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Abril 01, 2019 21:55 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


Desde luego que cualquiera puede ser mejor gobernador que Jaime Calderón Rodríguez. Los neoleoneses en busca de un cambio optaron por experimentar con El Bronco, ahora en la entidad, ni sus familiares lo quieren.



La improvisación que demostró desde que llegó al poder lo convierten en el peor gobernador de Nuevo León.



Ahora que surge la idea, nada sorpresiva de el que fue asesor de la campaña presidencial de Francisco Labastida, el ex jefe de la Oficina Ejecutiva del gobernador José Natividad González Parás y el ex secretario de Economía del sexenio de Enrique Peña Nieto, Ildefonso Guajardo, quiere competir por la gubernatura muestra que la improvisación en este estado podría seguir campeando, porque al ex secretario de Economía no le importa por cuál partido competir por la gubernatura -aunque él es priísta-, sólo dice que quiere ser candidato como si los partidos pudieran desear tener a alguien como él como abanderado para gobernar Nuevo León.


Cuando las convicciones se extravían en la ambición personal arrojan administraciones como las que los mexicanos han superado con su voto. Es decir, para aquel que afirmó contundente que los pobres no comían gasolina, para justificar las alzas que impuso el PRI, partido al que pertenece, y que se siente orgulloso de tenerlo como militantes, ya que pudo garantizar un tope salarial de los trabajadores mexicanos en el último acuerdo firmado para crear esa ficción comercial llamada Tratado de Libre Comercio de América del Norte.



No se trata de un hombre brillante sino de un burócrata que tuvo la suerte de pertenecer a un grupo de tecnócratas que lo elevaron a una categoría digna de mejores mentes. Sólo extraña los reflectores.



Pero ahora se considera un político que recomienda ’los partidos deben irse transformando, abrir la puerta a los de menor edad y castigar a los militantes que hagan cosas ‘deplorables’’.



El hecho de que un grupo de personas ajena a los intereses de los mexicanos lo hayan elevado a la categoría de secretario de estado no quiere decir que pueda convertirse en gobernador de un estado que exige de visiones más actualizadas de la realidad económica, política y social.



Ante esta situación asegura Guajardo: ’Lo que puedo decir es que sí tengo interés de servir a mi estado y buscaré la candidatura sin duda para el 2021... No sé si voy a tener el apoyo de mi partido, ese lo buscaré…’



Guajardo carece de méritos para el presente. Pudo ser un héroe de la globalización, un paladín del libre comercio, un precursor de neoliberalismo. Su tiempo se acabó y no porque se haya dado fin a estas tendencias económicas por decreto sino porque sus propios impulsores la cancelaron, empezando por el propio Donald Trump, quien quiere que el mundo continúe con un neoliberalismo que él mismo canceló de sus programas para regresar al proteccionismo del que ahora la derecha en México adjudican a los gobiernos progresistas.



Habrá que ver la realidad con nuevos ojos, el pasado llega más rápido que los programas de estudio condicionados a los intereses de EU, las escuelas tradicionales de economía a la que pertenece Guajardo.



Guajardo es tan acomodaticio que se adapta a todo tipo de condiciones y exigencias, así lo demostró en la negociación del Tratado de Libre Comercio, recientemente hecho a la medida de las necesidades de Trump. Cede, negocia y obedece.



Así que no sería nada sorpresivo que intente competir por la gubernatura de Nuevo León a través de Morena.


Cuando más se requieren las convicciones, cuando hace falta compromisos en los servidores públicos no puede incorporarse a una tarea del presente hacia el futuro y no del pasado hacia el retroceso como está acostumbrado a trabajar Guajardo.

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Guajardo, nostálgico por reflectores

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