El despropósito de descarrilar la elección en Guerrero

Como ya casi no hay edificios o vehículos públicos que quemar y vandalizar en Chilpancingo, ni sedes municipales que clausurar en Guerrero, y la medida oficial de bajar aún más las tarifas en la Autopista del Sol les ha reducido el pingüe negocio de tomar casetas y apropiarse de los peajes, es posible –solo posible— que las abusivas protestas de maestros y normalistas vengan a menos al iniciarse el nuevo año.
Por ello sus líderes han anunciado la nueva estrategia que les dará motivo para mantener la barahúnda en los siguientes meses y, de conseguir su objetivo, generar un caos permanente en la entidad.
El despropósito en ciernes es impedir los comicios del próximo mes de junio, en que además de elegir diputados federales se votará por los legisladores locales y por el siguiente gobernador de la entidad.
Su anuncio se completa con la petición de declarar la desaparición de poderes en Guerrero, demandas que sumadas constituyen un galimatías: si desaparecen los poderes y además no se organizan elecciones, ¿cómo se pretende que se gobierne el estado?
Por lo pronto, la maniobra está en marcha. A la clausura de las oficinas del Instituto Electoral y el robo de sus vehículos ha seguido el hostigamiento de sus funcionarios e impedirles que realicen sus trabajos. La autoridad, como son los nuevos usos, sólo observa.
A punto de empezar el periodo de vacaciones, el trastorno puede parecer menor.
Pero en la medida en que corran las semanas y los meses primeros de 2015, trastornar los preparativos electorales significará poner en riesgo creciente la posibilidad de llevar a cabo los comicios, y orillar a la entidad a la quiebra de todo orden legal.
Se trata de un límite en que el gobierno, el estatal y el federal, tendrá que poner fin al marasmo y la permisividad absoluta con que ahora se desenvuelve, y proteger el interés y los derechos de todos los ciudadanos frente al reducido grupo que se ha propuesto como meta final la destrucción del Estado.