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Febrero 18, 2015 14:41 hrs.

Gregorio Ortega Molina/almomento.mx › todotexcoco.com

Periodismo ›


Leo, con azoro, que desde el gobierno festinan el descenso de los índices de violencia, porque parten del supuesto de que ésta se manifiesta a balazos, con secuestros, desapariciones y trata, y la consecuencia inmediata es la muerte, o la invalidez, o el quedar atemorizado y tonto.

Simplifican las medidas oficiales para alcanzar el éxito de las políticas públicas, porque viven ávidos de la aprobación y el aplauso, que obtendrían de empeñarse en la moderación de sus metas: poner orden e iniciar, con eficiencia, el quiebre de la corrupción y la contención de la impunidad.

Pero hete aquí que la peor violencia, la que más lesiona a la sociedad, la humilla, la escarnece, la disminuye en sus legítimas aspiraciones y en la confianza en ella misma, es la que se hace patente en los equívocos resultados de las políticas públicas, a través de la relación que las diversas instancias de gobierno establecen con los mexicanos, con esos que son el sustento de su poder y debieran ser su vocación, objetivo y fin.

No hay violencia más cruel, humillante y onerosa que la padecida por los usuarios del sector salud, cuando descubren que no hay medicamento para ellos, que los consultorios están saturados, que las fechas para una intervención quirúrgica que pudiera salvarles la vida, se establece para cuando pudieran estar muertos, o que no pueden hacerles diálisis, o simplemente los tratan con desprecio y las madres se ven obligadas a parir en los jardines o baños de los hospitales.

O la que padecen los usuarios de la línea 12 del metro, conscientes ellos de que con sus impuestos construyeron una línea dorada que sólo fue útil para elevar costos y facilitar el enriquecimiento de unos cuantos, seguros de que tienen la impunidad garantizada, porque el modelo político se pudrió y nadie quiere amputar la gangrena, pues en ello le va el futuro político, aunque pierda el devenir histórico.

Violencia terrible y continua la padecida por los expulsados de México hacia “la jaula de oro”, donde con estupor se encuentran con que a pesar de convertirse en víctimas del modelo económico de la globalización, encuentran caminos de éxito que en México les están vedados.

O la de vernos convertidos ex exportadores de capital, como lo exhiben las cifras orondamente presumidas por el BBVA, que muestran que esta nación aportó más del 40 por ciento de sus ganancias durante 2014.

¡Eso es violencia! Incruenta, sí. Lo demás son crímenes.

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¿Bajó la violencia?

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