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Diciembre 31, 2019 20:28 hrs.

Alejandro Cea Olivares › diarioalmomento.com

Cultura ›


SR. DIRECTOR:
2020 ES UN AÑO PARA RECUPERAR NUESTRA INTELIGENCIA SOBRE LO QUE OCURRE Y DEFINIR NUESTRA PARTICIPACIÓN SOCIAL.
LLEVAMOS MÁS DE UN AÑO EN QUE LA SUPERFICIALIDAD, EL INSULTO, EL SENTIRNOS SABIOS SIN SERLO EN NADA AYUDARON: NOS DEGRADARON COMO SOCIEDAD.
ENVIAR LO QUE APARECE EN AL RED, DIFUNDIR RUMORES, NUNCA LEER UN LIBRO NI RESUMIR NUESTRO PENSAMIENTO NOS INUTILIZAN COMO PERSONAS Y CIUDADANOS.
NOS CORRESPONDE DESCUBRIR DE NUEVA CUENTA QUE SOMOS SUJETOS INTELIGENTES Y SOCIALES. QUE IRNOS BIEN NO ES SER RICOS, SINO CONSTRUIRNOS CON LOS DEMÁS.
PODEMOS RECUPERAR NUESTRA INTELIGENCIA Y NUESTRAS VIRTUDES Y DESDE AHÍ VIVIR CON MAYOR DIGNIDAD.
ESE ES EL MENSAJE ESENCIAL DE ESTA REFLEXIÓN QUE HOY TE MANDO.

UN GRAN ABRAZO.

RECUPERAR LA INTELIGENCIA Y LA BONDAD. TAREA PARA EL 2020.
El estilo del nuevo Presidente ha dictado los temas y preocupaciones de la sociedad mexicana, en particular, de quienes formamos parte de los grupos con mayor escolaridad y recursos. Los defectos de este gobierno y los errores de su administración son visibles; no así el asunto más importante, el referente a las debilidades de la sociedad.
El efecto López Obrador en la economía, dicen los especialistas y comiénzalo a decir nuestros bolsillos, es malo: ni empleos, ni crecimiento económico, ni mejor distribución de la riqueza o aumento del consumo. El efecto en lo político es grave: pueden perderse los avances en el respeto a la pluralidad ante el avasallador poder de su liderazgo y de las ansias de sus allegados. El daño en internacional está a la vista: el sujeto que dirige las relaciones internacionales es capaz de pelearse con todos y de ceder todo a los Estados Unidos.
El efecto más importante de la acción de López Obrador es el haber puesto de manifiesto la incapacidad de las llamadas clases educadas o dirigentes para pensar con mínimo orden y para solidarizarse con los demás. De esto poco se habla, de esto es urgente tratar y cambiar pues sobre el gobierno podemos actuar si somos inteligentes y bondadosos; de lo contrario nos quedamos con nuestros insultos mientras todos, pero todos acabamos perdiendo.
En este cambio de año recordemos algunos principios básicos. La inteligencia humana implica ordenar la información, la comparación de hechos, la búsqueda de explicaciones y la decisión para actuar. Ver, juzgar y actuar es proceso obligado para no pecar con la inteligencia.
La bondad humana exige, a lo menos, darse la oportunidad de dialogar y comprender al otro. Requiere, ya tomando en cuenta nuestra tradición cristiana: el hacerse solidario con los males de la sociedad, es decir saberse responsable de mejorar en algo el bienestar y la felicidad del todo social, en este caso, de quienes menos tienen.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador mostró una gran debilidad por parte de la sociedad en el manejo de la información. Manejar información implica concentrar datos, ordenarlos por tema o jerarquía, validarlos. No fue así, de un día para otro nos volvimos especialistas en todos los temas, sin profundizar, sin siquiera leer alguna fuente seria.
A la memoria vienen, a propósito los escribo en desorden, temas como: los salarios de los altos dignatarios, el abandono de la residencia de los Pinos, la clausura del aeropuerto, la lucha contra el huachicoleo, el nombramiento del gabinete, el Tratado de Libre Comercio, la no elevación o elevación de precios de combustibles y de los impuestos, la descentralización de las secretarías de Estado, los conflictos y derrotas ante Trump, la formación de la Guardia Nacional, la política migratoria, las acciones para salvar a PEMEX, los cambios en el seguro popular, las relaciones con los grupos magisteriales, la transferencia de recursos a la iniciativa privada, la venta del avión y otros bienes al uso del presidente, los conflictos con Bolivia, etc., etc., etc., etc.
Sobre cada uno de estos temas y siguiendo al pie de la letra la dictadura mental del actual presidente, quienes se oponen no han manejado con seriedad alguna información, simplemente se han escandalizado: negando e insultando. El chiste y la grosería, la reproducción en la red de lo dicho por otros es la respuesta a asuntos que exigen seriedad. Nunca, he encontrado, por lo menos en mi círculo de amigos y conocidos quien piense algo ordenado sobre un tema y nos informe sobre lo ocurrido y sus efectos.
Cuanto bien nos haría que en lugar de mandar por la red lo escrito por otros, por lo menos hiciéramos un comentario, realizáramos un resumen. El simple mandar nos hace máquinas y lo peor, máquinas soberbias que se creen participantes cuando en realidad matan de raíz la única forma de participar en sociedad, la que nace de la reflexión y el compromiso.
El esquema mental utilizado es parecido, con perdón de los habitantes de las vecindades, al del pleito de vecindad. El profesionista, el empresario, el retirado con recursos, las señoras de casa elegante afirman con cara de odio: ’ya bajo los salarios de los funcionarios, así no se puede’,’ ya le rompió la cara a la educación’,’ es increíble este imbécil ya vendió el avión’. Sin razones, sin un juicio de valor que fundamente la crítica y, lo que es peor, sin algunos datos producto de por lo menos media hora de lectura, este nuevo tipo de especialista alza su voz indignada. Y al día siguiente con la misma indignación trata de la nueva propuesta del Presidente. Tal atención dispersa y tal superficialidad destroza la inteligencia: no es producto de estudio y reflexión, es de respuesta instintiva, animal, pues.
Después del orden, la inteligencia humana se desarrolla a través de la comparación. Los seres humanos juzgamos, es decir calificamos algo comparándolo con un deber ser, valores o con situaciones semejantes: ’A mí me parece esto muy bien porque se parece a …’, o ’porque respeta a…’.
Los grupos educados hemos comparado lo ocurrido con México. El tlapalero, el burócrata de las finanzas, el desarrollador, el médico del hospital caro refieren lo que ocurre en México a Venezuela y a Cuba. ’Vamos a estar como Cuba’, ’Nos va a ir peor que a Venezuela’; existen, además, los muy informados: ’ya llegaron cientos de venezolanos que van a dominar el país’, ’van a traer a miles de médicos cubanos para asegurar la dictadura comunista’.
He preguntado a muchos de mis amigos sobre los pasos que siguió el proceso de Cuba o de Venezuela, ninguno y, son muchos a los que he preguntado, tiene la menor idea; pero hay algo más preocupante les he preguntado sobre los nombres de las ciudades de estos países o sobre algún dato de su historia. Ni la menor respuesta; sin embargo, de que ’Vamos a estar como Cuba o Venezuela’ se mantiene. Más que doloroso es irritante que el futuro de nuestro país se deduzca por el presente de países de los que no se sabe nada. Mayor falta de respeto intelectual, es difícil se puede encontrar. Y somos los educados, no se olvide.
A esta barbaridad sigue una frivolidad mayor: tampoco podemos dar ninguna razón de lo que está ocurriendo en nuestro país. Somos incapaces de referir algo ordenado sobre lo que llevó al poder a López Obrador. Es increíble, pero nadie de los que conozco y son muchos ha leído uno de los libros de López Obrador. Ninguno conoce, por ejemplo, que por él votaron quienes tienen más escolaridad y por el PRI los que tienen menos. En el colmo de la grosería afirman que votaron por López Obrador los que son mantenidos, los que estiran la mano. Olvidan que quienes están cerca del poder, empresarios y políticos, son los que estiran la mano y ofrecen la conciencia, ¿los pobres? hace mucho que se rascan solos.
Si López Obrador es el gran enemigo por lo menos deberíamos, de ser mínimamente conscientes, de estudiar en serio algo de su historia y de la historia reciente que le permitió su llegada al poder y con tal poder. He expresado a varios amigos con un lenguaje cuidadoso que no hiera su vanidad de nuevos ricos lo siguiente: ’si no tienes tiempo contrata a alguien para que te dé información sobre el campo de los negocios que tú estás manejando o sobre el impacto de la política del actual gobierno en la región donde vives’ todavía no he encontrado a uno que quiera informarse; todos están satisfechos con su ignorancia y sus insultos.
Me he preguntado el porqué de estas conductas. Hay una primera explicación: la sociedad, es decir nuestras familias y nuestras escuelas, nos hicieron confundir éxito, irnos bien con dinero; sin preguntarnos por los efectos sociales de nuestras acciones. Nos enseñaron que nuestros bienes eran fruto exclusivo de nuestro esfuerzo, que la única obligación era con la familia y que el resto no existía. Nos crearon en la mentira: porque todos somos seres sociales y si vivimos es porque los demás nos sirven y ayudan. Dicho sencillamente la realidad es que nuestro bienestar depende del bienestar de la sociedad, de todos. La mentira en que nos formaron dice que: nuestro bienestar no tiene nada que ver con el bien de los demás. De ahí la falta de seriedad ante los temas sociales.
Con esta ignorancia y egoísmo, surge una de nuestras grandes contradicciones, o de nuestras cínicas contradicciones. Mientras decimos que vamos a estar como Cuba o Venezuela, sacamos nuestro dinero y gastamos nuestros dólares en viajecitos al extranjero. Me sigue sorprendiendo que en su plática amigos míos, después de pasar sobre el tema de la gran desgracia nacional, transcurren a referir su último viaje en un crucero o a alguna gringa ciudad.
Han salido del país más de 35,000 millones de dólares de los de la buena conciencia, de los que habiendo recibido todo de aquí, piensan que nada recibieron y que nada deben. Una cantidad similar ha llegado al país de parte de los pobres que se tuvieron que ir para trabajar en los Estados Unidos. ¿Quién mantiene a quién?
Personalmente me da miedo el gobierno de López Obrador constituido por un grupo de grandes millonarios y de sujetos dispuestos a ejercer el poder bajo la excusa de bien de los demás. Me da miedo porque no está respondiendo a los dos grandes temas, a las dos grandes heridas de nuestra sociedad: la desigualdad y la falta de seguridad. López Obrador debe ofrecer no sólo esperanzas sino realidades a las mayorías. Está para impedir el saqueo, el odio, el rompimiento violento de la sociedad. Podemos ser, parafraseando a la histeria sobre Cuba y Venezuela, podremos ser como Chile, Colombia y Ecuador, y cuidado que estamos cerca y más cerca si fracasa el Presidente.
Personalmente me da miedo mi grupo social con mucha escolaridad y ricos. Nuestra ignorancia y egoísmo en nada ayudan a resolver el gravísimo problema de la desigualdad. No somos ni siquiera capaces de acercarnos con respecto al México profundo: nuestros hijos conocen primero San Francisco o Nueva York que Teotihuacán. Los que pueden sacar su dinero lo hacen.
Tengo la certeza que más que moral nuestro problema es intelectual. Años destinados a hacer negocios, mataron nuestra capacidad de reflexión, de sensibilidad social, de comprensión de lo vivido como parte de la historia. Años de adoración del propio bienestar mataron nuestra religiosidad que fundaba la vida en el servicio a los demás. Hace poco le dije a un amigo empresario: ’según por ahí se dice, las empresas tienen una función social muy importante’. Su respuesta: ’las empresas son para hacer dinero’, sencillamente mi amigo está en el siglo XVIII o antes en los tiempos de la piratería y olvidó toda la reflexión moderna y, en muchos casos católica.
Recuerdo, por dar otro ejemplo, a un gran anti peje rasgándose las vestiduras por la elevación del salario mínimo, mismo que pagaba a sus costureras. Cuando le expresé que esa era una lucha de empresarios, como los de COPARMEX, no lo aceptó. Le quedaba muy claro y eso que venía de escuela católica, que eso era asunto de comunistas. Sin comentarios más que el dolor de la brutal ignorancia.
Es evidente que nuestras debilidades las podemos convertir en esperanza si, por lo menos, comenzamos a pensar con seriedad. Tenemos la oportunidad de apoyar al cambio del país, si cada uno de nosotros, los que se supone tenemos buena educación, en lugar de repetir lo que otros dicen y mandarlo por la red hacemos el mínimo ejercicio de leer libros y de escribir lo que pensamos. Quien lee y escribe se abre a la comprensión y al diálogo; ordena su acción porque ordena sus ideas y, fundamental para estos tiempos, se comprende como un sujeto social o si es cristiano, como miembro de un pueblo hecho para la salvación en la que el bien del que menos tiene es el bien más importante para todos.
Quien piensa bien puede comenzar a actuar con moralidad y a realizar lo que quizá nunca ha hecho: participar en la vida política y cultural y ofrecer algo de lo mucho que ha recibido de la sociedad a los que ahí cerca necesitan de un apoyo.
Cierto López Obrador tiene todos los errores y defectos posibles. Quien así lo piense, tiene el deber de oponerse. ¿Cómo? ordenando su información, su pensamiento, no dejándose arrebatar por el chismorreo de la red. ¿Cómo? dándose un tiempo para leer, para reflexionar, para escribirse a sí mismo. Si en lugar de mandar a la red el escrito recibido cada uno hacemos el esfuerzo de resumir, de escribir unas pocas líneas, respetaremos la complejidad de la realidad, nuestra inteligencia revivirá y, sobre todo, descubriremos – y esto es muy importante – que somos capaces de decidir, de compartir, de comprometernos.
El mensaje enviado por la red indica la incapacidad mental y la falta de compromiso del que envía, las líneas bien pensadas nos descubren como sujetos responsables, dignos, capacees de dar su palabra y ejercerla.
2020 puede ser un año crítico y peor, o un año con algo de crecimiento económico y paz. Para los educados y con recursos, para los que todo hemos tenido y recibido, puede ser el año de recuperar la inteligencia y ejercer la bondad. Al país le urge la presencia de seres pensantes - para eso nos formaron -, de seres sociales – que eso somos – y de gente buena que no confunda bien con riqueza – esto es una blasfemia
2020 exige que en nuestra vida cotidiana se le dé tiempo a la reflexión, a la política, al apoyo a los demás. Estamos urgidos de ciudadanos que comprendan que el bien mío, personal, de mi familia pasa por el bien de todos y que podemos conocernos, reunirnos y hermanarnos. Esta es la tarea para el 2020 siempre y cuando pensemos, reflexionemos y recordemos aquellos principios sencillos que nos enseñaron y que todavía están vigentes sobre un tal Jesucristo.
Feliz y pensante 2020.

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