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Julio 01, 2022 00:37 hrs.

Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

Política ›


Por nada justificaría las expresiones en contra del hijo menor del Presidente, Jesús Ernesto, un jovencito de apenas 15 años, aún impedido de defenderse de quienes lanzaron palabras hirientes en su contra, porque aún no completa su desarrollo mental y se encuentra en la indefinición que encierra la adolescencia y la edad adulta. Insultarlo resulta igual que la ventaja que ofrece a alguien mayor someterlo a una golpiza.

Igual ocurre en el terreno del Derecho. Un joven se convierte en imputable hasta que cumple 18 años. Período que los expertos en diversas materias consideran ideal para que se alcance el pleno desarrollo de las facultades mentales. Por esta razón se castiga de manera diferente a los infractores que cometen delitos antes y después de esta edad.

Sin embargo, habría que tomar en cuenta que los ataques verbales, proferidos hace unos días, surgieron del más profundo sentimiento de rencor y animadversión sembrado precisamente por el mismo mandatario cada día que ha podido, a lo largo de su gobierno. Cualquier foro le parece ideal para arremeter contra todos los que han manifestado desacuerdos con su forma de gobernar.
No ha encontrado reposo a la hora de buscar contra quién pelear. De la nada ha convertido en enemigos, lo mismo a políticos, que a empresarios, periodistas y a una larga lista de personas que intervienen en el devenir de México, de alguna forma u otra.

Cuando no ha tenido contra quién, ha recurrido al prurito que debe forzosamente impulsarlo al pleito, para buscarlo extra fronteras, como ha ocurrido con España, por la conquista, hace 500 años. Como ocurrió contra Viena, porque quiere que devuelva el penacho de Moctezuma que, según se sabe, se convertiría en polvo si es extraído de la vitrina en donde reposa.

Quizá digan que lo anterior no justifica que se metan con su hijo, que ciertamente no merece la afrenta de los enemigos. Pero el adolescente presentó un pretexto para vaciar, no precisamente en él, sino en los padres y más qua nada en el mandatario, ese coraje que él mismo ha engendrado en millones de mexicanos que no se cansan ni se cansarán de lanzarle denuestos en las redes sociales, por tantos desatinos vertidos en cada renglón del quehacer mexicano.

Una enorme parte de la sociedad está insatisfecha y dolida por los magros resultados del gobierno. Casi todos los días, lo único que se escuchan son noticias desalentadoras. Muchas se refieren a iniciativas que amenazan la paz ciudadana, como la que gracias a Dios no prosperó, de someter al país al consumo de energías sucias, que acabarían paulatinamente con la vida en general.
El gobierno inició con la destrucción del aeropuerto de Texcoco, gracias a una encuesta ciudadana amañada, en la que participaron apenas unos cuantos, que para nada representaron el sentir de la mayoría. Fue el primer aviso de destrucción al que nos hicieron imaginar, sería sometido México.

No fue una alucinación. Luego vinieron otros, como la desaparición de medicamentos que hoy tiene postradas a cientos de miles de familias que han perdido a sus miembros, principalmente niños, sin que eso parezca tocar las fibras más sensibles del que gobierna, tal vez porque, precisamente no tiene sensibilidad suficiente para que la vida ajena le cause congoja.

Uno de los puntos vitales que no sólo olvidó por completo, sino que además alienta, es el que compete al crimen, a cuyas organizaciones felicita por su buen comportamiento. Hoy, las páginas de todos los diarios de México están ensangrentadas. Las noticias más copiosas, diariamente, son las que se refieren a la enorme cantidad de muertos a lo largo y ancho del país, mientras el mismo mandamás minimiza y asegura que su estrategia ya da frutos.

Lo anterior ha abonado para que los millones de mexicanos inconformes, busquen la manera de insultarlo. Desgraciadamente, hoy fue a través de su hijo.
ariosruiz@gmail.com

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Insultos al hijo del Presidente

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