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Enero 15, 2014 21:28 hrs.

Ileana Ruiz › diarioalmomento.com

Biografías ›


Una se siente orgullosa de ser parte de este jirón nicaragüense que en literatura nos constituye, querido representante del modernismo español Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío como prefieres que te llamemos cada 18 de enero (1867) al celebrar tu cumpleaños.

Contigo, leyéndote, queriéndote aprendí a sentirme profundamente nica pero humanamente americana, aunque en tu voz se haya colado la estirpe gala y en Los raros (1896), esos artículos sobre tus escritores favoritos, nombres sólo a dos cubanos siendo el resto franceses.

Una se amarra a la cola del barrilete de tus Prosas profanas y otros poemas (1896) o se enreda en el esoterismo de Cantos de vida y esperanza (1905) para ver el mundo desde el firmamento erótico de tu obra. ¿Cómo puedes con igual maestría azuzar los corceles contra el imperialismo anglosajón y acariciar los muslos de la mujer amada? Así me gusta porque los insultos en un poema duelen más y la infidelidad comprometida no es castigada.

Uno se arisca y comprende Los motivos del lobo, batalla contra la mala gente reconociendo que “como el oso hace, como el jabalí que para vivir tienen que matar”.

Una vuelve al tercer día envuelta en ira como Diriangén a versificar en sangre la lucha, a batirse a palabra limpia hasta que el enemigo reconozca la grandeza del pueblo y deje libre el acceso a la alborada.

Una sorbe el café al calor de tus relatos, se arrebuja en cada uno de tus artículos periodísticos o críticas literarias; aromatizan las rosas de tu jardín de sueño los deseos de tener una hija y llamarla Margarita no más por el puro placer de decirle que “está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar”.

Tú piensas que escribes para enamorarme, a mí o a cualquier mujer que se te atraviese en la página. Pero no. He leído cada uno de tus textos, recorrido tus cuentos, desmontado verso a verso tus poemas hasta conocer de ti hasta el tuétano de tus letras. Eso me da una significativa ventaja al tiempo de seducirte: te conozco y te comprendo mejor que tú mismo mientras que yo para ti soy un acertijo.

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La poesía no aguanta traiciones

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