El Paliacate

Todos preguntaron por el paliacate. El joven mandatario no lo traía puesto. Fue lo único que faltó en la ceremonia del 199 aniversario de la muerte del prócer José María Morelos y Pavón. Allí, en Ecatepec, municipio amado por este gobierno, habló el también adolescente jefe de la oficina de Los Pinos. Comparó al Siervo de la Nación con el actual mandatario. Como otro lo hizo con Juárez. Craso error, sobre todo cuando el país arrastra graves errores. Del mal momento que experimentan las finanzas públicas Se olvidó el disertador, acaso por sentirse “delfín”, de la dura situación en que vive la mayoría de los mexicanos por la dilapidación de sus recursos por parte de la clase gobernante. Que el dinero no alcanza porque enormes sumas se desvían hacia las arcas de los contratistas o a cuentas secretas de Suiza o Estados Unidos, por funcionarios deshonestos. Su lisonja al hablar de unidad, que nadie percibe, podría ser vaticinio de que su jefe inmediato pretende cambios en el equipo. Pero no hizo, ni por asomo, sugerencia de candidatos. A la ceremonia asistieron todos o casi, los principales colaboradores del gobierno. Pero sus rostros sombríos reflejaron, no obstante el batir de palmas, su angustia. México, lo sabemos, tiene recursos para atender la salud, la alimentación, la educación. Para reducir las enormes desigualdades. No obstante nadie del equipo del mandante se preocupa. Viven para sí, para ellos. No para el pueblo. Debió advertir don Aurelio, su nombre de pila, en lugar de tanto elogio, que “Ni humanos ni animales merecemos el infierno en que se ha convertido nuestro país. Como ciudadanos tampoco merecemos el trato despótico y el desinterés de los burócratas, funcionarios y políticos. Cuando todos entendamos esto, sólo entonces podremos salir del hoyo”. Claro que no hubo paliacate. Acaso un modesto klínex, y desechable, añadiríamos nosotros.
En la junta con Obama. ¿hablarán del Medio Oriente? No. Mejor que lo medio oriente. Y le haga ver sus errores.
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