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Marzo 10, 2019 18:07 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Economía ›


Para muchos críticos los primeros cien días del nuevo gobierno eran esperados con ansias. Deseaban tener un pretexto para decirle a López Obrador todo lo que está acumulado en su pecho, con un pretexto más o menos congruente.


En cien días ha habido una transformación muy importante pero no tanto en el país o en la sociedad sino en los medios.


Ahora vemos, como, los lugares que anteriormente se utilizaban para halagar al presidente en turno están ocupados por noticias de deportes o de espectáculos. No ha habido medio impreso que no tenga una gran transformación, sobre todo cuando se va de lo social a lo individual.


Es decir, lo que le sucede a alguien en particular, quien sea, al vecino de la vuelta, es, para la gran mayoría de medios, digno de primera plana.


Los periódicos de mayor cobertura han redefinido su contenido en los últimos cien días. Reducen la noticia a una simple anécdota de quien sea. La intrascendencia de la información se convirtió en una manera de mostrar su vacío de experiencia sobre una realidad que ahora más que nunca tiene mucho que decir; sin embargo, para los grandes jerarcas de la información, en lugar de convertirse después de tantos años, en informadores reales, realistas, que busquen la credibilidad. Prefieren su zona de confort y esperar a que los subsidios a las noticias vanas, regresen.


Quieren seguir manteniendo dormida a una sociedad que ya despertó gracias a la cobertura de noticias inútiles que quieren esos medios imponer para que la gente regrese al letargo en el que siempre la tuvieron.


Luego de la gran derrota que sufrieron los medios convencionales el 1 de julio, perdieron la brújula de la información. Si esto sumamos el hecho de que el subsidio que compraba halagos y tergiversaciones de la realidad desapareció. Esos medios se han olvidado de su tarea original, a pesar de que algunos de ellos son producto de una gesta revolucionaria. Pero desde ese entonces han vivido del gobierno, es decir, de los mexicanos.


Un periódico de adulaciones no puede ser real, peor en México lo hubo por mucho tiempo y ahora la gente empieza a ver esa realidad paralela y lejana de los diarios mexicanos donde nadie se refleja. Los medios impresos caminan por un lado y la realidad se desarrolla por otro.

Tienen una coartada histórica: la tecnología los desplazó, cuando en el mundo los periódicos siguen funcionando cuando cumplen con su tarea social e histórica de informar. En México nunca lo han hecho. Basta ver la historia de los periódicos en el país para darse cuenta que se trata de un permanente protagonismo donde la censura y la represión, por un lado, se enfrentan a las dádivas de los gobernantes y a la exigencia de zalamerías. Resultado de esa pugna es la actual información que al verse caminar sin la mano del gobierno cree caerse y no poder levantarse nunca más.


Estos cien días del nuevo gobierno le han servido a los mexicanos para darse cuenta de que los medios convencionales simplemente son cosa del pasado y no han entendido todavía su función social, que siempre fue sacrificada por el negocio, a ultranza, de vender espacios, con y sin factura, con y sin avisarle a los lectores que se trataba de notas pagadas.


Los 100 días son para la mayoría de los medios convencionales, la expresión de su propia pobreza, que si le sumamos el ingrediente rencor y venganza por el subsidio perdido, vemos que son productos inútiles. Mercancía que ha mostrado su propio desecho.

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En busca del subsidio perdido

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