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Marzo 31, 2025 03:16 hrs.
Ana Victoria Castillero Ley › diarioalmomento.com
Periodismo ›
La libertad de prensa es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática.
Sin embargo, eventos recientes, como el ocurrido durante la inauguración de la Feria Internacional del Caballo Texcoco 2025, ponen en evidencia cómo esta libertad puede ser vulnerada por decisiones arbitrarias y autoritarias.
En este caso, los reporteros, fotógrafos y camarógrafos que acudieron a cubrir el evento fueron literalmente encerrados en un corral metálico, bajo órdenes de los superiores del personal de logística. Este acto no solo representa una falta de respeto hacia los profesionales de los medios de comunicación, sino que también constituye una violación a su derecho de ejercer su labor informativa. Mantenerlos retenidos durante más de 20 minutos, sin permitirles documentar el corte de listón ni acceder al evento, es un claro ejemplo de censura y control de la narrativa.
El patronato ciudadano de la Feria, que en el pasado había contado con el apoyo del gremio periodístico para la difusión de sus actividades, optó por cerrarles las puertas en un intento de quedar bien con las autoridades presentes, incluyendo a la gobernadora Delfina Gómez Álvarez y al alcalde Nazario Gutiérrez Martínez. Este cambio de actitud no solo traiciona la confianza de los medios, sino que también envía un mensaje preocupante sobre las prioridades de quienes organizan eventos públicos.
Además, la exclusión no se limitó a los reporteros. Los visitantes comunes también fueron impedidos de ingresar al recinto mientras la gobernadora permanecía en el interior, dejando claro que el acceso estaba reservado únicamente para invitados y políticos. Este tipo de acciones refuerzan una percepción de elitismo y desconexión entre las autoridades y la ciudadanía.
El maltrato a los reporteros no es un asunto menor. Es un síntoma de una problemática más amplia que afecta la transparencia, la rendición de cuentas y el derecho del público a estar informado. En una sociedad que valora la democracia, es imperativo que se respete y proteja el trabajo de los periodistas, quienes desempeñan un papel crucial en la construcción de una ciudadanía informada y crítica.
En conclusión, lo ocurrido en Texcoco no debe ser ignorado ni normalizado. Es un recordatorio de la importancia de defender la libertad de prensa y de exigir a las autoridades un trato digno y respetuoso hacia quienes tienen la responsabilidad de informar. Solo así podremos aspirar a una sociedad más justa y transparente.
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