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Junio 23, 2017 11:52 hrs.

Sócrates A. Campos Lemus › diarioalmomento.com

Política ›


POR SIGLOS, SEGÚN NOS CUENTAN LOS TATAS, LOS ABUELOS TATAS, LOS ARRUGADOS ROSTROS QUE MUESTRAN EL PASAR DEL TIEMPO y las generaciones que nos han querido arrebatar las tierras y nos atacan, nos llenan de papeles y medidas, y ellos saben dónde están las mojoneras, ellos saben cuál monte o piedra o arrollo es el que limita las tierras y esas no cambian, lo que cambian son los intereses de los ambiciosos y de los que meten odios y generan muertes y conflictos y nos dividen y alientan las contras entre nosotros cuando somos los iguales y éramos hermanos, y ahora, somos contras, enemigos jurados… y nos matamos, pobres contra pobres, para repartirnos miserias, angustias, dolores, tragedias, llantos y rezos y entierros y tumbas. Muchas zonas no tienen maíces sembrados, hay muchas tumbas por el monte y muchos huesos por las cañadas…
Antes, los pueblos indios nos juntábamos para defendernos de los demás, de los extraños, de los que nos han obligado a aislarnos, los que nos atacaban y compraban y destruyeron nuestro encanto y trajeron sabritas y cocas y cerveza y armas y trago y nos fuimos dividiendo, y ahora, llegan y reclaman los montes, las siembras, los caminos, las minas, las hembras, las casas, los ganados y no solo traen papeles y leguleyos, también traen armas y autoridades compradas o políticos vendidos y nos atacan, y como no pueden sacarnos porque estamos arraigados a las tierras y los montes y sabemos las veredas y conocemos las palabras y la lengua y no nos entienden y en su cara nos decimos las cosas, entonces, ellos, entendieron que solamente trayendo a los mismos con comidas y promesas y dineros y armas nos fueron obligando a cambiar el maíz y el frijol por la marihuana y la amapola y el trago y el camino de sus cosas, y en vez de sembrar, ellos, traían camiones con arroz y frijol y maíz y aceite y sal y huevos y latas y sabritas y cocas y tragos y odios y muerte y nos fueron descomponiendo dentro como la cáncer que destruye el cuerpo y el alma y nos fuimos matando entre nos, desconociendo y unos eran más que otros y los que traían armas y costumbres nuevas, eran más que los viejos de la tierra y de la tradición y podían matar y asesinar y conflictuar, y nos fueron sacando poco a poco y nos tuvimos que huir a las ciudades y construir, donde podíamos, algún jacal y buscar dónde talachar, y no sabíamos la castilla y la fuimos aprendiendo poco a poco y las costumbres y nos miraban como odiando porque éramos y somos indios y ellos no sabían lo que nos decíamos, y esto es lo que genera la desconfianza y los odios y las tragedias…. pero aquí estamos y ya, no hay vuelta de hoja.
Y ahí va el tata a buscar empleo en la ’central’, pos no hay otra cosa y ahí lo enganchan los viejos y le piden dinero para darle un ’diablito’ y que cargue entre los gritos y la mugre y los engaños y los huacales y las verduras y los granos y las flores y las carnes para que saquen a los que compran a diario en el lugar. No caben las motos taxis, por eso usan a los más fuertes y los indios somos fuertes, tenemos espaldas anchas porque subimos y bajamos y las piernas fuertes y cargamos y comemos lo que la tierra ofrece y no fumamos, y entonces, desde muy temprano tienes que estar en la Central y ver al líder y que te vea y te agarra confianza y te dé de fiado un diablito, y hay vas gritando: Ahí va el golpe, ahí viene el ’diablo’, y cargando cientos de kilos y aguantando, y viene el dueño o la dueña o la señora atrás de nos y nos va diciendo dónde dejó su carro o su camioneta y hay vamos para descargarle y subir muchos bultos y huacales con cuidado, uno tiene que aprender cual es lo delicado y cual aguanta más el otro peso, y ahí nos da la gratificación, no es sueldo, es una gratificación y cada uno la calcula y es cuando más regatean porque como ya compraron y la merca la tienen en su carro, pues entonces, ellos, solamente dan lo que quieren, por eso vas conociendo a los clientes y marchantes y sabes cuándo vienen y los estás esperando y les apoyas y ayudas y ellos te van dando para que tu pagues al líder y al policía y al sicario y a los que les da la gana controlar los pasillos de la Central como si fueran suyos, para sacar dinero sin hacer nada, y uno suda y suda y tiene hambre y no puede comer bien porque desde muy temprano sales a jalar y entonces llega el pinche narco y te ofrece el trago o la pastilla para que tengas fuerzas y no sientas el cansancio y así te van enganchando y vas dejando lo que ganas con ellos, y las familias esperando que alguien les lleve el sustento y solo les lleva la tragedia o el engaño y la vergüenza y el no saber cómo nos vamos acabando… no sé qué hemos hecho para que dios nos castigue y suframos, siempre sufrimos desde hace muchos años… y entonces, en vez de tamales, quintoniles, chapulines, zapotes, Guaginicuiles, gusanos, clayudas, quesillo, comemos tacos aceitosos y frituras y sabritas y cocas para la fuerza y fumamos para calmarnos y tragamos trago con pastillas y nos vamos drogando…¿para eso corrimos de las casas y los montes? ¿Para llegar a otras miserias y llantos? ¿Para caer en lo que no queríamos caer y matarnos? mejor nos hubiéramos quedado ahí y enfrentar a los caciques y malos en vez de correr, pero es el miedo y es la soledad y el abandono y el ver a los críos estar cerca muy cercanos a la muerte y la tragedia y nos dieron los miedos y corrimos para caer en lo igual. Aquí, en la Central, gritando: ’Hay viene el ’diablo’, hay va el golpe’ y jalamos y cargamos como burros y mulas para otros y tragamos lo que no queríamos tragar y degeneramos para morir en la misma mierda y en el peor de los polvos y la soledad y la suspiración y el miedo y el llanto… ’hay va ’el diablo’, hay viene el golpe’… como que nos marca la tragedia y todo para quitarnos la paz y la costumbre, y lo que amamos y las tierras, y todo, por la ambición y por unos cuántos…pues sí: ’Aguas, hay viene el diablo Y HAY VA EL GOLPE’…

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Va el golpe, viene el Diablo

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