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Mayo 13, 2020 21:00 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › tabloiderevista.com

Periodismo ›


Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Platico la historia que publica el The New York Times.
’Como para el amor no hay edades ni barreras, la danesa Inga Rasmussen de 85 años y el agricultor alemán Karsten Tüchsen Hansen, de 89, decidieron seguir su romance a pesar del cierre de fronteras entre Alemania y Dinamarca.
Ella maneja al punto fronterizo de Mollehusvej. Lleva café y una mesa.
El en su bicicleta eléctrica, sillas y bebidas.
Viudos ambos, no pensaban volver a tener pareja.
Se ven todas las tardes, sentados cada uno de su lado y a una distancia de dos metros.
’Jamás soñé vivir algo semejante’ declaró el casi nonagenario novio y lamentó ’lo malo es que no podemos abrazarnos, besarnos, ni hacer el amor.’
Por ello amemos a un ser mortal como si fuese inmortal: La mujer.
El amor nace de un flechazo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado. El amor es instantáneo; la amistad requiere tiempo.
No hay un sentimiento más fuerte en la tierra que el amor y todos lo hemos sentido.
A veces apreciamos que el amor no puede resistir la prueba del tiempo, especialmente en esta época en que las tentaciones y las distracciones pueden ocupar un lugar central.
Pero para el amor no hay edad. Las revoluciones del siglo XX fueron y son, justamente, el semillero de las democracias. Y la de hoy, siglo XXI, del respeto a quien nos dio la vida, sin pedirnos algo.
Han sido una cruel respuesta de la historia de las predicciones de Marx:
La revolución que acabaría con el Estado no sólo lo ha fortalecido, sino que ha creado un grupo social que es, a un tiempo, su criatura y su propietario.
Amar es combatir, es abrir puertas, dejar de ser fantasma con un número a perpetua condenado por un amo sin rostro.
La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio que cubre un paisaje devastado por el insomnio.
Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo.
Más difícil que despreciar al dinero es resistir a la tentación de hacer obras o de transformarse uno mismo en obra.
Insistimos: Amemos a un ser mortal como si fuese inmortal: La mujer.

Albert Einstein sacó la lengua, 1951, en Nueva Jersey.
La historia de la fotografía, que se convirtió en una de las más famosas de Albert Einstein, fue tomada el 14 de marzo de 1951, mientras el físico ganador del premio Nobel abandonaba un evento celebrado en honor a su 72 cumpleaños en Princeton, Nueva Jersey. Unos pocos fotógrafos siguieron a Einstein, para obtener una buena imagen.
Artur Sasse, el hombre detrás del famoso disparo, esperó hasta que la mayoría de ellos se dispersaron, luego caminó hacia el auto.
Esperó al científico y le dijo: "Profesor, sonríe por tu foto de cumpleaños".
En lugar de sonreír, Einstein sacó la lengua. No creía que Sasse fuera lo suficientemente rápido como para capturar el momento.
Algunos de los editores se mostraron reacios a publicar la imagen, pero finalmente fue aprobada y pasó a la historia.
Einstein ya tenía fama de ser un poco extraño, y la imagen lúdica estableció aún más su opinión pública como un encantador profesor chiflado.
Al propio Einstein le gustó tanto la imagen que solicitó a UPI que le enviara 9 copias para uso personal, una de las cuales firmó para un reportero.
En 2009, la copia original firmada se vendió en una subasta por $ 74,324 dólares.
Insistimos: Amemos a un ser mortal como si fuese inmortal: La mujer.
Y enseñemos la lengua a quien lo dude.
craveloygalindo@gmail.com

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De dos viudos. Y la lengua de un genio

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