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Marzo 19, 2018 21:53 hrs.

Armando Rojas Arévalo › diarioalmomento.com

Política ›


RAUL: El fin de semana estuve en los bosques de Tetela del Monte, Morelos, con un grupo de alumnos de Periodismo Especializado. Nos llevó el objetivo de ver la desforestación y lo que está haciendo para combatirla, quién y cómo cuida el ejido y cómo se limita el crecimiento urbano para conservar la flora y la fauna de esa parte conurbada de Cuernavaca.

Fue una experiencia inolvidable. Nuestros ojos se llenaron de pinos y oyameles y nuestros pulmones se llenaron de oxígeno con olor a ocote, pero también fuimos testigos de la lucha de los ejidatarios por conservar las 300 hectáreas de bosques alimentados por manantiales y hasta una cascada hermosa que baja de la montaña.

Se trató de que mis alumnos disfrutaran de la práctica del periodismo ambiental y cuál debe ser la función de los profesionales de la comunicación para llevar el mensaje a la audiencia.

En todo el recorrido fuimos atendidos por la incansable activista LEOVA MORALES, presidenta del Comisariado Ejidal de esa comunidad colindante con la turística Cuernavaca. Para subir entre brechas hasta lo alto del bosque, la ex diputada local nos facilitó dos vehículos de doble tracción y en todo el trayecto nos enseñó cuánto peligran los ejidatarios por defender el bosque de invasiones, la tala y la quema de madera.

Es una lucha diaria para evitar que los fraccionadores voraces acaben con ese pulmón verde que se encuentra al norte de Cuernavaca, entre Santa María Ahuatlán y muy cerca de Hutizilac, Tres Marías y Coajomulco.

Debo ser sincero: En los 40 años que llevo avecindado en Cuernavaca nunca había ido a esos bosques ni sospechaba de la gran riqueza forestal de la zona. Con frecuencia voy con mi esposa y familia a comprar flores a los viveros de flores que se encuentran en Tetela, pero nunca dirigí mi interés hacia esos cercanos lugares donde la mirada se pierde entre pinos de treinta o cuarenta metros de altura.

Es un camino en el que tradicionalmente se internan cada año los llamados ’chalmeros’, para ir en peregrinación hasta la basílica del Cristo de Chalma en el Estado de México.

Vimos riqueza forestal, pero también basureros que los ejidatarios todos los días tratan de limpiar sin contar con la ayuda del ayuntamiento de Cuernavaca y mucho menos del gobierno de GRACO RAMÍREZ.

LEOVA ha sido defenestrada por las pequeñas mafias de negociantes de la venta de lotes; incluso, ha sido muchas veces amenazada de muerte, por su férrea oposición a la ilícita actividad. Es más, hace unos días sus oficinas fueron asaltadas por varios sujetos encabezados por una pareja de mujeres homosexuales, que la sacaron del local y no la dejan entrar.

Ellos están vendiendo lotes, pero sin papeles. El problema es que hay quien compre, sin saber que el dominio lo tiene el ejido y éste es el único autorizado para hacerlo.

A LEOVA le llegan todos los días, agentes inmobiliarios que le muestran fajos de billetes para hacerse de la ’vista gorda’ en el negocio, y ella, honesta a carta cabal, como de los que ya no hay, por desgracia, muchos mexicanos, quiere proteger las 300 hectáreas a capa y espada y en ello va de por medio su vida.

LEOVA tuvo que mandar a vivir fuera de Morelos a su familia, porque la han amenazado que si no es con ella será con sus descendientes.

¿Cómo llegar a MEADE o a LÓPEZ OBRADOR? Pregunta. Sólo para sugerirles que en sus plataformas de campaña y de gobierno el que llegue, incluyan la protección de los bosques y selvas porque se los están acabando. ¿Y cómo llegar al doctor ENRIQUE GRAUE, el Rector de la UNAM, porque el ejido está dispuesto a donar la superficie que sea para uno de los campus de la casa de estudios. Mejor que sirvan para fines de estudio, a que nos sigan invadiendo y vendiendo lotes al mejor postor. Algo, dice, tenemos qué hacer y en algo tienen que hacer para ayudarnos.

MIENTRAS, los ejidatarios se han dado a la tarea de sembrar árboles, donde el bosque ha sido atacado.

OTRO GRAVE PROBLEMA, muy grave por cierto, es que las abejas se han extinguido en esa parte de Tetela del Monte, porque los floricultores utilizan fungicidas contra las plagas. Las abejas son vida. De hecho, la producción de la alimentación y la biodiversidad mundial depende de ellas. Dado que las poblaciones de abejas están disminuyendo drásticamente a escala global, estos insectos son más necesarios que nunca.

La reproducción de muchas especies botánicas depende directamente de estos polinizadores. Las abejas utilizan el polen y el néctar de las flores para alimentarse o para producir miel, por lo que a la vez que se alimentan y recolecta polen de los estambres de las plantas, transfieren semillas. Este tipo de relación, es un claro ejemplo de dependencia simbiótica.

De hecho, hay estudios que señalan que un tercio de la alimentación que consumimos diariamente es producto de la polinización de abejas. Las prácticas de la agricultura industrializada, tales como la monocultura y el empleo de los pesticidas y los herbicidas, están llevando a cabo la pérdida de hábitats de las abejas y, a largo plazo, contribuyen al cambio climático.El monocultivo reduce la biodiversidad y la disponibilidad de la flora y, teniendo en cuenta la simbiosis de las especies, también reduce las fuentes de alimentación de las abejas.

En cuanto a los pesticidas, una investigación reciente ha demostrado que el uso de productos que lleven neonicotinoides, tienen un impacto significativo en la disminución de las abejas. En abril de 2013, la Unión Europea suspendió tres tipos de estos pesticidas- clothianidin, imidacloprid y thiametoxam- durante dos años.

En Tetela también desaparecieron el puma, el jaguar y el venado.

Lo que ocurre ahí, ocurre en todo el país. Es el espejo de la depredación humana.

Porque es importante luchar por el ambiente, por la flora y la fauna ocupo el espacio de esta columna, y fue lo que nos llevó al bosque para empezar a hacer conciencia colectiva.





armandorojasarevalo@gmail.com

rojas.a.armando@hotmail.com

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