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Enero 07, 2025 01:09 hrs.
Raúl De La Rosa › diarioalmomento.com
Política ›
Hacer historia y divulgarla es muy importante, porque quien no conoce su historia está condenado a repetirla, pero nunca se debe olvidar que quienes por sus actos pasaron a ser reconocidos por la historia, fueron hombres y mujeres de su tiempo, de sus contextos, de sus circunstancias, que fueron más allá del actuar y decir del promedio común de su época. Pero fueron seres humanos, con sus propios demonios y sus propios ángeles.
El revisionismo histórico, no es bueno ni malo como tal, igual que la energía nuclear o eléctrica, el para qué se usa es lo que determina sea bueno o malo. En Mx y el mundo el revisionismo histórico se ha ido acentuando, no por un interés histórico, sino por un interés político-ideológico-religioso, es decir no se hace revisionismo histórico por un afán académico, sino por un afán de interés de imponer una reinterpretación de la historia, o bien, volverla intrascendente. Y eso define qué es lo que buscan la mayoría de las y los revisionistas actuales, o divulgadores de la historia, que es como intentan evadir el rigor de la ciencia como historia. No buscan aportar nuevos datos, sino reinterpretar los datos de forma tal que se favorezca una política, una ideología y una religión, actuales, las cuales paulatinamente se van desmoronando por sus propias contradicciones, tergiversaciones y manipulaciones de la realidad, por meros fines de sostenerse en el poder, y así perpetuar su idea personal de lo que debe ser el mundo. Para ello mezclan verdades con mentiras y manipulan lo que de ellas se puede concluir.
Ciertamente hay dos personajes de nuestra historia que han sido tratados injustamente por la historia como tal. Pero depende de qué historiador se lea es que de obtendrán visiones distintas. Primeramente, hemos sido injustos con las mujeres y sus aportaciones determinantes. Y hay dos figuras con las que hemos sido injustos, no equivocados: Agustín de Iturbide y Porfirio Díaz.
En historia no se deben ver santos o demonios, sólo seres humanos que tomaron decisiones, y se debe observar, de esas decisiones, qué consecuencias hubo y a partir de allí, saber qué posición ocupan en el altar de la Patria mexicana.
Hemos sido injustos con Agustín de Iturbide porque le escamoteamos su determinante papel en el logro independentista. Aunque es claro que no fue por su compromiso con la independencia y menos con la idea de un Estado-nación soberano, sino con la idea de obtener riqueza y poder personal. Pero desde luego que su papel para obtener la independencia fue determinante y nos ahorró más años de guerra, no muchos, que pudieron significar más derramamiento de sangre (al final, el derramamiento siguió... y sigue). Él siempre fue un convencido monárquico, no podía contemplar otra forma de gobierno. Si bien, no puede tener un lugar primordial en el altar insurgente, sí tiene uno en la consumación de la independencia mexicana y ese debe ser valorado y reconocido.
El otro, Porfirio Díaz, que ha sido tratado injustamente porque sólo se le reconoce su papel de dictador brutal, que lo fue, y se hace a un lado, no se niega, su papel de héroe guerrillero de la Reforma y la invasión francesa a Mx, donde ocupa un papel por demás brillante. Como militar guerrillero es quien realmente hizo imposible el triunfo de la monarquía respaldada por la invasión francesa. Ese es un Porfirio Díaz, el coronel, el general, el militar, el guerrillero liberal de la Reforma y la invasión francesa. Mientras que el presidente Porfirio Díaz, gradualmente fue mutando de un liberal a un conservador, por ello acabó siendo tan querido por las oligarquías nacionales de su tiempo (y de las actuales) que optaron por desentenderse y hasta justificar los métodos que utilizó para llegar a sus metas, las de él y las de las oligarquías.
Mientras que Agustín de Iturbide se subió al tren ganador de último momento, es decir, fue oportunista y quiso sacar ventaja de ello, traicionando a ambas partes, primero al imperio español que tanto y tan bien había defendido, y luego a la insurgencia que le había abierto los brazos para signar la independencia y con ello la paz militar, aunque no así la política-ideológica. Porfirio Díaz, sí sufre una impresionante mutación de liberal y republicano convencido, a conservador y dictador convencido. Los métodos que él utilizó para imponer su orden y progreso, en un cierto marco nacionalista, no fueron, ya no democráticos, ni siquiera fueron minimamente sostenibles.
Pretender, negar su dictadura como tal, es tan injusto como negar su papel como héroe en contra de la invasión francesa. Lo primero no anula lo segundo, ni lo segundo anula lo primero. Claro que sus restos deben ser repatriados y ser tratado, no como un hombre ilustre, sino como un hombre que brilló por sus actos, pero que también se apagó a sí mismo, por sus propios actos.
Las y los revisonistas o divulgadores de la historia que hoy abundan, son la extensión de qués fueron derrotados en la independencia, en la reforma y en la revolución, y que siempre han buscado justificar sus horrores o minimizarlos y si se le deja, desaparecerlos.
Llevan, desde el triunfo de la Independencia Mexicana misma, negando su pasado y renegando de sus propias fallas acusando a quienes les derrotaron por sus propios fracasos. Adoran a todo aquel(la) que represente su visión monárquica, rubia, cristiana acaudalada y de raza superior que les represente, sean o no sean ell@s mism@s rubi@s y acaudalad@s.
Antes, al menos buscaban ser objetivos, sin especular tanto sobre los motivos de los personajes triunfantes de la historia. Pero sus herederos, buscan, basados en las libertades democráticas, denostar, manchar, las decisiones que tomaron en el pasado, quienes lograron la independencia, la reforma y la revolución, para cortar cualquier intento de las y los jóvenes actuales por cuestionar y hasta alejarse política e ideológicamente de las oligarquías actuales, herederas de las del ayer, que buscan recuperar privilegios y poder perdidos.
Como alguna vez le dije en la Universidad de Guanajuato, donde se hacía un evento de lucimiento para las y los revisionistas de la historia, y a la vez impulsar la inminente candidatura del entonces gobernador Fox, a la jornada electoral de Julio del 2000: _las y los revisionistas de la historia mexicana buscan desesperadamente acomodar y reinterpretar cifras, frases, dichos y hechos históricos plenamente acreditados para imponer sus especulaciones y que sean verdades históricas. Es decir, quieren que lo que ell@s denominan "historia oficial" deje de serlo, para imponer "su historia oficial". Y si les es posible, revivir a los insurgentes, a los liberales de la reforma y a los revolucionarios para que le pidan disculpas por haber dicho y hecho lo que dijeron e hicieron, en contra de a quienes se lo dijeron e hicieron. _
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