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Octubre 18, 2021 22:12 hrs.

Roberto López Moreno › tabloiderevista.com

Cultura ›


texto que se refiere al libro recientemente publicado por la escritora Marcela Romn ’Y SIN EMBARGO ESTÁS…’ que fue presentado durante el cierre de la pasada Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México.

Nos conversamos a nosotros mismos desde la primicia con el que se abre el libro-poema de Marcela Romn, Luna azul en la que ’la muerte se negó a ser muerte’, y aunque en las páginas del tomo se pasea la sombría a sus anchas, al toque del poema la tal se convierte en vida en cada segundo, perdón, no hablo del segundo del reloj, sino del instante del verbo, entonces, la muerte se convierte en vida en cada instante del verbo.

Espectáculo literal que nos asiste en vilo es este río de imágenes dadoras.
Marcela Romn es una bella escritora que nos conmueve por su belleza y por el verbario hondo que toca con su ágil vuelo, raíz y guadaña, oxímoron valente en los puntos cardinales de la sangre.

Dúctil, la conciencia se deja llevar por la invitación del verbo que nace lúdico desde el imán del latido. Ese latido está integrado por una multitud de vivencias recogidas en cada una de las estrofas de este libro vital, tan lleno de verdades para ser consideradas por el lector atento y sensible; para que después de que el beneficiado haga su propia lectura, en la imaginación haga su propio poema, contando a su manera las cuentas de su rosario de minutos.

’Reventamos la sangre’ dice la autora y cita a Goya, el que escribía dramas con pinceles, y Goya se hace presente como vehículo para acentuar la presencia del terror. Sigue así, recorriendo la espina dorsal del versario, el aliento dador de la sombra, de la que continúa brotando vida y así… y así… hasta el punto final de esta atareada tinta tan dada a transitar los territorios de los inasibles. La poesía, la que está en todos los caminos a la vez que en ninguno, es, está.

Es esta.
En varias partes del libro conviven párrafos sin puntuación, este es un procedimiento de la autora que le permite interaccionar entre las líneas alcanzando una multiplicidad de significados que ahonda de esa manera el hálito poético. Así es como diciembre nunca será abril, pero está en condiciones de ser diciembre y de ser abril al mismo tiempo, que es el tiempo de fluir, el tiempo de estar siendo, instalándose en una habitación sin rumbo ni código postal.
Había una vez…

En ese juego entre la vida y la muerte la escritora nos dice que Eros se congeló de soledad y le lanza el grito de su flama. Entonces, ’de golpe nos inundó el grito de la tierra’, discierne.

Es cuando tristes los días se niegan a ser días y sólo son ’oscuridades que resplandecen’.

Es cuando sólo la muerte escucha a las pupilas como el clásico español escuchaba con los ojos a los muertos.

Estos poetas, en qué perfiles del latido nos colocan, estos poetas… Como todo es vida aunque sea muerte, bien cabe una referencia a los 43 de Ayotzinapa para responder a una jornada muy concreta del lapso que nos tocó vivir. Estamos contando el tiempo.

En su libro, Marcela Romn menciona varias veces a Rosario Casstellanos, alta y clara mujer de nuestras letras. Marcela, en su pupila es visitada también por Miró, Botero, Munch, Dalí, Anguiano, Varo, Magritte.

Después de recordar la sapiencia de Rosario, tocando extremos, cita también a Sabines que muy bien va con las ’mulas ahorcadas’ del poema. Existen en el tomo momentos terribles como la expresión: ’no hay ninguna respuesta para los hijos que ahorcados gritan en las alcantarillas’.

Coexisten en el libro diferentes apoyos retóricos como en el caso de las anáforas que repiten ’me ves viva…’ y que son palancas para acercarnos a los territorios inevitables en los que nos va hablar acerca de las muertes de su abuela, de su padre y de los muertos vivos que todos los días nos oyen con sus ojos.

Así es que personajes como su padre, ya no sentirán el olor de la noche.

En el proceso en el que el verso va dejando su ser literario sobre la tierra para que, acto posterior, se convierta en hijo legítimo del decir del pueblo, para que se convierta en sociedad y su sangre, forzosamente va perdiendo las comillas que le impiden tal transmutación. Así el verso ya no es de su autor sino de la colectividad.

Qué mayor premio al poeta que convertirse en la voz de todos.
Por lo anterior cierro este breve texto sin el peso de las comillas y vuelo (pretendo). El reloj con sus horas se deshora con el fin de que reventemos la sangre, y si Eros se congeló de soledad, vamos todos juntos, con la Luna azul bajo del brazo, a que de golpe nos inunde el grito de la tierra para que la muerte se siga negando a ser muerte. La luna azul, convertida en libro, nos espera.

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"El grito de la tierra"

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