1

17,783 vistas

Febrero 20, 2015 03:53 hrs.

Octavio Raziel › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Esta mañana, como casi todas, me levanté y encendí la cafetera preparada desde la noche anterior. Cualquiera diría que estoy seguro de que amaneceré.
Mientras saboreo a las 08:15 horas la primera taza de la infusión, de unas ocho o diez que me ejecuto al día, me entero que este grano arábigo reduce el riesgo de padecer enfermedades como la de Parkinson, la gota, es analgésico, antidiabético, antineoplásico (protege el hígado, páncreas y la vesícula) es cardioprotector, laxante y diurético.
También previene el Alzheimer -aunque no recuerdo por qué- y mejora el rendimiento cognitivo. Dicen que aumenta la memoria a corto plazo y el cociente intelectual. Además, se ha comprobado que ameniza los velorios.
Quienes somos cafeteros de cepa distinguimos entre un buen café y uno de mentiritas (solubles) que me alteran los nervios y destrozan mi estómago.
Pablo Contreras Rodríguez, experto en el tema, ha comentado que los solubles se elaboran con café robusta, más barato, más fuerte y con mayor rendimiento que el arábigo. Además, éstos se inyectan antes de entrar al frasco y el resultado es un sabor “muy plano” comparado con el de grano, con el cual se pueden disfrutar aromas y matices que incluso permiten identificar las características de la zona productora.
Aún no experimento con el café descafeinado que suele compararse con la cerveza sin alcohol y al sexo sin amor.
La periodista Norma L. Vázquez Alanís, acotaba sobre cuántos negocios se han concretado ante una taza de café humeante; cuántas novelas han sido concebidas con la inspiración que da a los escritores la aromática bebida -baste recordar que el genial Honorato de Balzac consumió unas 50 mil tazas de café mientras redactaba su titánico mural sobre la sociedad de su tiempo, ‘La comedia humana’- y cuántos recuerdos evocan los amigos en una tertulia cafetera.
Mientras tanto, sigo pensando que mi vida, con amores y desamores, como la de los poetas, ha estado enmarcada siempre en una taza de café que tiene que estar caliente como el infierno, negro como mi conciencia y además, con aroma de mujer.

VER NOTA COMPLETA

La vida como es…RETRO

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.