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Diciembre 16, 2013 13:10 hrs.

Octavio Raziel › diarioalmomento.com

Cultura ›


A mi amiga Gloria Alden
Con afecto y respeto

Esta mañana los ladridos de un perro frente a la casa llamaron mi atención. Sobre el césped, un ave, blanca y temerosa trataba de rehuir al can. Después de ahuyentar al atacante me acerqué a la temblorosa víctima y la tomé en mis brazos con precaución pues parecía herida. La coloqué sobre una pequeña mesa del jardín y observé una lesión en su pecho. La dejé unos minutos mientras obtenía agua tibia para limpiar la sangre ennegrecida que sobresalía de su albo plumaje. No se veía nada bien. Mil conjeturas bullían en mi cerebro sobre su origen: ¿Desvió su ruta? ¿Escapó de alguna de las residencias cercanas? y, sobre todo, quién pudo agredirlo. La primera semana de octubre llegaron al estado de Morelos parvadas de garzas que acostumbran anidar en la región. También arriban ánades de color oxidiana y ocas con obscuros tornasolados que se unen a las más de cien aves migrantes registradas en esta entidad desde un puesto de observación en Tepoztlán. Pero ¿Un cisne? Confiado, el ave aceptó unos pequeños trozos de pan remojados en leche. Luego, se negó a más. Ella se acercó y arrebujó contra mi pecho. Su largo cuello se recargó en mi brazo. Hubo un momento en que creí percibir cómo su alma emprendía su último vuelo y al mismo tiempo aprendí que el cisne no siempre canta cuando muere.

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El Cisne

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