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Agosto 29, 2023 22:22 hrs.

Raúl de la Rosa › diarioalmomento.com

Política ›


Pues bien, si nos mantenemos con mente abierta a las dos posibilidades disyuntivas: rectificar o aceptar el derrumbe de todo lo que hasta hoy habíamos dado como posible verdad... acabaremos en dos viejas autopistas del conocimiento: aceptar lo Antrópico, que lleva a la respuesta de las religiones abrahamicas para la creación del Universo y del ser humano, y el propósito de ambas, o bien, rectificar y tratar de entender lo Entrópico, que conlleva a la posibilidad de que los libros sagrados de las religiones abahamicas sólo son libros de épica fantasía.

Pero esa vifurcación nos orilla a sólo tener una opinión que debe ser en uno u otro sentido. Manteniéndonos en lo Antrópico (el hombre como centro del Universo y de la única vida) o Antropocéntrismo, o bien, en lo Entrópico (que no es el caos o el desorden sino contabilizar probabilidades, «¿recuerdan la película de las "Crónicas de Riddick" y al personaje de _Aereon,_ una Elemental quien organizó el plan para atraer a Riddick a Helion»). Lo anterior nos obliga a tomar una posición y sólo una, lo cual niega a la otra, pero al aceptar sólo "una verdad absoluta" negamos el cimiento de la ciencia: la curiosidad, la imaginación y la duda; pues nadie dentro del mundo de las ciencias y tecnologías actuales puede hablar de valores absolutos tratándose de la creación del Universo y de la vida en la Tierra, tal y como la concebimos, ya que aunque en ambos sentidos, el Antrópico o el Entrópico existen argumentos y contrargumentos, en ningún caso se pueden exhibir pruebas o comprobaciones absolutas de ambas, o una de ellas, premisas. Ciertamente las condiciones en las que se ha desarrollado el Universo y la vida como le conocemos, son prácticamente únicas, pero también es cierto que por el tamaño del Universo conocido y entendido, las aseveraciones del 26 de Julio del 2023, en el Congreso de EEUU, ahora se tienen nuevas variables para presuponerse que podrían existir formas de vida extraterrestre y que en consecuencia no somos especie única, lo cual perfora profundo a lo Antrópico, cosa que todavía no imaginamos entender.

No podemos subvalorar ni sobrevalorar nuestra singularidad, el "pequeño ajuste" que nuestro ambiente y nosotros somos en el Universo conocido y entendido, y que tiene todas las condiciones necesarias para que exista la vida humana y nos desarrollemos como hasta ahora nos hemos venido desarrollando. Bueno y malo.

Ciertamente los conocimientos científicos no cuestionan ni afirman la existencia de un Dios, cuyos retazos de narrativa sobre su propia historia vital (según las religiones abrahamicas), que contagian a sus lectores su pasión infantil y juvenil, son respuesta final de lo Antrópico; pero la ciencia con su intrínseca admiración humana por la naturaleza y el entusiasmo de sus experimentos ineludiblemente acaba generando una posición ideológica inicial que para algunos les lleva a rechazar las preguntas últimas sobre el ser humano y la razón de su existencia, porque se llega a pensar que la ciencia exige ser nihilista. Pero es inevitable que las Universidades y sus estudios de ciencia progresivamente vayan descubriendo el valor de las preguntas fundamentales que todo ser humano se plantea. Es innegable que la mayoría de los científicos comprenden la necesidad de una explicación enriquecida de la realidad y al no tener todas las respuestas, se debe admitir que el asombro y el misterio, que son estímulos necesarios para el progreso de la ciencia, parecieran llevarnos de la mano, incluida parte de la comunidad científica, a optar por admitir la fe de alguna de las religiones abrahamicas, que tan bien encajan con lo Antrópico.

Pero otra parte de la comunidad científica ha optado por lo Entrópico, que nos dice que la cantidad de información oculta en un agujero negro (que no sabemos bien a bien qué es ni explicar cómo funciona) que los físicos llaman Entropía y denotan con la letra S, es igual al área del borde exterior del agujero divido entre cuatro, la fórmula Bekenstein-Hawking. Stephen Hawking nos enseñó que, aunque los agujeros negros se pueden formar rápidamente en una catástrofe del espacio-tiempo, se desintegran con tal lentitud que más bien se evaporan a lo largo de incontables edades del Universo, pero lo hacen guardando los secretos de su estructura hasta el final. Es decir, no podemos aún explicar qué es y cómo funciona un agujero negro en el espacio-tiempo. Y con ello, se le abre la puerta a lo Antrópico.

Es decir, lo Antrópico, el Antropocéntrismo, sigue siendo lo que, sin dar respuestas probadas, sólo deducciones, empuja a ser lo más cercano al despeje de dudas. No da respuestas, sólo resignaciones. Pero lo Entrópico no lo hace mejor, pues sólo abre puertas que nos ponen frente a mil puertas más, cuya llave está inmersa en montañas de llaves.

Ello parecería que lo Antrópico venía siendo lo más cercano a la verdad comprensible... Hasta que llegó ese 26 de Julio de 2023, donde nuevamente volvemos a quedar en la inmensidad de la ignorancia. ¿Somos únicos en el Universo, hay otras formas de vida, por qué no podemos contactar con la vida extraterrestre, etc., etc., etc.? Volvemos así a nuestro punto inicial, la máxima socrática: Sólo sabemos que no sabemos nada.

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El Antropocentrismo y el Universo

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