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Marzo 27, 2025 22:13 hrs.

Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

Política ›


¿Quién podría esperar algo bueno de un patán ignorante y muy corriente, como Cuauhtémoc Blanco, ex jugador de futbol, ex columnista de un diario, ex actor de telenovelas y ahora político exitoso únicamente por el cobijo que le ha dado Morena, no sabemos por qué, aunque se sospecha? Tal vez sólo quienes le han dado trabajo, por su fama de utilizar bien las patas.
Los reflectores poco le hicieron brillar, hasta que el ex Presidente puso los ojos en él.

Un conocido del estado de México me platicó que en un evento le tocó estar cerca del tabasqueño. Jamás había sucedido. Pero el macuspano trabó platica y le dijo que le gustaba para alcalde de Tlalnepantla. No aceptó, porque no había terminó la primaria. Si le hubiera hecho caso, habría iniciado una carrera política y tal vez ya sería diputado, senador o algo más.
El perfil que adoptó Morena desde el sexenio pasado, no importa. Pero sí importa mucho que la persona, quien quiera que sea, le caiga bien al ex. Que sea proclive al dinero fácil y a las prácticas más insanas, como la colusión con los criminales. A lo que deje dinero fácil en cantidades industriales. Verbigracia, tipos como Cuitláhuac García o Cuauhtémoc, por citar sólo dos casos.

La persona del estado de México ya no vive. Fue asesinado por desconocidos a quienes les debía dinero. Quienes lo conocían mejor, me contaron que se metió con los malos y lo persiguieron a otros estados para cobrarle la afrenta.

Desaprovechó la oportunidad de brillar gracias a ese organismo político, diseñado para cobijar granujas, como el tepiteño.
La acusación que formuló en su contra su media hermana, fue desdeñada por las mismas legisladoras, que peleaban aparecer en la foto lo más cerca posible del individuo, mientras gritaban a coro: ¡no estás solo! La Presidenta estaba más preocupada, no por la exoneración, sino por convencer de que fueron los diputados quienes actuaron por sí mismos.
Como si no conociéramos el comportamiento tan transparente adoptado por el ex Presidente y heredado tal cual, de ordenar a su Congreso lo que desea que haga. Si aprobar iniciativas sin cambiarles una coma, sin siquiera leerlas y al vapor fue consigna indiscutible, lo mismo ocurre cuando se trata de salvar el pellejo de un correligionario.

¿O más bien de un cómplice?
A raíz de la decisión de morenistas, apoyada por priistas porque su dirigente, Alito Moreno es un instrumento demasiado valioso por estar lleno de ese fango de corrupción tan apreciado para Morena, porque así puede utilizarlo cada vez que le convenga, han surgido preguntas como: ¿qué le deben a Blanco?
La respuesta radica en los díceres que se generaron durante su gobierno, que lo han señalado de jamás haber gobernado, sino en haber depositado ese trabajo en otros familiares, porque le era más placentero pasar los días en los campos de golf. Todo mundo se despachó con la cuchara grande, mientras él se dedicaba, además, a realizar otro tipo de negocios.
Se habló y aún se habla de haber trabado gran relación con los cárteles, tanto de Guerrero como locales, oro molido para los morenistas. Hay quienes aseguran que también la tenía con el cártel de Tepito y que por sus manos desfilaron cantidades exorbitantes de dinero mal habido. De ese lleno de inmundicia que cosechan los criminales de todo el país.
La misma gobernadora Margarita González denunció la existencia de irregularidades en el manejo de recursos públicos de su antecesor. El Corruptómetro 90 habla de más de 4 mil millones de pesos y el 32, de la existencia de 17 indagatorias en su contra y en contra de su gobierno, por enriquecimiento ilícito y hechos de corrupción diversos.
Esto ha dado pie a las sospechas en contra de la defensa a ultranza de Morena, porque seguramente no desayuno, comió ni cenó solo. Existe un individuo que pregonó la guerra contra la corrupción, mientras se despachaba con la ayuda de sus gobernadores impuestos por él mismo.
ariosruiz@gmail.com

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La importancia de un patán

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