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Febrero 09, 2023 21:29 hrs.

Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

Política ›


Pese a las palabras del Presidente en el Teatro de la República, durante la conmemoración del 106 aniversario de la Promulgación de la Constitución, en Querétaro, debe haberle ardido que la ministra presidente de la Corte, Norma Lucía Piña, permaneciera sentada ante su arribo, sin mostrar la mínima preocupación por lo ocurrido ante asistentes que se pusieron de pie, en un gesto de respeto a la figura presidencial y de agradecimiento por los cargos obtenidos.
La señora no tiene nada que agradecerle. Fue electa por mayoría de votos de los mismos ministros. Su conducta no era algo que pudiera criticar el jefe del Ejecutivo. Ni el lugar ni el momento. Cualquiera hubiera hecho lo mismo: justificarla de la manera como se le hubiera ocurrido. En este caso, el mandatario se limitó a decir que tal vez estaba cansada o simplemente no quiso pararse.
Los ministros de la Corte, dijo, eran empleados. El poder de los poderes era el Ejecutivo. ’¿Cuándo se había visto que se quedara sentado el presidente de la Corte? Eso me llena de orgullo, porque significa que estamos llevando a cabo cambios’. Agregó que ’ya no es el Presidente el que le da órdenes a ministros’ y sostuvo que la acción de Norma Piña fue ’un desmentido’ a los señalamientos que han hecho en su contra, cuando se habla de dictadura o de tiranía.
¿Hoy, el poder de los poderes no es el Ejecutivo? ¿No lo grita acaso, cuando dice que sus iniciativas deben ser aprobadas sin borrarles una coma? ¿O cuando dice a sus súbditos, ’no me vengan con que la ley es la ley? Nadie podría negar que estos dichos son actos impositivos, de un aprendiz de dictador.
Pero la conducta de la ministra no la impuso él. La impuso ella, según algunos observadores, para marcar la igualdad de poderes. Otro gallo hubiera cantado, si la presidente de la Corte hubiera sido la plagiadora, Yasmín Esquivel, quien, después de haberse demostrado su falta, permanece arraigada al cargo, con alegatos de que ella fue la plagiada. Debe haberle costado dinero y amenazas convencer al plagiado, Edgar Ulises Báez Gutiérrez, de que él fue el plagiador.
Senadores del PAN y del Grupo Plural tampoco se tragaron el cuento. Dijeron, entre muchas cosas, que nada obliga a nadie a levantarse de su asiento ante la presencia del Presidente. No existe ningún protocolo para ello, ’pero a Morena le indigesta la independencia y ataca a la ministra Norma Piña’. No obstante, existe para el saludo a la bandera y para entonar el Himno Nacional, emblemas de respeto y de mexicanidad, que al Presidente le importan cero.
Hace poco espetó a Cuauhtémoc Cárdenas su participación en el grupo mexicolectivo. No mostró un mínimo de respeto y de agradecimiento a quien coadyuvó de manera definitiva con su formación. Lo calificó de conservador y dijo que en este momento de definiciones, ’es estar con el pueblo o con la oligarquía. No hay un punto medio’. Desde luego, él es el pueblo y su talante autoritario lo obliga a decir lo que siente, aunque no repare en lo que dice.
Además de la mentira de su alegría por el detalle de la ministra, dijo muchas otras porque agarra vuelo una vez encendido el motor. Se antoja citar, por ejemplo, su declaración de que ’la Constitución no ha muerto. Vive en la transformación de México, libre, justo, igualitario, democrático y fraterno de nuestros días. ¿En qué podemos coincidir con él? ¿Alguien estaría en desacuerdo en que cambiarla para beneficio personal, es su sueño dorado?
Su gobierno, mencionó, ha promovido reformas que se han caracterizado por su visión humanista y social, desde que asumió la Presidencia en 2018. Que respondan los padres de cientos de miles de niños que han muerto por falta de medicinas para el cáncer. Las mujeres cada vez más agraviadas, desaparecidas, asesinadas sin misericordia y sin que alguien se atreva a implementar mecanismos para su defensa o para evitar su desaparición.
¿Qué diría de la ministra en corto, ante sus cercanos, para que su vocero, Jesús Ramírez Cuevas se atreviera a descalificarla en un propósito de quedar bien con su jefe? Bueno, hasta Adán Augusto le otorgó su perdón.
ariosruiz@gmail.com

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Las mentiras como adornos

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