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Septiembre 09, 2018 18:31 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Entretenimiento ›


Los llama ella, Rosa María Campos, vencedores del tiempo y nos explica que lo que hoy escribe para hijos y nietos de los mayorcitos, está avalado por una encuesta que realizó la Asociación Mexicana de Administradores de Fondos para el retiro AMAFORE de la cuál extrajimos lo siguiente:
’Los adultos mayores mexicanos confían en que sus hijos los asistirán y a ello se debe que tengan pocos o ningún proyecto para su retiro y que tres de cada cuatro no ahorren pero en cambio gasten en resolver situaciones no urgentes pero inmediatas.’
En tanto, pregunta la escritora veracruzana, qué sucede en los hogares mexicanos.
Maltratan, abandonan, y ridiculizan a los viejos.
Esto es detonante para los niños, quienes al no ser educados con el ejemplo de amor, respeto, consideración, comprensión y diálogo hacia los mayores, en un futuro cercano o lejano, verán a los abuelos, como fuente de conflicto o carga insostenible.
Y a propósito nos platica que durante la niñez la cuna de la longevidad, se adquiere la inteligencia afectiva que facilita la vida en familia, el espíritu de colaboración durante todo el curso de la vida.’(Asamblea General de la Naciones Unidas, 1997 (a-52-328)
Y a propósito nos narra dos cuentos
Erase un hombre del campo que vivía en un jacal con su mujer, un hijo pequeño y su padre anciano.
Un día el campesino harto de que su mujer le exigiera correr al abuelo, despide a su viejo y como todo equipaje le da una cobija, para que se resguarde del frío.
Cuando el viejo triste y silencioso se dispone a marcharse del jacal que suponía era su hogar, su nieto le detiene para decirle: Espera, espera abuelito voy a partir tu cobija en dos.
¿Por qué quieres hacer eso niño? Le pregunta su padre molesto.
-Porque así, padre, el trozo que nos quede, lo guardaré muy bien para dártelo el día que te corra de la casa.
Doña Rosa María, la poeta, aún emocionada, nos narra otro más: Un hijo lleva a su padre al asilo y de pronto el viejo se para frente a un árbol y llora. El hijo desconcertado le pregunta ¿Por qué lloras papá.
-Hijo contesta el viejo, aquí mismo, frente a este árbol, me pare con mi padre cuando lo llevaba al asilo.
El hijo sintió una puñalada en el corazón y de inmediato con fuerza abrazo a su padre y le dijo:
Pues verás padre, hoy mismo vamos a romper la tradición. Ambos se abrazaron con fuerza, dieron media vuelta y regresaron a su casa.
Amen
craveloygalindo@gmail.com



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Vencedores del tiempo

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