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Diciembre 01, 2013 23:54 hrs.

Lillia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Una colorada (vale más que cien descoloridas), Todo parece implicar que las fiestas y celebraciones –por su abundancia y existencia por decreto- se han convertido en una suerte de catarsis y hasta método de control de los estados de ánimo negativos, como frustración o enojo, de grupos sociales que se asumen a sí mismos tratados injustamente. ¿De qué se quejarían las mujeres, si ya tienen acceso libre a las universidades, la política y todo tipo de trabajos aun si se trata de manejar un camión de volteo? ¿Qué más quieren si ya los legisladores les obsequiaron todo tipo de normas para castigar a los maridos violentos y hasta los familiares abusadores? Con todo y estos aparentes logros, dice la ONU que el pasado 25 de noviembre, es el día para eliminar la violencia en contra de las mujeres y aun cuando pocos lo saben, esto se explica muy detalladamente en el párrafo 112 de la declaración y plataforma de acción de Beijing, ciudad china en donde se reunieron lideresas del mundo para discutir el tema y concluir que: “La violencia por motivos de género refleja, y al mismo tiempo refuerza, las inequidades entre hombres y mujeres, y vulnera la salud, la dignidad, la seguridad y la autonomía de sus víctimas”.
Pero en el plano de los hechos hay actos de auténtica violencia que parecen no estar considerados en tan pomposas reuniones y costosas celebraciones anuales, por ejemplo si después de haber dedicado su vida a servir a su país, pagar la hipoteca de su techo dobleteando turnos y realizando un sin fin de actividades adicionales, a su función –vender, dar conferencias etc.- sus gobernantes, con la complicidad de los legisladores que supuestamente le representan, le aplican impuestos y pagos de servicios –agua, luz, gas, exorbitantes y confiscatorios por el hecho de haber sido una mujer exitosa, ¿los puede catalogar como violentos y discriminadores? ¿Qué exenta a los jefes de gobierno, gobernadores, delegados o presidentes municipales de caer en este supuesto, en el cual por cierto tratan con mayor rigidez a las mujeres sobre todo si no están dispuestas a entrar en las componendas ilegales?
Habida cuenta que la violencia en contra de las mujeres “abarca una amplia gama de infracciones a los derechos humanos, inclusive los malos tratos…….”[1] en la violencia más generalizada y menos reconocida en el mundo, podemos decir que no hay materia para celebrar.
Quienes tenemos conciencia de los alcances de la democracia y somos capaces de insistir en el cumplimiento de la ley, sabemos del riesgo de sufrir violencia por parte de los empleados de ventanilla, los mandos medios y hasta los cabezas de sector que dictan las políticas de atención a los ciudadanos. ¿Ha observado la mayoría de mujeres en las filas para aclaraciones y pagos de predial? La violencia, -verbal, corporal y pragmática- que practica cualquier sujeto encargado de cuidar las puertas ¿Se justifica solo porque porta uniforme? Sé del caso de una universitaria con grado de doctorado, quien debió cambiar de domicilio, pues los titulares de la delegación Benito Juárez en el DF, respondieron con amenazas criminales de las más viles por insistir en denunciar los usos de suelo ilegales que se instalaban en la colonia del Valle. También creo que merece homenaje –desafortunadamente post-mortem- una ciudadana del Barrio de la Conchita, que aun con el peso de los años y las enfermedades encima siempre salió a repartir volantes y formar parte de las protestas por el mismo tema del uso de suelo. ¿Destacar la violencia doméstica por encima de estas “sutiles formas de trato institucional violento” es una forma de engaño? ¿Responde a la táctica “divide y vencerás” este método que confronta a parejas, padres e hijos?
En la expresión discursiva de la celebración para erradicar la violencia en contra de las mujeres, se habló de discriminación y por supuesto de comercio ilegal de personas. Muy lamentable el tema; pero este añejo problema no se resolverá ni con piezas retóricas ni con fiestas. Ya en 1829 y como resultado de alguna legislación del estado de Louisiana que propició la baja en el precio de los esclavos, estos comerciantes de humanos discurrieron, que la única manera de recuperar el negocio, que para entonces era de diez y seis mil millones de dólares [2], era urgente “adquirir” Texas. El vicepresidente de Estados Unidos –Jhon C. Calhoun- un lustro después justificó la anexión de Texas argumentando que: “la esclavitud era la base más segura y estable del mundo para las instituciones libres” y a siglo y medio de distancia, ¿Alguien sabe de algún sortilegio que haya cambiado esa manera de pensar por parte de algunos poderosos? ¿Por qué, en el negocio de “trata” –que hoy, según la OIT deja ganancias a los criminales entre 16 y 31 millones de dólares anuales– el porcentaje de mujeres es mayor que el de varones?
La discriminación laboral por edad, es otra forma de violencia. En los convenios del INAPAM, con algunas empresas que venden café y en tiendas de autoservicio, las responsables de recursos humanos tratan a las mujeres de más de 60 años, sin importar que sean licenciadas o con maestría, como si fueran pedigüeñas de atrio de iglesia y, aun cuando los viejitos son “abuelitos”, se nota la violencia de manera más evidente en contra de las “abuelas”. Hagamos algo mejor que celebrar una fiesta sin contenido real y sin intención de cambiar para hacer mejoras en la calidad de vida de una parte de la humanidad.


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[1] Declaración de Beijing “ …… y varias prácticas tradicionales nocivas. Cada uno de esos malos tratos puede dejar profundas cicatrices psicológicas, dañar la salud de las mujeres y las niñas en general, …….. y en algunos casos, puede causar la muerte.”
[2] Las invasiones norteamericanas en México Gastos Gracia Cantú.

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Violencia y discriminación

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