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Noviembre 10, 2014 03:42 hrs.

Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

Política ›


UNO. No se trata de ser ave de mal agüero, pero desde un principio todo pintaba muy mal para los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, Gro., y olía horrible. Guerrero es un estado que se puede considerar zona de desastre, como casi lo podemos decir de al menos seis, siete, ocho estados de la República. No hay control, no hay gobierno, no hay Estado, sino un grupo enjundioso de empresarios que administran (mal) al país y lo están vendiendo al mejor postor. Eso no es gobernar y eso no es lo que deben de hacer los políticos que, se supone, están al servicio de la nación, de la soberanía que reside en el pueblo.

El cuerpo de la patria es mutilado, sus partes masacradas, pero la cabeza no piensa, está(s) preocupado(s) en otras cosas, como por ejemplo un viaje a China y Australia que es de auténtico ensueño -sobre todo con todos los gastos pagados-, porque ellos viven en él, mientras que el grueso de la población vive la pesadilla de la cotidianeidad y la más cruda de las realidades.

DOS. Lo que decimos líneas arriba no es por los que murieron en el lugar de los hechos y los heridos, ya que ahí estaba la certidumbre de los cuerpos en el camposanto o en el hospital, sino en los 43 desaparecidos de manera forzada y que, ahora se sabe con casi la total certeza, que fueron entregados por policías municipales a miembros de La Maña llamada Guerreros Unidos. Los policías que investigan a policías siempre dan malos resultados, nuestra justicia no es enteramente ciega y se sabe acomodar al arrullo de los pesos y centavos.

Pero desde un principio la investigación no fue pulcra y, de nueva cuenta, volvemos a comprobar que la policía del nivel que sea -municipal, estatal, federal-, no sabe hacer su trabajo y que la solución a muchos de nuestros problemas no es con más policía y más cárceles.

La investigación estuvo sesgada porque se trataba de gente pobre y porque los sujetos que hicieron la desaparición forzada -con esos jóvenes ahora muertos o no-, nunca se imaginaron el tamaño de la protesta e indignación que despertaría un hecho de esta magnitud que, por lógica elemental, debemos de considerar un “crimen de estado” con todas sus letras porque estaban involucrados policías; porque policía estatal y la Federal que sabía del movimiento de normalistas desde que tomaron los autobuses tenían que estar al pendiente de los acontecimientos que se presentaban ¿no es uno de sus lemas “Cuidar y proteger”?

Pero una buena parte de culpa la tiene el Ejército que supo de toda la situación: toma de autobuses, balazos, muertos y heridos, cuando por menos de eso han intervenido. ¿Esperaban órdenes de qué o de quién? ¿El oficial a cargo no tuvo siquiera el criterio y el sentido común para apersonarse e investigar qué es lo que estaba sucediendo y más sabiendo que ahí hay mano de La Maña?

TRES. Omisiones y graves errores por todos lados por parte de los tres niveles de gobierno. Es bien claro que si en un mes no aparece alguien reportado como secuestrado o desaparecido, por desgracia debe de darse ya como muerto, pero el gobierno de Peña Nieto intentó ganar tiempo para ver si algún milagro sucedía: no lo hubo, no los hay. Ojalá aparecieran vivos los muchachos, pero ya no podrá ser así.

Nadie en ningún lugar del mundo merece ese cruento destino, mucho menos esos 43 jovencitos que eran una promesa de vida. No podemos dejar pasar este tipo de situaciones, debemos de indignarnos y esperar que la justicia alcance a los criminales y ya tenemos al menos a dos candidatos a pasar al banquillo de los acusados, muy bien señalados por su ineficiencia: Enrique Peña Nieto y Jesús Murillo Karam; Abarca y señora son las partes más delgadas del hilo, pero esa madeja debe de llegar hasta arriba.

La política económica que sigue el Neoliberalismo impuesto por los gobiernos priístas, panistas y el de EPN permite estas situaciones y atrocidades donde se castiga a la pobreza. Ya basta de impunidad, de corrupción y de frivolidad.

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* Profesor Investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, periodista, escritor y miembro del IISMEHER de la misma Institución.

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Crónica de 43 muertes anunciadas

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