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Noviembre 06, 2014 16:42 hrs.

Miguel A. Rocha Valencia/ › todotexcoco.com

Periodismo ›


Bueno, pues ya sabemos quién será el principal beneficiario de la obra pública en el país; el mismo que se hizo multimillonario, junto con “el equipo cercano” en el pasado gobierno del Estado de México, en sociedad con consorcios que aceptaron dividir utilidades, allá, españoles, acá, chinos y posiblemente algunos alemanes.

De esta manera, sabrán los de fuera que participen en el cochupo, que México no sólo es un país de muertos no festivos, sino de asesinados, desaparecidos y secuestrados, sino también que la corrupción está socializada porque se imparte o “salpica” desde las instituciones públicas y se convierte en una condición sine qua non para los empresarios privados, nacionales o extranjeros que deseen invertir en nuestro país.

Así se hizo en el Estado de México con la destacada participación del grupo denominado “Chilorio Power” que formó, encabezó y entronizó el tamaulipeco Heriberto Galindo, dueño de la grilla mexiquense y padrino de su paisano Juan Armando Hinojosa, poseedor de una fortuna que ya no se sabe si es totalmente suya o de otra persona que le ha entregado contratos de obra y lo mejor, la posibilidad de determinar quién ejerce el presupuesto destinado a infraestructura y con quién o quiénes se puede asociar.

Por eso pasó lo que pasó con la entrega de al menos 10 paquetes de obra federal y algunos estatales. Incluso a eso se debió que obras aprobadas y presupuestadas, no se realizaran en tiempo y forma porque no se determinaba a quién habría de dárselas, no obstante que se realizaron licitaciones internacionales, como los tramos carreteros de Sonora que llevan dos administraciones sin ejecutarse.

Lo mismo sucedió con el tren rápido a Querétaro y los que habrán de ligar al DF con Ecatepec o Chalco o el peninsular. El camino es el mismo, Juan Armando, el compadre del mandamás y quien le cargaba a los niños en campaña gubernamental, es quien decide.

El estilo, igual que allá; forma un directorio de empresas nacionales y extranjeras, apunta a las propias y “reparte” donde no le alcanza o según dicen, encuentra mejores “condiciones de financiamiento”.

Tal sería el caso del México-Querétaro, por eso subió el presupuesto en poco más de 10 mil millones de pesos. Por eso se apretaron los tiempos de la licitación internacional a 60 días; reventaron a los nacionales y extranjeros que no estaban apalabrados y se fueron con los ya “platicado$”, para eso era el viaje a China ¿O no?

Total los demás no podrán protestar; los 16 que se hicieron a un lado para dejar al grupo empresarial y sus cuates con este y otros trabajitos, tendrán su recompensa con otras obras, porque hay que hacer muchas para ganar.

Total, no nos olvidemos que también la forma de financiamiento es muy “rara”; se otorgan obras programadas con presupuesto público, pero resulta que este sirve para financiar al “grupo ganador” y luego le otorgan la concesión de la misma obra por períodos mínimos de 30 o 32 años, con lo cual, no sólo ganan miles de millones con la construcción, sino luego consiguen largos años de ingresos con la administración de las mismas, que se inauguran como las grandes obras de quien gobierna. Si no, ahí está el circuito mexiquense, la México-Toluca, la Naucalpan y… todas las que vienen.

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Grandes obras, grandes negocios

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