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Diciembre 10, 2014 03:12 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


El establecer un mando único policial en los municipios, es un planteamiento que hizo el gobierno calderonista por medio del ingeniero Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública Federal. La iniciativa que fue llevada hasta la Cámara de Diputados, no encontró eco y principalmente fueron los legisladores del PRI los que se opusieron. Ahora los priistas están urgidos de aprobar una propuesta similar, porque es parte de un decálogo de reformas formulado recientemente por el Presidente Enrique Peña Nieto.

Aplicar esa medida con la idea de mejorar la seguridad pública, no es la adecuada y mucho menos para liquidar la corrupción. Cierto que la delincuencia organizada, los narcotraficantes, infiltraron las policías municipales, estatales y federales. Verídico que las plazas en las comandancias de lo que hoy es “policía ministerial” –antes judicial—tienen, o tuvieron, un costo de millones de pesos. A los solicitantes de una plaza, de policías rasos, en lugar de solicitarles su documentación, les ponían en conocimiento como se trabaja para tener contentos a los jefes.

Otro de los factores que influyen para que las policías sean ineficaces, radica en que los jefes de la corporación no son policías ni tienen la sensibilidad e intuición para serlo. Son personas a las que el Presidente de la República, los gobernadores y los presidentes municipales e inclusive el jefe de Gobierno del Distrito Federal, designan a sus cuates y convierten el cargo en una posición política.

La mejor prueba está en la Capital del País donde han sido jefes policíacos el médico Manuel Mondragón y Kalb, el licenciado en Relaciones Internacionales Marcelo Ebrard Casaubón, el doctor en Derecho Jesús Rodríguez Almeida. En el siglo pasado fueron jefes policíacos los políticos David Garay Maldonado y Enrique Jackson Ramírez. Durante muchos años el cargo estuvo destinado para los generales de brigada o de división, fundamentalmente por imponer disciplina y tener don de mando. Funcionaron.

Bien, pero hay un punto muy importante y ha sido el abogado postulante Jesús González Schmal, articulista, analista político, el primero en poner el dedo en la llaga. Coincidimos en una entrevista con él, en que mal asesoraron al Presidente Peña Nieto para promover esa iniciativa de reforma constitucional, porque se viola la autonomía municipal, señalada muy claramente en el artículo 115 de nuestra vapuleada Constitución Política. Volvemos a un funesto centralismo, a las decisiones de un solo hombre como lo fueron Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz.

Seguramente los consejeros presidenciales no revisaron todos los antecedentes que hay de este caso, pues, insisto, la propuesta no es ninguna novedad y si no llegó a consolidarse fue también porque, así lo expresaron en su momento los enterados de la materia, el constituir una mando central, un jefe nacional, un coordinador de esas policías únicas, es entregar parte del poder y puede tener consecuencias graves. El simple cambio de denominación de la dependencia de Jefatura de Policía a Secretaría de Seguridad Pública, significó restarle toda la autoridad al policía, gendarme, “azul”, “genízaro”, “tecolote” o “garfil”, según el desaparecido “caló”.

Peor nos fue cuando Miguel de la Madrid Hurtado influenciado por la abogada Victoria Adato Green procedió a desaparecer al Servicio Secreto, la única policía investigadora del fuero común que otorgaba seguridad pública y privada. Lo mismo ocurrió al eliminar a la Dirección Federal de Seguridad, una policía de servicio de inteligencia. Quitaron a esos cuerpos policíacos por “inconstitucionales”, pero los gobiernos priistas no hicieron nada para crear nuevas y buenas policías. Tampoco fue preocupación de los presidentes panistas que tuvimos en los primeros doce años de este siglo.

González Schmal hizo una amplia referencia al constitucionalismo de Venustiano Carranza, señalando que el 25 de diciembre de 1914 expidió la Ley del Municipio Libre y el 6 de enero de 1915 la Ley Agraria; agrega el abogado coahuilense que “es manifiesto que los actuales detentadores del poder político desconocen tan relevantes conquistas, logradas por los mexicanos que nos antecedieron, para forjar las bases de la verdadera convivencia nacional y seguridad en el progreso”.

Es categórico González Schmal al decir y escribir que “El pacto del 27 de noviembre de 2014 anula al artículo 115, despojándolos (a los municipios) del mando de la policía local, lo que es una estocada mortal a la lucha reivindicatoria del pueblo mexicano”. Quienes llevaron al Presidente Peña Nieto a formular esa iniciativa, pudieron informarse de los estudios que realizó el veracruzano Arturo Llorente González, defensor non de la autonomía municipal y estudioso del contenido del Artículo 115 constitucional.

Por estos días en la Cámara de Diputados el sonorense Manlio Favio Beltrones Rivera, coordinador de los priistas, está urgido de que los del PAN acepten un período extradionario de sesiones para estudiar, discutir, dictaminar, llevar al pleno el debate y aprobar la reforma que propone el Ejecutivo Federal. Los del PRD están dispuestos a congraciarse con Los Pinos, pues andan muy de capa caída desde que los abandonó Cuauhtémoc Cárdenas. Sin embargo es posible que todo este volumen de iniciativas de reforma se aborde hasta el próximo mes de febrero.

Como referencia anecdótica citaré lo que alguna vez le escuche al Presidente Adolfo Ruiz Cortines: “A los gobernadores y a los senadores los elige el Presidente; a los diputados, los gobernadores y a los presidentes municipales, ¡el pueblo!”. Tal vez pudiera servir de guía a los noveles políticos que deambulan en la administración pública.

PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿Por qué no toman en serio la depuración policíaca y caminan por senderos que propicien la seguridad de las instituciones, de los mexicanos y marquen un verdadero antes y después de Peña Nieto?



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Mando único policial, viola la autonomía

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