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Junio 02, 2016 19:38 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


Ya lo había anunciado un tabloide de circulación nacional. La nota se llevó la portada del jueves 26 de mayo, fecha en que se cumplían 20 meses de la desaparición de los 43nortmalistas de Ayotzinapa.
Ese día se esperaba una magna manifestación donde marcharían juntos los maestros disidentes, con los padres de los estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala. La lluvia y camiones de la Policía Federal que impidieron el paso de numerosos contingentes de profesores, frustraron la magnitud de la marcha.
La nota de portada de Milenio todavía campeaba en los puestos y los noticieros de radio comentaban el hecho como si hubiera sucedido. Hablaban de la radicalización de una lucha basada en la falta de respeto a sus compañeros, que ’por el simple hecho’ de no participar en las marchas los consideraban traidores. Qué barbaridad, era la frase que imperaba en los noticieros que esperaban hacer eco en la sociedad al culpar a los maestros de una acción que todavía no habían realizado ni habían anunciado.
Ese proyecto salió de alguna oficina de gobierno, y a juzgar por la ingenuidad seguramente fue de la SEP.
La gente esperaba que los profesores disidentes empezaran a cortar el cabello en Reforma o Bucareli, a quienes entraran a impartir clases, como una manera de medir si en realidad podrían no sólo dividirse sino enfrentarse y, de esta forma, introducir a los esquiroles a dar clases en lugar de los disidentes. La medida tenía la intención de servir de termómetro para saber si eran capaces de pelearse profesores contra profesores. De ahí la difusión anticipada de esta acción que finalmente fue perpetrada por miembros de la Organización Popular Independiente Emiliano Zapata, integrada principalmente por comerciantes ambulantes de Comitán.
En ese instante la SEP emitió un comunicado que decía en su primer párrafo: ’La Secretaría de Educación Pública condena categóricamente la violencia perpetrada en la ciudad de Comitán de Domínguez por integrantes de la CNTE y de algunas de sus organizaciones afines, en contra de supervisores y directores escolares del estado de #Chiapas que cumplían con las acciones legales de notificación a los maestros que han faltado por más de tres ocasiones a sus labores docentes’.
Pareciera incluso elaborado antes de los acontecimientos por los detalles y el cuidado con el que está escrita la condena disfrazada de boletín de prensa.
La estrategia para desprestigiar el movimiento magisterial, a través de los medios les falló a la SEP, tanto como el histriónico secuestro del futbolista tamaulipeco. El ridículo no sólo afecto al gobierno sino a los medios más convencionales a menos de una semana de las elecciones en 14 entidades de la República Mexicana.
Una de las muchas pruebas de que no eran profesores quienes violaron los derechos de los profesores en Comitán es el hecho que integrantes de la Organización Popular Independiente Emiliano Zapata atacaron las oficinas de la Procuraduría General de Justicia del estado de Chiapas, quemaron cuatro patrullas y retuvieron a 18 funcionarios estatales, luego de que su líder Santiago Calvo López fue detenido por agentes de esa dependencia acusado de encabezar el corte de cabello de los mentores.
Mientras el gobierno reestructuraba sus trincheras los maestros disidentes, no sólo los miembros de la CNTE, realizaban una tarea lenta y compleja: obligar, de manera pacífica y ordenada, a las autoridades federales y estatales a establecer mesas de negociación en las 32 entidades federativas del país.
La estrategia de desprestigio, centrada en la infiltración de policías con la orden de agredir y desordenar las marchas también fue también desactivada por los profesores, quienes despojaron de sus armas a los policías que se hacían pasar por maestros en las filas de los manifestantes en Oaxaca.
Los profesores les colocaron pancartas a los siete policías infiltrados con letreros como ’Soy policía y reprimo a maestros’, ’Soy director de la Agencia Estatal de Investigaciones y me infiltré en los maestros para reprimirlos. Venimos bien armados’, ’Soy agente del Estado y le tomo fotos a maestros’, ’Soy policía y reprimo al pueblo’. Los policías fueron fotografiados por los medios y después liberados ilesos.
La estrategia de desprestigio estaba tendida como trampa, utilizando a la opinión pública como campo de batalla.

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A rapar medios

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