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Agosto 03, 2023 22:55 hrs.

Judith Álamo López › tabloiderevista.com

Política ›


’Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay cierta complicidad vergonzosa’: Víctor Hugo.

Durante casi cinco años del gobierno actual, hemos atestiguado actos de abuso de poder y transgresión ocurrente por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador al tratar de imponer ’transformaciones’ por encima de la Constitución vigente.

Su desprecio es total por las leyes, las instituciones democráticas y las dedicadas a la ciencia y el conocimiento. Pero, en el último año de su gobierno, tratar de imponer unos libros de texto gratuito con el objetivo de establecer un nuevo modelo educativo, sin plan de desarrollo previo que establezca objetivos, etapas, directrices, metas, sin la revisión de contenidos por parte de los expertos en las materias, ni la opinión de profesores, esto sí que es aberrante.

Hace 64 años, el presidente Adolfo López Mateos emitió el decreto mediante el cual se creó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), cuyo objetivo fue hacer posible la educación gratuita y obligatoria, como consecuencia el 16 de enero de 1960 se entregó el primer ejemplar a la niña María Isabel, alumna de la escuela rural Cuauhtémoc, del municipio El Saucillo, en San Luis Potosí.

El investigador Elizer Ixba Alejos, en la Revista Mexicana de Investigación Educativa, cita que desde el porfiriato y en los gobiernos de Álvaro Obregón, Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho se realizaron esfuerzos para proveer de materiales de lectura y cartillas de alfabetización a las escuelas del país, la polémica surge con el libro de texto gratuito-único-obligatorio.

La calidad de único-obligatorio hizo mucho ruido, pero finalmente la educación privada, aunque los recibía recomendaba a sus alumnos adquirir otras obras. Los libros de texto gratuitos (LTG) surgen legalmente como producto de autores mexicanos pues el gobierno de López Mateos –dice Ixba– ’buscaba granjearse a un sector del magisterio involucrado en el negocio de los libros, mostrarse como un Estado que anteponía los intereses de los mexicanos al de los extranjeros’.

Desde un principio en los LTG se mantuvo restringida la participación de los exiliados españoles en la educación nacional y para complacer a EE.UU. al margen de la influencia cubana –de los ’rojos comunistas’–.

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De libros de texto y gobiernos que no ven ni oyen

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