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Septiembre 15, 2021 23:58 hrs.

Judith Álamo López › tabloiderevista.com

Política ›


Un pueblo sin el conocimiento de su historia pasada, su origen y cultura es como un árbol sin raíces: Marcus Garvey.
Celebrar este miércoles 15 de septiembre el CCXI Aniversario del grito de independencia es fecha propicia para reflexionar sobre nuestra identidad nacional, actualmente tan vapuleada como otras concepciones que la Cuarta Transformación ha traído al debate público. Como parte del inventario de las cosas ’relevantes’ de los gobiernos -federal y local en la capital del país- , las que, según ellos, sí importan: primero esconden la mano para desaparecer la estatua de Cristóbal Colón, luego se informa que se le va a ’restaurar’, más reciente se da a conocer que no regresará, pues será sustituida por Tlalli.
Ante el asombro de muchos mexicanos entre quienes la escultura suscitó bromas hilarantes, se dio a conocer que Tlalli es el nombre de una monumental cabeza olmeca femenina estilizada, creada por el escultor Pedro Reyes, cuyo nombre alude a la tierra en náhuatl, pero la última noticia es que siempre no será colocada en lugar de Cristóbal Colón, en la avenida Reforma, para evitar críticas.
La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció que será el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos –constituido por historiadores, ciudadanos y personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)- el encargado de elegir la pieza. Ahí está el debate creado por la 4T, como en muchos otros temas oportunistas, retórico, a posteriori, inútil, desgastante, confrontacional, ideológicamente manipulado, pareciera que para distraernos de lo realmente importante. Algo que debieran evitar los gobernantes actuando con responsabilidad y, sobre todo, dando ejemplo al sujetar sus actos al cumplimiento de la ley. Desde el principio bastaría con cumplir con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, que en su Artículo 2o. establece que ’Es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos’.
La Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y los demás institutos culturales del país, en coordinación con las autoridades estatales y municipales tienen la obligación de divulgar y preservar -entre otras acciones- los monumentos históricos que son parte del patrimonio cultural de la Nación.
La estatua de Cristóbal Colón realizada por Charles Cordier es un monumento histórico que data del siglo XIX, por lo que debe preservarse, y de haberse solicitado su cambio de ubicación debió realizarse también previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Si se cumplió con este requisito el gobierno de la ciudad de México debió difundirlo para conocer quién lo avaló y evitar suspicacias sobre su desaparición. Sobre la remoción de monumentos arqueológicos, sin la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la ley establece prisión de tres a diez años y de mil a tres mil días multa.
De no haberse cumplido la ley, que se proceda contra quien resulte responsable. Mejor ocupemos un poco de este 15 de septiembre en celebrar nuestra identidad nacional mexicana, como pueblo con predominio mestizo, dejando atrás los rencores por la brutalidad que significó la conquista de México, porque toda conquista lleva una carga de crueldad inaceptable, y sigamos el sabio consejo del doctor Miguel León Portilla (1926-2019), un antropólogo, historiador, filólogo y filósofo con prestigio internacional.

Este hombre afable y sonriente, fue un erudito y conferencista magistral, a quien tuve la fortuna de conocer personalmente cuando participó en la ceremonia por el 60 aniversario del descubrimiento de la Tumba 7 de Montalbán, Oaxaca, mismo que se celebró in situ, bajo la coordinación de mi maestra en periodismo Sara Moirón Ayala, pero esa es otra historia.
El doctor León Portilla escribió en 1959 la obra Visión de los Vencidos, donde como investigador llega a conocer alma, corazón y mente de los pueblos precolombinos, interpreta sus códices, reconstruye sus lenguas especialmente el náhuatl, que domina, recopila sus narraciones ancestrales y rescata su cultura, así logró la proeza de reconstruir voz y presencia de los pueblos indígenas dentro de la narrativa de la Conquista, o la Resistencia Indígena, según la retórica de la 4T.
León-Portilla dedicó muchos de sus afanes a que se reconociera internacionalmente el concepto de ’Encuentro de dos mundos’, en la conmemoración del quinto centenario del primer viaje de Colón a América, al presidir la comisión mexicana respectiva.

Con rigor científico, el prolífico escritor León Portilla reconstruyó la ruta que siguió Hernán Cortés en nuestro territorio, cómo hace aliados –tlaxcaltecas y texcocanos– para vencer al emperador azteca Moctezuma, someter de forma cruenta a todos los pueblos indígenas -incluidos los aliados-, consumar la evangelización cristiana, y cómo termina dándose el sincretismo entre la espada y la cruz con los símbolos de los pueblos indígenas.
Insistía, el doctor Miguel León Portilla, en que era necesario centrar la mirada en la fusión que se logró entre los conquistadores y las diferentes culturas indígenas que poblaban nuestro actual territorio, para de ahí –con visión del pasado y del futuro–, rescatar nuestra identidad nacional, con dignidad y orgullo. Hablaba con cierta simpatía de Hernán Cortés, a quien le reconocía como un marino astuto y visionario, estratega, quien participó y propició el surgimiento del mestizaje en nuestro país, su apego a estas tierras le hizo traer a su madre a vivir a Xochimilco y procreó un hijo con La Malinche -Martín Cortés Malintzin, dando paso a una nueva nación.

Para quien desee abundar sobre sus aportaciones podría ser muy interesante conocer una pequeña muestra y poder disfrutar de los videos realizados por TVUNAM, bajo el título La Visión de los Vencidos, en donde se escuchan lenguas y música indígenas, junto con la narración del doctor León Portilla.
Sin duda, estamos hoy festejando un aniversario más de la Independencia nacional, las conmemoraciones históricas nos ayudan a forjar la identidad de un país, por eso casi cumplimos dos siglos de llevar la fiesta a Palacio Nacional, donde los gobernantes dan el histórico grito de independencia desde 1823, fecha en que los restos de los caudillos de esa gesta heroica se trasladaron a la Catedral Metropolitana.
Recordemos que el Grito de Dolores se realizó la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en Dolores Guanajuato, y fue encabezado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, así inició la guerra de Independencia en México.

Fortalezcamos nuestra mexicanidad, la unidad y solidaridad tan necesarias en tiempos aún pandémicos, estemos alerta ante las voces demagógicas de políticos que sólo quieren dividirnos elevando la voz para sembrar la discordia y llevar agua a su molino.
Cierto es que a lo largo de la historia guardan preponderancia las voces de los vencedores y de los grupos que detentan el poder político que quieren trascender estableciendo una narrativa oficial que les acomode ’como anillo al dedo’, por ello hay que escuchar voces como la de León Portilla, que busquen darnos la otra versión de los hechos y nos alientan a tener visión de futuro. Celebremos el grito de Independencia con el espíritu libertario de los artificies -hombres y mujeres- del movimiento que luchó porque los mexicanos dejáramos de ser súbditos de un gobierno extranjero, y seamos orgullosos de nuestro pasado que nos ha hecho un pueblo con fuertes raíces históricas.
Aceptemos con orgullo nuestra identidad cultural diversa, plural, preponderantemente mestiza pero también seamos respetuosos de nuestros pueblos y culturas indígenas, de los símbolos patrios que nos hemos dado a lo largo de nuestra historia, rescatemos nuestro espíritu nacionalista: ¡Viva México!

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Identidad histórica en entredicho

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