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Septiembre 21, 2022 22:27 hrs.

Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

Política ›


Cuando Vicente Fox ocupó la Presidencia de México, tuvo la ocurrencia de plantear que se avocaría a conseguir la paz entre las coreas del Norte y del Sur, separadas prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial y dedicadas a diferentes quehaceres, que hoy las tornan diametralmente diferentes absolutamente en todo, a pesar de estar juntas, pero no revueltas. La idea del mandatario fue descalificada en distintos lugares, por exageradamente descabellada.
Hermes Trismegisto, Schopenhauer, Nietzsche y otros, plantearon la teoría del eterno retorno o de la historia que se repite. Hoy en día existen quienes no la conciben de ninguna manera, porque no son filósofos. No son pensantes. Ni siquiera cultos. Pero hacen trazos parecidos entre ellos. Como el caso de Fox, a quien acaba de hacerle eco el actual Presidente mexicano, que plantea la idea de terminar con la guerra que Rusia le declaró a Ucrania y que tiene en vilo al mundo entero.
Similar a la de su antecesor, semejante propuesta resulta igualmente descabellada, si sabemos que en su propio país, en el que hace como que gobierna desde casi cuatro años, se ha dedicado a separar a sus mismos gobernados. Está aplicado en cuerpo y alma a polarizar a los mexicanos y en eso ha tenido un éxito enorme. Luego entonces, su habilidad no está en apaciguar guerras, sino en iniciarlas y mantenerlas con su verborrea que diariamente atosiga y descalifica.
En el mundo, preocupados por esa guerra, existen estados de veras poderosos con los que México no podría igualarse en ningún aspecto, que no han tratado de meter la nariz en donde obviamente no deben o que la han metido con mesura y con el tacto que el caso demanda –verbigracia: Estados Unidos, Inglaterra y otros−, porque significaría avivar el fuego. Atizar la hoguera y esparcir las llamas por todos lados, cuando lo que se necesita es todo lo contrario.
Su plan propone la integración de un comité para la paz, integrado por Nadendra Modi, primer ministro de la India. Por el Papa Francisco y por el secretario de la ONU −organización ésta, a la que cada vez que puede, condena sin miramientos−, quienes deberán buscar el cese al fuego y un diálogo entre los presidentes de Rusia y Ucrania, Vladimir Putin y Bolodimir Zelenski. Así de fácil. De ser tal, obviamente que Rusia reclamaría para sí las ciudades objeto de la discordia, iniciada precisamente por este país.
¿Algún día se conformaría Ucrania con ceder los territorios objeto de la pugna? ¿Algún día consentiría en perder sus ciudades, sólo porque al Presidente de México se le ocurrió que alguien debe interceder y convencer con la facilidad con que se piensa? Su plan fue examinado y desechado de inmediato, con la certeza de que más que nada, está concebido para favorecer al enemigo.
Fue analizada con toda rapidez en Ucrania y despreciada de inmediato. ’¿Su plan es mantener a millones bajo ocupación, aumentar el número de entierros masivos y que Rusia refuerce sus reservas? ese es un plan ruso, denunció Mykhailo Podolyak, asesor principal del presidente ucraniano’. El plan pues, habla de mantener la estancia rusa en territorio ucraniano cinco años. ¡Vaya solución!

¿Cómo es posible hablar de paz en otras latitudes, cuando en México se ha hecho lo indecible por militarizar al país, en aras de qué? ¿A qué puede temer un estado como el mexicano, históricamente envuelto en actitudes pacifistas hacia el exterior? ¿Además, en este momento con una táctica que nadie, con dos dedos de frente, sería incapaz de aceptar? Me refiero a los abrazos a los delincuentes, con la innovación de darles libros. ¡De veras, son ideas geniales!
¡Ah! Pero nuestro mandatario dijo algo que debieron escribirle, porque las palabras no corresponden a su vocabulario, por demás corriente: ’El poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás. Ojalá tengamos éxito con esta iniciativa y suceda lo que suceda nunca será en vano luchar por la justicia y la paz’. ¡Pues que comience por México!

Lástima que en este caso no puede acusar a Ucrania de fifí. De neoliberal. De conservadora. De pagada por sus adversarios. Tampoco puede usar a su Congreso.

ariosruiz@gmail.com

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