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Julio 18, 2021 21:34 hrs.

Fernando Irala › tabloiderevista.com

Política ›


Para las actuales generaciones, es probable que ninguna otra nación despierte entre los mexicanos un sentimiento de hermandad y proximidad como Cuba.
No es el caso, desde luego, de Estados Unidos, de quienes hemos sido desde enemigos en guerra hasta vecinos distantes, como nos calificó el siglo pasado un periodista de aquel país.
Tampoco nos ocurre con Guatemala o alguna otra nación hispanohablante, ni con los canadienses, con quienes hay amistad pero no mucho contacto.
Cuba es otra cosa. La revolución castrista fue en su momento ejemplo para el continente y el mundo, y los revolucionarios isleños de entonces nunca ocultaron que partieron de México y que aquí encontraron apoyo y simpatía para su movimiento.
En las siguientes décadas, hasta terminar el siglo, fue admirable el tesón de un pueblo asediado por el imperialismo y capaz no sólo de sobrevivir sino de destacar en la cultura, la ciencia, el deporte a nivel internacional.
Pero el mundo no ha dejado de cambiar entre una y otra centuria, entre el fin de un milenio y el inicio del actual, y el régimen cubano no ha evolucionado.
Bueno, sí, pero tantito. Fidel Castro primero se cansó de estar en el poder, se jubiló pero se lo heredó a su hermano. Éste, apenas un lustro menor, hizo lo propio hace un par de años.
Entretanto, el planeta pasó de la guerra fría a la caída del Muro de Berlín, vio surgir lo mismo a la Unión Europea que el poderío económico de China, y en el entorno regional estamos ya en la operación del segundo tratado comercial en América del Norte.
Las recientes protestas en decenas de ciudades cubanas, La Habana incluida, han resultado sorpresivas por su simultaneidad y coordinación, pero no son sorprendentes.
Sorprendente es que en Cuba los jóvenes y los adultos maduros se resignen a vivir eternamente en la pobreza, la escasez y entre las ruinas, sin que tengan expectativas de desarrollo económico, y la migración sea la única posibilidad de progreso.
El espejismo de una sociedad socialista tuvo sentido hace dos tercios de siglo, pero hoy la historia universal va por otro camino.
Ojalá que las muestras de descontento tengan en Cuba una respuesta más inteligente que la represión policial, y sean el inicio de una transición pacífica y de una reintegración cubana al mundo actual y al continente.

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Cuba es otra cosa

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