lo que atemoriza a los enemigos de la iglesia. ¿Lo entenderán sus cardenales?
carlosravelogalindo@yahoo.com.mx

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