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Mayo 13, 2019 23:24 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


La fragilidad de las convicciones en algunos asombra, a pesar de que los mexicanos tenemos creencias muy sólidas desde hace siglos, nuestra historia y los 80 años en el poder del PRI lo confirman, ahora hay una tendencia que quieren hacer de la certeza de pensamiento sólo ocurrencias endebles.

Hay dos ideas que sueltan al aire para que se esparzan como polen en la sociedad mexicana, y la primera es: me arrepiento de haber votado por Morena, específicamente por AMLO. Quieren ver si pega y esto les ayuda a recuperar los beneficios, aunque no recuperen el poder.

La otra, igualmente malintencionada pero, hasta ahora, inofensiva, es la proliferación de la idea que todo está mal en este gobierno.

La primera va dirigida a un segmento popular de la población, que tiene más arraigada la convicción social; la segunda, es de exportación, porque los medios de información son el principal conducto. Consigna de unos pocos que buscan contagiar, pero no convencen a muchos otros.

Ahora los medios tradicionales otorgan espacios al resentimiento de una clase que perdió sus privilegios, para quienes todo lo que se decide en la actual administración es un gran error. La idea de que hay descontento social no está dirigido al interior del país, mucho menos quieren tomar el poder o influir en la política a pesar de ser una minoría muy escasa, lo que quieren es llamar la atención del extranjero, principalmente de la CIA, del Pentágono, de la Casa Blanca, para demostrar que la situación de México debe cambiar y empiece una arremetida como acostumbran esas instancias.

A esa clase media alta, y a algunos empresarios no les interesa la bandera, la ideología, las convicciones, simplemente su religión es el dinero, a pesar de que ya se enriquecieron suficientemente durante los regímenes panistas y príistas, pero para ellos nunca es suficiente.

Así sucedió con Francisco I. Madero, así pasó con Salvador Allende en Chile, así lo manifestó Ricardo Belmont al decir en una conferencia mañanera que a él lo derrotó la prensa cuando compitió por el Partido Movimiento Cívico Independiente, a la Presidencia de Perú, contra Alberto Fujimori.

Es decir, los medios son un arma que antes de las redes sociales era la ventana al mundo, aunque no a la verdad. Estos tres casos mitigan la influencia de los medios tradicionales hasta dejarlos sin credibilidad.

Es decir, si ahora los medios tradicionales, es decir, convencionales tuvieran credibilidad, Andrés Manuel López Obrador no hubiera ganado, menos aún con tan amplia ventaja. Ahora los medios están más solos que nunca, los acompaña sólo una rancia clase media parasitaria, recolectora de contratos y comisiones que los llevaron al auge económico y ahora sin congruencia ni convicción protestan por todo.

Lo que quieren es recuperar lo que consideraron suyo, a pesar de las vías ilegales por las que obtuvieron esos beneficios.

De ahí se deriva la falta de convicción de personajes como Brozo, que quería ser funcionario de la actual administración y al no obtenerlo se volvió crítico, incluso le tocó al propio Ricardo Belmont, hombre a todas luces honesto. Se contagió de su pareja sentimental, Denisse Dresser, de atacar visceralmente y sin tregua, todo lo que provenga de la actual administración pública.

Brozo cuestiona lo populachero de la política actual, cuando el simple hecho de que esté vestido de payaso obedece a la intención de allegarse un público popular que ahora ofende. Su disfraz es una parodia de lo que en su momento eran los comentaristas de TV convencionales., ahora pasó a formar parte de ellos.

Lo mismo sucedió con Gael García, que ahora protagoniza anuncios de cerveza, su amigo Diego Luna, quien al negársele el subsidio a los Premios Fénix, de cien se convierte en enemigo de la actual administración, luego de mostrarse como un convencido del nuevo régimen.

Diego Luna ahora desde el otro lado del mostrador, que no puede llamársele trinchera, condena la violencia en México, a pesar de ser el protagonista de series violentas de televisión.

El periodismo convencional está en crisis y no sólo porque el millonario subsidio se les haya retirado sino porque ya nadie cree en ellos.

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La soledad de los medios

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