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Junio 30, 2018 11:35 hrs.

Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Periodismo ›



Antes de que alguien piense que ya encontró un caso para ir a reportarlo al tribunal de la santa inquisición, versión siglo XXI, permítanos decirles que se equivocan. Nada de plantear escenarios posibles del presente-futuro inmediato, de lo que nos ocuparemos es de un evento al cual, la gran mayoría de los historiadores ha ignorado o simplemente lo tratan de manera marginal. En ese contexto, en términos generales, pareciera que entre la renuncia la Presidencia de México de José de la Cruz Porfirio Diaz Mori y la llegada al poder de Francisco Ygnacio Madero González todo hubiera entrado en un impasse y nada sucediera. Los especialistas en esa época le colocan un velo a lo acontecido entre mayo y noviembre de 1910 y saltan del porfirismo al inicio del mandato de Madero. En lo personal, lo confesamos, el tema nos había parecido poco atractivo. Sin embargo, hace unos meses, de manera inesperada llegó a nuestras manos un libro sobre el tópico y al leerlo reafirmamos cuan amplia es nuestra ignorancia, aun cuando siempre estamos dispuestos a paliarla y sobre ello versara esta colaboración.
Bajo el título: ’Entre el Porfiriato y la Revolución: El gobierno interino de Francisco León De La Barra’ (Instituto de Investigaciones Históricas. UNAM. 2012), el doctor Felipe Arturo Ávila Espinosa nos ofrece un análisis que hasta donde tenemos conocimiento es el único dedicado exclusivamente al tópico. A lo largo de 150 páginas encontramos un estudio sólido, bien documentado que nos va presentando a los personajes involucrados en la acción de esa época como seres humanos enfrascados en una lucha por lograr que sus puntos de vista prevalezcan a la hora de tomar las decisiones. En esta lectura no hay figuras pétreas en olor a santidad, se nos expone un entorno en donde hay de todo al amparo de las acciones en torno a las cuales los protagonistas buscan prevalecer pues saben que en ello les va lograr un espacio en la construcción del país nuevo.
La obra del doctor Ávila Espinosa está dividida en cinco grandes apartados durante los cuales se nos invita a reflexionar sobre cómo se presentó la dualidad de poderes; los problemas que enfrentó el gobierno interino para actuar en un tiempo y espacio tan reducido en donde cualquiera de sus decisiones podía alterar la paz e incendiar la yesca; los obstáculos que encuentra en cada una de diversas regiones del país en donde los intereses de todo tipo buscaban prevalecer, unos para no perderlos y otros para ganarlos. Asimismo, nos presenta un panorama de la política nacional en donde lo mismo se aprecian fisuras entre el grupo triunfante que se relanzan los intereses viejos que, ante el proceso de reacomodo, veían la opción para resurgir. En medio de todo ello, se analiza como operó el gobierno federal en materia de política económica, de administración pública, laboral, agraria y como enfrentó la convivencia con los representantes de otras naciones. Pero demos un repaso mas amplio a cada uno de estos apartados.
En lo concerniente al arribo de León De La Barra al interinato, debemos de apuntar que fue evento distinto al planeado inicialmente. Aun cuando en este libro es mencionado brevemente, es importante apuntar que, en marzo de 1911, se reunieron en el Hotel Plaza de New York, el ministro de Hacienda, José Yves Limantour y al embajador de México en Washington, Francisco León De La Barra Quijano con Francisco Madero, padre y Gustavo Adolfo Madero González. Durante dicha reunión, se acordó que el vicepresidente Ramón Corral renunciaría, nombrándose a Limantour como ministro de relaciones exteriores y al renunciar el presidente Díaz Mori ocuparía la primera magistratura. Sin embargo, como lo apunta el texto del doctor Ávila Espinosa, al final de cuentas la cancillería seria asignada a León De La Barra, dado que el encargado de las finanzas nacionales era la cabeza visible de los científicos y proponerlo como interino provocaría el rechazo. En ese entorno, Madero estaba preocupado por quien habría de encabezar la transición pactada dado lo cual no veía con malos ojos al embajador mexicano en Washington quien proyectaba una imagen de confianza a las elites nacionales, además de ser conocido en los círculos internacionales, además de que para el ejercito y la iglesia no lo consideraban un elemento que pudiera alterar el statu quo. Aquí hay un elemento importante a resaltar, el grupo que apoyaba a Madero no apostaba a la destrucción del régimen profirista, sino a utilizarlo para que la vida económica del país se consolidara bajo una perspectiva económica más moderna. Tanto los que se iban como quienes llegaban no apostaban a destruir lo logrado, pero estaban conscientes de que era necesario recuperar el orden y por ello optaron por alguien como León De La Barra quien habría de enfrentar un poder acotado, pues al tiempo que accedía formalmente a la presidencia, debería de negociar con Madero quien tenia mucho que decir. De esa forma, el presidente interino integró su gabinete tendiendo puentes con el maderismo, con el limantourismo y hasta con las huestes del general Bernardo Reyes Ogazón. Todo ello implicaba ’la desaparición del predominio de los científicos y de los porfiristas tradicionales.’ En medio de todo ello, surgió un poder dual, el del presidente interino en funciones y el del líder revolucionario. El análisis que en la obra se realiza sobre este poder bicéfalo debería de ser motivo de lectura obligatoria para los que ahora andan proponiendo gobiernos de coalición, muchas y provechosas serian las lecciones que pudieran obtener. Pero vayamos al segundo gran elemento de la obra, el como mantener la paz y el orden.
Una vez ya conseguido el objetivo principal, la retirada del presidente Díaz Mori y la consecución de una transición pactada, ahora el presidente interino enfrentaría como apaciguar a todos aquellos que cuando cargaron el fusil y se cruzaron las cananas, lo mismo pensaron que aquello iba para largo o bien que una recompensa sustancial les habría de llegar una vez cumplido el objetivo. El primer problema era lograr que los insurrectos aceptaran las condiciones establecidas en los Convenios de Ciudad Juárez, a la vez que estuvieran de acuerdo en reconocer el liderazgo maderista y al gobierno constituido y a partir de ahí comprometerse a que sus subordinados no habrían de cometer tropelía y media. Esto no era nada fácil, como lo mencionamos en líneas arriba todos querían una tajada del triunfo y esa aún no se veía materializada. Muchos fueron los incidentes en donde prevaleció el desorden y el pillaje. Esto provocó alejamiento entre los lideres rebeldes y la dirección maderista. Y aquello llegó al asunto de los dineros para compensar a quienes estaban dispuestos a retirarse después de haber tomado parte en el movimiento armado. Aun cuan do Limantour, según los datos que nos proporciona el escrito del doctor Ávila Espinosa, había dejado 63 millones de pesos en las arcas y un superávit presupuestal de más del 60 por ciento, todos sabemos que eso no es infinito y a la hora de iniciar la repartición, todos buscaron sacar la mayor parte posible. Aunado a ello, se planteaba hasta que punto se le permitía al viejo ejercito encargarse de preservar el orden. De las 60 mil fuerzas insurrectas, más de la mitad regresó a sus casas, pero ello ni implicó que el proceso se viera exento de protestas. Surgieron lideres nuevos demandando ser ellos quienes representaban la voz del pueblo. Sin embargo, eso no les bastó y a la hora de las reparticiones no se les otorgaron cargos, ni canonjías. Ni quien lo dude, ayer, hoy y siempre, a la hora del triunfo, todos reclaman su piscacha de victoria con algo mas que palmadas en la espalda, ahí se olvidan promesas y lo importante es un pedazo de gloria bien acompañada de billetes y poder. Una lección intemporal más que debería de ser revisada, no tardaremos mucho en volver a ser testigos de eventos similares. Sin embargo, en la escala de la lucha por el poder, no todo se quedaba a nivel de pueblo o quienes decían representarlo, faltaba atender a los grupos de poder regional.
No queriendo generar un estado de sobresalto, la dupla gobernante Madero-león De La Barra, optaron por no entregar las gubernaturas a jefes militares surgidos del movimiento armado, como lo apunta Ávila Espinosa, optaron por aquellos que representaban las mejores opciones para el proyecto maderista y las elites locales. Sorprendentemente, en menos de un mes, todos los gobernadores porfiristas habían sido reemplazado, dándose un proceso más vertiginoso y drástico en el norte en donde el movimiento tuvo la fuerza mayor, mientras que en el centro y sur los interese locales opusieron resistencia significativa. En estas últimas regiones, se llegó a enfrentamientos armados, como fue el caso de Chiapas en donde el obispo Francisco Orozco y Jiménez (esto es un agregado nuestro), hizo un ensayo para ver cómo le saldría, años más tarde, la cristiada, ya sabemos que para él quienes perecieran no eran fatalidades, sino que así cumplía con la cuota de mártires que vaya usted a saber quién le asignó debería cumplir. Sin embargo, hubo otros casos en donde la disputa por el poder local, prefecturas y presidencias municipales, se derivó como un medio para cobrar afrentas añejas con los jefes políticos del profirismo. Asimismo, durante el interinato, se tuvo el tino de realizar elecciones a nivel local y mayor acierto fue que quien encabezaba el gobierno, León De La Barra, se mantuviera al margen y, salvo cuando era requerido, pocas fueron sus intervenciones. En cambio, Madero tuvo una participación mas activa apoyando a los suyos y denostando a los rivales. En igual forma, el autor, quien es un experto en el estudio del zapatismo, nos hace un relato puntual de como se dio la resistencia de Emiliano Zapata al gobierno interino y a Madero. Como es factible apreciar, el cambio no se dio, como comúnmente se quiere creer, entre apapachos y arrumacos. Aun las transiciones pactadas llevan consigo un jaloneo intenso para ver quien habrá de dominar la escena presente y futura, vayamos a esa parte.
Durante los periodos de transición, el reacomodo es inevitable. En ese inter todos buscan ocupar un espacio en grado mayor. Entre el grupo ganador, se dejó a un lado la concepción del Partido Antirreeleccionista para dar paso al Partido Constitucional Progresista el cual habría de convertirse en el brazo político del maderismo. En esa nueva versión, Madero optó por sacudirse a aliados antiguos como los hermanos Francisco y Emilio Vázquez Gómez quienes al verse obligados a renunciar a sus cargos en el gabinete terminaron por permitir a Leon De La Barra consolidar su autoridad y mas tarde no les quedó sino convertirse en opositores al coahuilense quien acabó optando por José María Pino Suarez como su compañero de fórmula. En este proceso de reacomodo, también jugó un papel importante Bernardo Reyes a quien tenía una influencia notable dentro del ejercito por lo cual Madero le ofreció una alianza. Sin embargo, Reyes y Madero representaban posturas opuestas, el primero representaba el regresó del profirismo y el segundo la ruptura con ello. Escuchando voces melosas, Reyes creyó que podría contender en contra de Madero y lanzó su candidatura, la cual en poco tiempo se vino abajo al percatarse de que su popularidad era mínima. Ante ello, pidió al legislativo que se alargara el interinato, la respuesta fue en negativo y optó por abandonar la con tienda. Aquí cabe una cita, ’el maderismo actuó como partido semioficial que, desde el poder, con múltiples recursos, desbarató al partido reyista.’ Una lección que seguramente no repasaron algunos en tiempos futuros. Si bien Reyes dejó de ser un obstáculo, había otro elemento que nunca podía dejarse de lado, el ejercito federal. Respecto a él, Madero mostraba reticencias en lo privado, pero sabedor del poder que tenía, en público buscaba congraciarse con los integrantes de las fuerzas armadas. Ello, generaba que los militares mantuvieran cierta reticencia hacia el caudillo coahuilense. Por su parte, León De La Barra mantenía relaciones excelentes con la milicia. En medio de todo ello, Madero envió a Federico González Garza [aquel que después fuera suegro de Jesús Reyes Heroles de quien el Gobernador de Coahuila, Oscar Flores Tapia dijera que lo único revolucionario que tenía era su padre político] para invitarlos a celebrar una alianza de concordia. Si bien, no se realizaron las reformas requeridas por la institución, a cambio se alejó a sus líderes de la política y procedieron a darles todo tipo de ascensos y canonjías. Sin embargo, los resabios quedaron ahí y ya habría tiempo de ajustar cuentas. Los que no esperaron para hacerse presentes y buscar un espacio fueron los miembros de la curia católica quienes crearon el Partido Católico Nacional, al amparo de él buscaron que León De La Barra aceptara la candidatura presidencial, pero este en un acto de congruencia la rechazó. Finalmente apoyaron a Madero, lo cual no les impidió impulsar, sin resultados efectivos, a León De La Barra para la vicepresidencia. Conforme a las reglas electorales de entonces, Madero y Pino Suarez se alzaron triunfantes. El proceso fue además una muestra de que el interinato de León De La Barra fue exitoso en el terreno de respetar la legalidad, el voto y los resultados. Una etapa nueva daba inicio en la vida nacional gracias a la responsabilidad de los actores quienes eran capaces de no ir por el todo o nada. Revisemos ahora los logros de la administración del queretano.
Legos como somos en esta etapa de la historia mexicana, el texto de Ávila Espinosa nos permitió paliar dicha ignorancia. No obstante, la presión que ejercía la opinión pública, entre la cual prevalecía la idea de que se había terminado con un régimen corrupto, donde prevalecía el amiguismo, el trafico de influencias y la complicidad entre el gobierno y el mundo de los negocios, ante lo cual el maderismo mismo demandaba castigos, el gobierno de León De La Barra no se embarcó en vendettas e hizo prevalecer las instituciones jurídicas y las políticas públicas. Las elites buscaban una transición política gradual y pacífica. El presidente interino hubo de enfrentar los nuevos tiempos en la relación-obrero patronal y consciente de que el estado debería de intervenir más activamente en ello, para lo cual creo el Departamento del Trabajo, al amparo del cual actuó como el garante de la propiedad y de la legalidad. En materia agraria, ni promovió el retorno de las tierras a sus antiguos propietarios, ni toleró la ocupación de ellas por parte de grupos rebeles. En ese contexto, Creo la Comisión Nacional Agraria que se ocuparía de atender los problemas en la materia. En materia económica, el gobierno interino buscó proteger las inversiones, promover la participación del capital externo, al tiempo que adoptaba una política fiscal sin nuevas cargas. Asimismo, en materia de relaciones exteriores, en junio de 1911, creo una comisión especial para atender los reclamos y fijar indemnizaciones en los casos de aquellos extranjeros afectados por la Revolución. En síntesis, el gobierno interino cumplió con su cometido y León De La Barra pudo hacer una transición pacifica del poder a Madero González’
En síntesis, al recorrer las paginas de ’Entre el Porfiriato y la Revolución: El gobierno interino de Francisco León De La Barra’ de la autoría del doctor Felipe Arturo Ávila Espinosa, nos hemos encontrado una narrativa clara y concisa que muestra a personajes de carne y hueso, la cual además de proveernos con información puntual es presentada en un lenguaje que atrapa al lector y lo lleva a reflexionar sobre un evento que la gran mayoría desconocemos al detalle. Sin duda, una lectura recomendable con lecciones múltiples, mismas que siempre debemos de tener presentes por lo que pudiera ofrecerse. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) El globo fue inflado hasta el punto de lucir invencible. Sin embargo, llegó la hora de la verdad y acabó reducido a su dimensión justa. Ninguna novedad, simplemente mostró lo que era: un producto de la publicidad.
Añadido (2) Ahí estaban los dos, sencillitos y simpáticos a más no poder. Uno soñando con que su empresa vuelva a dominar el mundo. El otro, se conforma con ser el líder de Europa contando, por supuesto, con la ayuda del primero.
Añadido (3) Al otro lado del Bravo, tres eventos importantes han sucedido alrededor de los magistrados de la Suprema Corte de los EUA. Primero, avalan la disposición presidencial de negar el acceso a migrantes de seis países. Segundo, emiten un fallo indicando que ningún empleado publico puede ser forzado a pertenecer a un sindicato y pagar cuotas. Tercero, uno de los magistrados, Anthony McLeod Kennedy, anuncia su retiro. ¿Nuestros expertos internacionalistas y los encargados de la diplomacia mexicana se habrán percatado de lo que ello implica en el contexto futuro de las relaciones México-EUA? Esperamos que así sea, dado que siempre van un paso delante de los acontecimientos o ¿Acaso estamos equivocados?
Añadido (4) Durante meses soliviantaron, y lucraron con, las campañas en donde prevalecieron las descalificaciones e injurias. Hoy, nos salen con que ’al fin se terminaron, ya no soportábamos más’. ¿Lo dejamos simplemente en una evocación a Sor Juana en aquello de ’Parecer quiere el denuedo/ de vuestro parecer loco/ el niño que pone el coco/ y luego le tiene miedo… o les damos un calificativo más preciso?

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Un gobierno interino

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