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Mayo 22, 2022 21:15 hrs.

Fernando Irala › tabloiderevista.com

Política ›


A cien mil desaparecidos llegó en días pasados el registro oficial, que se lleva desde hace más de medio siglo en nuestro país.
Lo peor es que esta desgracia ha crecido sin control en lo que va del actual sexenio, en el cual han desaparecido más de treinta y un mil personas, en sólo tres años y medio.
A esta cifra, de por sí alarmante, hay que sumar otras más.
En este mismo breve lapso se han producido más de 120 mil asesinatos en el país.
En los años recientes, la principal causa de mortalidad fueron los estragos del Covid. Las cifras del sector salud contabilizaron más de 300 mil fallecimientos. Pero el INEGI y otras fuentes nacionales e internacionales han calculado que los decesos por ese virus en realidad son más del doble de los reconocidos, es decir, más de 600 mil. Y si a ello se le añaden las muertes relacionadas, como por ejemplo la saturación de los servicios médicos que dejaron de atender otras emergencias, habría que sumar otros cien mil casos.
Podría argumentarse que en unos y en otros casos, el Estado no ha maquinado tanta muerte.
Pero si no es el gobierno, ¿a quién hacemos responsable de estos temas? Ya algunos expertos han diferenciado los conceptos de responsabilidad y culpabilidad. Y si bien está cuesta arriba hablar de culpabilidad de los funcionarios, es evidente que los errores y omisiones en las decisiones tomadas han contribuido a estas cifras de desastre.
En el tema de la violencia, la divisa de ’abrazos, no balazos’ ha sido tomada de la única manera que podría interpretar la delincuencia organizada: como una carta de impunidad, como una patente de corso.
En el ámbito médico, la ligereza con que se tomó el virus sobre todo al inicio de la pandemia, contribuyó a desproteger a la población e incluso al personal médico que debió enfrentar la crisis.
Tristemente, nos ganamos algunos trofeos macabros. Según las propias cifras oficiales, México tiene la mayor tasa de letalidad del mundo, entendida como la proporción de muertes sobre casos confirmados.
Con más de cuatro mil fallecimientos, somos también el país con mayor mortalidad entre el personal médico, en todo el mundo.
Decía un maestro universitario que en la función gubernamental, quien toma las decisiones tiene que ser consciente de que sus errores producen muertos. Pero cuando gobierna la ineptitud y la soberbia, los resultados son catastróficos.

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La catastrófica cuenta macabra

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