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Septiembre 09, 2018 18:39 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


La derrota suele enseñar más que la victoria. Del hecho de no ganar se vuelve a sí mismo y surge una nueva conciencia no sólo sobre los errores que llevaron a perder sino en cuanto a la transformación que debe haber para alcanzar la victoria en el futuro, pero en México los partidos y candidatos perdedores parecen carecer de una visión de la realidad estable.

PAN y PRI siguen pensando que pueden imponer criterio ya sea en los medios a través de declaraciones o en el Congreso a partir de viejas propuestas. Ambos partidos multiplican las críticas y no dejan de cuestionar al triunfador, que por algo ha de haber ganado, pero las causas de la victoria no les interesan y mucho menos las de la derrota, simplemente son críticos sistemáticos para desgastar al que puede ejercer el poder sin ellos, así como ellos lo hicieron.

En el escenario político surgen como hongos propuestas críticas, pero no propuestas serias para crear equilibrios y dentro de esa inconciencia de la realidad social está la inamovible Margarita Zavala, aparece con ganas de crear una asociación que puede caminar hacia la concreción de un partido político, si los mexicanos lo permiten.

Sin conciencia de que pasa el tiempo ni saber la dimensión de su derrota personal sigue pugnando por las rancias ideas que la llevaron a protagonizar un debate entre candidatos, gris y sin sustancia.

Desde luego que Margarita tuviera futuro en la política si no tuviera al esposo que tiene. Y podría incursionar con ideas propias si no hubiera sido la primera dama, casada con un político con pocas o ninguna simpatía. Pero Margarita es una mujer con más pasado que futuro en la política. A pesar de ello considera que es necesaria en el escenario nacional.

En nombre de una modernidad que no se encuentra todavía en su pensamiento considera que el país va a un retroceso y por eso invita a su asociación a gente del PRI, del PAN y del PRD, es decir a la derecha recalcitrante del país, seguramente para combatir a quien considera su enemigo más por venganza que por convicción.

Ahí cabría el hombrecillo que nunca concluye lo que comienza, Miguel Ángel Mancera que la única constante que mantiene es el odio contra quienes no lo toman en cuenta, es decir, odia a todos. Y tiene ahora en el nuevo gobierno a un enemigo a vencer. Todavía no saben por qué tienen que vencerlo, pero deben lograrlo, y un ariete de esa lucha irracional será la asociación de Margarita Zavala que difunde a diestra y siniestra para crear equilibrios según ella.

Para entrar a la política sus protagonistas deben leer cuidadosamente la aceptación social con la que cuentan. Y en el caso de Margarita, las tendencias del voto pudieron no llegar a 4 por ciento. Seguidores de su imagen, aunque no de sus ideas, porque en tan poco tiempo de campaña no pudo darlas a conocer.

Margarita se salió de la contienda porque con pocos seguidores y al no aceptar el dinero que por derecho le correspondía como candidata independiente, debió depender de otras fuerzas económicas, las cuales seguramente le cerraron la llave del dinero al darse cuenta de que sólo se gastaría el dinero en una derrota aplastante.

La gente que anunció que votaría por ella lo hacía ante la indecisión de votar por alguien que fuera a ganar y su postura siempre fue tan simplista que en caso de tener alguna influencia en la política, no afectaría nada ni a nadie.

Zavala tendría que ser primero simpática y luego convocar a una asociación. Debería separarse públicamente de su tradicional vida privada, y tener ideas propias antes de intentar formar un partido político.

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Margarita, por la revancha

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