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Mayo 30, 2016 11:33 hrs.

Fernando Irala Burgos › diarioalmomento.com

Periodismo ›


A menos de una semana de la jornada electoral programada en catorce entidades, casi la mitad de las que componen la federación, partidos y candidatos despliegan las últimas estrategias para arrojarse lodo y confundir al electorado.
Y es que en cada nueva elección, las campañas son cada vez más sucias; unos a otros, los candidatos se descubren negocios chuecos, fortunas inexplicables, vidas personales de abusos y desorden.
En el pasado ha quedado la difusión de programas de gobierno, plataformas políticas o convicciones éticas e ideológicas.
Sucesivas reformas políticas a lo largo de cuatro décadas han hecho transitar al país del esquema de partido único al progresivo caos que hoy vivimos, con organizaciones que cada vez tienen más dinero pero menos sufragios, partiditos ’bisagra’ que cambian su precario porcentaje de votos por posiciones políticas y canonjías, y ahora con candidatos independientes, unos con muy buenas intenciones y otros, la mayoría, viejos lobos del oficio que simplemente utilizan nuevas formas e instrumentos.
En contraparte, entre la población crece el fenómeno que ya hasta al Presidente preocupa, definido por los especialistas como el mal humor social, que no es sino una forma sofisticada de decir que la ciudadanía está cansada, frustrada, desencantada, enojada.
La corrupción, la pobreza de la mayoría, la falta de oportunidades, y la sensación de que nada mejora, no podrían producir otro efecto.
En ese cuadro de decadencia, también desde hace varios procesos electorales pesa en diversas regiones del país la influencia de la delincuencia organizada y el miedo que genera entre los habitantes de pueblos y municipios enteros; ya sabemos que esas historias terminan con la elección de legisladores, alcaldes y otras autoridades que responden al crimen y no a la ciudadanía.
En tales condiciones es que muchos millones de mexicanos tendrán la opción de salir a votar el próximo domingo, pero es probable que en muchos casos la mayoría simplemente se abstenga, y que la elección se decida por pequeñas minorías que definirán los puestos en juego, en realidad en obediencia de los intereses y grupos de poder.
Tal es la triste realidad.

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Campañas sucias; mal humor social

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