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Enero 17, 2014 10:18 hrs.

Mercedes Arancibia › diarioalmomento.com

Periodismo ›


A veces de manera intencionada, a veces debido únicamente al azar (un regalo, la compra en un puesto de segunda mano, el hallazgo en la estantería de un volumen olvidado…), te encuentras con que tienes en las manos un libro que debías “obligatoriamente” haber leído antes, cuando se publicó. No sólo porque lo que en él se cuenta te interesa sino –y sobre todo- porque lo que cuenta es parte de tu historia. Y eso no deberías perdértelo de ninguna manera.

Esto es exactamente lo que he experimentado al leer de un tirón –en una noche, lo confieso, me iban enganchando sucesivamente los nombres, las calles, los edificios, los hechos, sobre todo los hechos- Al cierre, memorias (dice el autor, aunque presumo que también calla mucho) de J.J. Pérez Benlloch; y me adelanto a los listillos que sientan la irrefrenable tentación de colgarme un comentario diciendo que se llama Juan José, que me los veo venir. Se llama Jota Jota y punto. El, yo y por lo menos dos centenares más de colegas sabemos de quien hablamos.

Hablamos de algo así como el perejil de todas las salsas/proyectos de prensa independiente, libre y bastante nacionalista que se han fabricado –con desigual resultado y por riguroso orden – en el Antiguo Reino de Valencia, el País Valencià y la Comunidad Valenciana, desde los años 1960 hasta ayer mismo. Hablamos de un periodista de raza, vocacional, de los que ya no sale ni uno en una promoción, que nunca ha querido ser otra cosa que ser periodista, que considera que esta profesión/oficio es lo suficientemente digna y satisfactoria como para no desear redundarla con laureles, que siempre nos quedan ajenos, de novelista, ensayista y otros istas (además de contertulio, que también da para horchata).

J.J. Pérez Benlloch –en los últimos años de su carrera columnista de la edición valenciana de El País, lo que parece compensarle de tanta ignorancia y tanta maldad anterior- muestra en la narración de sus más de cuarenta años de ejercicio de la libertad de prensa, e incluso de cuando lo que había que hacer era callar y disimular, la fotofija de todos los empresarios periodísticos y empresarios de todo pelaje, compañeros y adversarios de profesión y de viaje, maestros (pocos pero buenos, me quedo con Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés y Vicent Ventura), amigos y enemigos, todos con nombres y apellidos, todos reconocibles y algunos además reconocidos en el minúsculo mundo del periodismo provinciano –y a mucha honra- del País o la Comunidad, según desde el lado que se mire. También me ha llevado a hacer un recorrido sentimental por las cabeceras –La Marina, Qué y Donde, Cartelera Turia, Diario de Valencia, Noticias al Día, en algunas de ellas coincidimos- que alcanzaron a conocer su cuarto de hora de gloria en el largo trayecto de todos esos años de buen periodismo, escrito y de papel.

En ese mismo tiempo, todos nos hemos hecho mayores. Algunos de los de entonces “han triunfado”. Otros nos alegramos.

L’Eixam Edicions
Colección Tábano
ISBN: 978-84-96014-28-2
222 páginas, 17.00 €

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Al Cierre. El periodismo tal y como lo he vivido

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