1

1,197 vistas

Marzo 18, 2020 16:50 hrs.

Mario Andrés Campa Landeros › diarioalmomento.com

Cultura ›


Esa gente sólo quiere alimentar
A sus familiares y sufren abusos.

Las ilegales no tienen a su lado a alguien que las defienda.
’… Mi mamá fue una verdadera espalda mojada. Cuando todo era muy joven, tuvo cuatro hijos en México. Pasó a Texas por vía del río Bravo, por lo tanto, una verdadera espalda mojada. Pero sólo la acompañaron tres hijos. Su marido había regalado a uno de ellos, una hija’.
Con el tiempo la mamá de Carlos Chacón daría a luz a otras cuatro mujeres y dos hombres. Criaría a nueve niños y pensaría en la hija que había dejado en México. Se estableció en Brownsville, Texas, cerca de su tierra natal y consiguió un trabajo lavando y planchando para los reclutas estadounidenses. Conoció y se casó con un hombre apellidado Chacón. Entre sus hijos figuraba Carlos que siempre quiso ser policía.
Un ’tira’ asistió a mi mamá en mi nacimiento, cuando mi papá estaba en la cárcel. Nunca conocí a mi papá. Mi madre volvió a casa con un hombre llamado Gerónimo, quien solía golpearme y golpearla con regularidad. Heredé el tamaño de mi padre. Un día le di una paliza al gran Gerónimo. Esa vez le pequé feo. Para entonces yo había crecido tanto que lo miraba directamente desde arriba. La policía llegó y se puso de mi lado.
Cuando Carlos se acostó esa noche, después de haber vencido a un hombre a quien temía tanto, soñó con la violencia. Se despertó a mitad de la noche, sin saber si seguía soñando. El rostro de Gerónimo le sonreía. Con gesto malicioso en realidad. Gerónimo comenzó a llamarlo con el dedo, indicándole al niño que se acercara. Sujetaba un machete. Dando voces a Carlos. Carlos brincó de la cama a guisa de protección.
Gerónimo era un abusivo y cobarde. Huyó entre imprecaciones, llevándose el machete.
Afortunadamente, cuenta Joseph Wambaugh, Gerónimo desapareció de la vida de Carlos y su madre por bastante tiempo y los niños se tranquilizaron un poco, pero un día volvió Gerónimo. Trató de reanudar las relaciones en el punto en las había dejado, golpeando una vez más a la mamá de Carlos, pero este ya estaba en el primer años de la preparatoria.
’Esa vez, dice Carlos, le pegué feo… muy feo’. Y ya no volvió.
’Mi mamá es la mejor planchadora del mundo’.
¡Cosas Veredes, Chonito’.

VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

Espectros

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.