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Febrero 20, 2015 03:24 hrs.

Alfredo Ibáñez › diarioalmomento.com

Política ›


El desprestigio de los partidos políticos y de sus integrantes está en su más alto nivel. Hoy sin tapujos quienes acceden al poder, a un cargo de elección popular, ya sea a nivel municipal, estatal o federal, dejan en claro que su interés prioritario es enriquecerse con el erario público, más no para contribuir al desarrollo de su comunidad o del país.

Es tal el cinismo de la clase gobernante, que los dineros del pueblo se los reparten a través de jugosos salarios, bonos, prestaciones y todo tipo de componendas. En contraparte la pobreza, el desempleo y la inseguridad siguen en ascenso.

Basta ver la deuda pública de estados y municipios, la cual durante el cuarto trimestre de 2014, y según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se ubicó en 509 mil 690 millones de pesos. La pregunta es dónde está ese dinero, pues la miseria en el país aumenta. En las cuentas bancarias de los gobernantes, podría ser la respuesta.

Si en algún momento quienes viven de la política cuidaron las formas para ocultar como se enriquecen, actualmente lo gritan. Lucen, cada vez que pueden, a utomóviles de lujo, casas en lugares exclusivos y se hacen acompañar de nutrido equipo de seguridad.

Privilegios que no corresponden con su pobre desempeño dentro de la administración pública. De ser eficientes hoy México sería diferente, seguramente próspero y justo; sin embargo, impera la miseria, la desigualdad y la falta de oportunidades.

En Junio próximo se llevarán a cabo las elecciones y los partidos políticos, todos sin distinción, gozan de desprestigio.

Para la clase política, ese no es problema, pues en su momento el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) les destinó cinco mil 356 millones 771 mil 247 pesos, dinero que sirve para gastos de campaña y actividades específicas de los partidos políticos para el ejercicio 2015. Es decir, tienen los recursos para legitimar sus aspiraciones de sangrar una vez más la ubre presupuestal.

Es evidente que los partidos políticos y quienes los integran no acceden al poder para engrandecer al país y sus habitantes, sin embargo, los ciudadanos tienen el poder de poner freno a esa clase política, minoritaria, en relación a los millones de mexicanos, y buscar de manera organizada un mejor futuro.
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En Huixquilucan el empresario Pablo Peralta insiste en buscar, por el PRI, la candidatura a la presidencia municipal. Cada vez que puede regala presentes a la población a fin de posicionarse en la preferencia del electorado.

Tiene una estrategia bien definida; no obstante, no le da los resultados esperados puesto que no es bien visto que sea el candidato del ex alcalde Adrián Fuentes.

El paso del ahora secretario de Economía estatal, por la alcaldía de Huixquilucan, no es bien recordada, los desaciertos e inseguridad florecieron como nunca. Para Pablo Peralta, esa cercanía más que ayudarle le perjudica en sus aspiraciones.

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EL BUZÓN

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