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Mayo 20, 2015 17:54 hrs.

Miguel Ángel Venegas Gómez › diarioalmomento.com

Periodismo ›


La cita fue a las 9:00 horas, el lugar frente al edificio de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), el fin hacer presencia solidaria para el acto que se iría a realizar, la concreción de la cita con funcionarios de la dependencia, por la demanda de carácter penal que se tiene arraigada desde hace ocho años y medio.
Llegamos a la reunión y sólo había llegado el coordinador logístico, Gilberto Margarito Vázquez quien nos recibió con el afecto que dan más de treinta años de amistad y compañerismo al interior de la cooperativa Excélsior. La escasa asistencia hasta ese momento nos permitió platicar sobre los acontecimientos que han desembocado estar presentes ante las autoridades para mendingar justicia, eso es, mendingar justicia, en un país donde vemos que esa definición no está en el diccionario de las autoridades encargadas de hacerla.
Poco a poco se va poblando la acera de enfrente del edificio conocido como el búnker, vemos rostros conocidos, que van llegando esos rostros antes sonrientes por tener un trabajo y sueldo semanal asegurado, se vio truncado por la saña con que el poder judicial ha minimizado los justos reclamos de 700 familias que aún esperan que esos servidores públicos les den lo que por justicia les corresponde: Hacer cumplir la promesa dada a todos los que trabajábamos en El Periódico de la Vida Nacional, Excélsior. ¿Y cuál fue esa promesa que no cumplieron los Vázquez Raña-Aldir?
Cinco años de salarios no cobrados, prestaciones no pagadas más un plus. Desde entonces, vemos cómo pasa el tiempo, el señor que no perdona, el que va ajando los rostros antes plenos ahora ajados por la necesidad, ya sin trabajo y con pensiones ridículas que de nada sirven para paliar las recurrentes crisis que afectan sus bolsillos y se les ve la esperanza cuando se les cita para hacer consignas frente a un edificio lleno de ventanitas y un ir y venir de personas que tienen la necesidad de hacer algún trámite legal, que los ve con indiferencia, ya no llaman la atención a pesar de las arengas de “Queremos justicia”, “Excélsior pide justicia”, que se van perdiendo entre el bullicio del tráfico que circula en esos momentos por Rio de la Loza y deja de oírse a escasos metros por los bocinazos de los cláxones que automovilistas impaciente hacer sonar y nos ven con indiferencia. Quizá les llame la atención los rostros de algunos de nuestros compañeros, surcados por arrugas, que parecen surcos de tierra secos, ayudándose de bastones para sostener el encorvado cuerpo que el mismo tiempo ha vencido, y casi musitando “corean” las consignas que por el megáfono les dicta el compañero Domingo Acosta, y se van diluyendo y también la esperanza de ver en vida lo que con tanto esmero y dedicación construyeron en la esquina de Bucareli y Paseo de la Reforma, el mejor diario de América Latina y desde luego la joya inmobiliaria: el edificio insignia “La esquina de la información”, que nos fue arrebatado con la complicidad de autoridades tanto federales como locales.
Vemos compañeros que no lo hacíamos en muchos años: Carlos Saucedo, Guty Millán, Javier Romero, Marcel Espinosa, Héctor Martínez, Gilberto Margarito, rostros igual de ajados que muchos de los compañeros jubilados que no conocíamos, pero que allí estaban, la inmensa mayoría personas con más de 60 años, ya incapaces de conseguir una ocupación rentable, porque si a los 50 no eres ya candidato, qué esperas después de los 60…
Fuimos invitados a presenciar la reunión que se llevaría al cabo en el sexto piso, en las oficinas del procurador, seríamos recibidos por su coordinador, Erasmo Alejandro de León Romero, y dos coordinadores más, fuimos diez los elegidos: Tres abogados del despacho del doctor Omar Olvera; Domingo Acosta, coordinador del grupo de demandantes de Excélsior; Guty Millán, secretaria del movimiento; Mario Campa, director de Diario al Momento y último jefe de redacción del diario; Alfredo Próspero Flores, presidente del Consejo de Vigilancia de la cooperativa en el exilio; Jorge Martil, director de la revista Código Ciudadano y Manuel Ángel Venegas, director de El Búho Fisgón, cooperativa reconocida hace diez meses y que se ha encargado de dar a conocer cómo fue el despojo de que fuimos víctimas y que firmamos un convenio leonino que esperaron que estuviéramos al borde de la locura financiera para llevar al cabo tal fechoría ante el beneplácito del presidente del cambio, Vicente Fox quien fue cómplice del despojo.
Fuimos presentados, y antes de comenzar la reunión el teléfono del asesor, sonó, disculpa y se ausentó, en ese momento, quedaron los dos asesores y un silencio inundó la sala aprovechando eso Manuel Venegas, hace una pregunta a los asesores: ¿Ustedes, licenciados, trabajarían un año sin cobrar?, los aludidos lo miran primero con sorpresa, después con curiosidad, y una vez más Venegas les hace la misma pregunta, y como respuesta viene un categórico NO. Y aprovecha el compañero para decir: Nosotros lo hicimos durante cinco años con el afán de defender nuestra fuente de trabajo, y ante la promesa de pagar los cinco años de salarios fue que firmamos y cuando mucho pagaron la mitad el señor Vázquez Raña, violando un precepto constitucional que es el artículo 123 de nuestra Carta Magna. Para eso, el licenciado Erasmo, ya había terminado su conversación telefónica y fue directo al grano, y contestando sin contestar a Venegas, aseguró que lo único que está con vida jurídicamente el delito financiero, pero todo lo demás ya no está en esa dependencia, ya que tuvimos las instancias en tiempo y ahorita eso no está en litis, ya vencieron los plazos, y no fueron aprovechados por ustedes. Lo único que queda es el delito financiero.
Así, sin más fuimos informados que la procuraduría que debe hacer justicia a los ciudadanos, nos dijo a quemarropa nada más queda por investigar un solo delito: El financiero. Fuimos despedidos con una amabilidad que al que escribe la sintió un tanto mordaz y al acercarse a Venegas, éste le hizo otra pregunta al asesor del procurador: ¿hasta dónde es una compra de buena fe, licenciado? Porque usted, en un momento de suma necesidad vender su auto en 10 pesos y este cuesta 100, ¿no es un delito? Desde luego que no hubo respuesta, pero quedó en el ánimo de esos señores cuáles serían realmente la argumentación para que la verdadera justicia resplandezca en toda su sabiduría en el caso de los cooperativistas de Excélsiór, nuestro querido búho, de donde recibimos no sólo el trato amable de pares sino la enseñanza que se daba en todos los aspectos en cualquier departamento del periódico, no en balde fue reconocido como la catedral del periodismo en México.

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Trabajaron 5 años sin cobrar para no perder su fuente de trabajo

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