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Noviembre 17, 2014 19:18 hrs.

Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

Política ›


UNO. De pronto da pena ajena el que intelectuales y escritores –que no es lo mismo-, externen sus opiniones a través de las Redes Sociales, la televisión y la prensa escrita sobre todo. Al parecer está ganando el pensamiento conservador y reaccionario por sobre los razonamientos serenos, objetivos y claros.

No se trata de que exista el bando de los buenos y de los malos, tampoco del clásico “yo tengo la razón y los otros no”, sino de algo más grave que significa, en este caso concreto, legitimar la violencia del Estado y, sobre todo, la violencia de facto que ejercen los grupos de narcos y de la llamada “delincuencia organizada” –aunque aquí ya no se sabe si se incluye a policías y autoridades venales-.

Se hablaba hace muy poco de que no se deseaba la “colombianización” de nuestro país pero ahora ya existe la “mexicanización” de México, donde domina la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas y de personas y decenas de acciones delictivas más que han llevado a la población –ante la ineficacia de las autoridades y la falta sus respuestas claras y precisas- a la autodefensa y el hartazgo. La violencia no viene de ahora sino de mucho tiempo atrás, desde que se instauró el Neoliberalismo y se privilegió al capital por sobre el trabajo. No por nada la ecuación capitalista por excelencia es: “Que pocos tengan mucho y que muchos tengan nada”.

DOS. Pero todos vamos en el mismo barco y es iluso pensar que “todo le pasa a los otros y a mí no”, porque tarde o temprano la violencia nos alcanza y afectará a todos. A partir de las muertes de Tlatlaya, que se presume ejecución sumaria, y la atroz y cruenta desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el hartazgo del pueblo llegó a su límite y se manifestó a distintos niveles que fueron y son de lo pacífico a lo violento en distintos niveles: lo mismo una marcha con carteles que quemar vehículos de las ineficaces autoridades.

Lo que se inició a nivel estatal, en Guerrero, ya adquirió las dimensiones de una revuelta nacional que ha desatado los comentarios agrios y fuera de lugar de muchos que consideran que la violencia de un lado es buena y la del otro lado es mala. La violencia no se legitima para ninguna de las dos partes, pero tampoco debe de ser institucional como ahora proclama uno de los causantes de la respuesta popular: Enrique Peña Nieto, quien ni siquiera podría ni puede legitimar su honrada llegada al Ejecutivo de manera legal, clara e inobjetable.

Luego el escritor Rafael Pérez Gay, en un espacio de televisión en Milenio Noticias, pontifica y señala que no se puede permitir la “naturalización de la violencia” como algo muy fuera de lugar por parte de quienes ahora se manifiestan así, cuando el gobierno y el Estado –que deberían de dar protección y bienestar a los ciudadanos- han sido omisos y han permitido todo ante y contra el pueblo –con este tipo de comentarios extrañamos la lucidez de su hermano mayor José María-. ¿Entonces cómo manifiesta el pueblo su inconformidad y hartazgo? ¿Con el voto? ¿Con oraciones y plegarias a Dios y la Virgen de Guadalupe? Eso ya no funcionó y entonces sigue algo de lo que el pueblo es soberano: su manifestación a través de medios legítimos, o los que considere pertinentes, cuando las autoridades no han resuelto los grandes problemas nacionales, ni locales, ni municipales.

TRES. No hay trabajo, no hay bienestar social, no hay buenos sueldos pero sí mucha pobreza para el pueblo y grandes lujos para los detentadores del poder. La soberbia mansión ahora ya llamada “La Casa Blanca” de Las Lomas no tiene explicación plausible: ningún trabajador de Televisa, incluso los ejecutivos, pueden tener ese tipo de lujos, excepto los dueños porque por eso esa empresa es muy rica: porque les paga mal.

Ninguna explicación sobre ella llenará la duda que se tiene sobre esa procedencia totalmente ilícita del capital para comprarla. El pueblo no se chupa el dedo y la señora “Gaviota” no es tan trabajadora ni gana tan bien como para ser ella la dueña de la casa ¿qué acaso su marido no trabaja?

CUATRO. El gobierno de Peña Nieto es ineficaz e inepto, no sabe hacer política y tampoco sabe hacer economía, sólo saber vender lo que no es suyo: el país. El nuevo PRI sencillamente está enseñando el cobre del viejo PRI y el pueblo ya no quiere más de lo mismo. Que se vayan y que dejen a los capaces y honrados trabajar por la nación y por el pueblo, ya no nada más para los empresarios quienes ya tienen 30 años ayudando a hundir al país.
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*Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus libros más recientes son la novela Lámpara sin luz, el libro de ensayos Sombra de las letras y la antología de poemas Árbol afuera.

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Crece el pensamiento conservador y reaccionario

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